En tu pecado y oscuridad, ¡no te alejes!

Escrito por Adriana Salinas 

«Pequé de nuevo, no podré acercarme más al Señor. He hecho lo que me advirtió que no hiciera. El Señor seguramente ya no me ama y está enojado conmigo. ¿Qué hago? ¿He pecado tanto que Dios ya no va a ayudarme? ¿Me ha abandonado? ¿Ha quitado de mí Su Santo Espíritu? ¿Realmente Su gracia será mayor que mi pecado?».

Mis faltas son muchas Su gracia es mayor… una canción espiritual que se ha escuchado mucho en los últimos años y la he cantado un par de veces, quizá tú también; pero cuando veo mi pecado, dudo de eso que con frecuencia canto. 

Como creyentes en Jesucristo, lo sabemos y lo repetimos: Jesucristo murió por nuestros pecados; pero al ver que los seguimos cometiendo, tambaleamos. Olvidamos que Dios conoce y entiende mejor que nosotras esas luchas que permanecen en la oscuridad y la debilidad que nuestros corazones intentan ocultar.

Ser santificadas por Dios es una bendición espiritual, el regalo de parecernos cada vez más a Cristo no se puede comparar. Pero empieza un conflicto cuando Dios comienza Su obra en nosotras, ese conflicto es entre la carne y el Espíritu. Y verlo en nosotras es bueno y debemos de agradecerlo porque indica que estamos vivas en Cristo. 

Mas no voy a ocultar que en mi experiencia ha sido todo un reto vivir con este conflicto, esas mismas preguntas que escribí al inicio han pasado por mi mente, pero siempre la gracia de Dios es suficiente. Por eso, aquí te compartiré verdades que ahora guardo en mi corazón y que me han afirmado en la gracia de la provisión de Dios.

Dios nos dio a Cristo

«¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro». -Romanos 7:24-25a

Desde antes de la fundación del mundo Dios planeósalvar a Su pueblo por medio de la fe en Su Hijo Jesús. El plan de Dios nunca incluye que nos acerquemos a Él por medio de «buenas obras», pues es imposible. Pero lo que era imposible para el hombre, Dios lo hizo posible en Cristo.

Por Su obra de justicia al vivir, Su sacrificio al tomar la ira de Dios que nosotros merecíamos por el pecado y Su posición actual como Sumo Sacerdote, Jesucristo tiene el poder de salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios. 

Mientras luchemos contra el pecado, es nuestra responsabilidad recordar, meditar y confiar en el evangelio. Solo el evangelio puede darnos esa esperanza que no descansa en nuestras obras, sino en las de Cristo mismo. Lutero lo explica de una manera muy clara:

«El cristiano es santo y pecador al mismo tiempo; es malvado y piadoso simultáneamente. […] ambas afirmaciones son verdaderas. Hay pecados pues el antiguo Adán aún no está totalmente muerto; pero los pecados no están ahí. La razón es esta: por causa de Cristo, Dios no quiere verlos. Yo los veo y los siento con claridad. Pero ahí está Cristo quien ordena que se me diga que me debo arrepentir, reconocer que soy pecador y creer en el perdón de pecados en Su nombre.

Puesto que el arrepentimiento, el pesar por el pecado y el conocimiento del pecado son necesarios pero no suficientes, se debe agregar fe en el perdón de pecados en el nombre de Cristo. Pero donde existe tal fe, Dios ya no ve pecado; pues uno está delante de Dios en el nombre de Cristo y no en el propio. Cristo nos adorna con Su gracia y justicia, aunque a nuestros ojos seamos pobres pecadores, llenos de debilidades e incredulidad».1

Dios nos dio promesas

«Porque todas las promesas de Dios son en él [en Jesús] Sí, y en él Amén». —2 Corintios 1:20

Tal como lo menciona Lutero, Jesucristo ordena que nos arrepintamos y que creamos en Él, y esto va acompañado de Sus promesas. Dios promete que si creemos en el evangelio, tendremos vida eterna, jamás pereceremos, nadie nos arrebatará de Su mano; y todo esto es gracias a la obra de Cristo.

Una vez que creímos en el evangelio, Dios nos une espiritualmente a Su Hijo Jesucristo. Esa unión que Dios hace nadie la puede romper, fue en Su voluntad, Su deseo, Su plan y Su poder, que Él lo hizo. Nadie es más grande que Él. Nadie puede separarnos de Jesucristo; ni siquiera en medio de la lucha contra el pecado somos separadas de Él, sino que es en ese momento donde Él dice:

  • Acércate con confianza a mí, recibirás la ayuda que necesitas (Hebreos 4:16, Santiago 4:8).
  • Confiesa tu pecado, quiero limpiarte de toda maldad y perdonarte (1 Juan 1:9).
  • Nunca te abandonaré. Entiendo tu lucha, no temas acercarte. Mi vida y muerte fueron ejecutadas para socorrerte en este momento. Justo ahora intercedo por ti (Hebreos 4, 7, 9, 10).
  • Sé que no puedes salir de ahí por ti misma, por eso yo hice todo lo necesario para que seas libre, ¡y quiero que lo seas! (Romanos 6:6-7)
  • No te alejes cuando ves tu debilidad y oscuridad. Yo la veo en cada momento y decidí amarte hace mucho tiempo. Lo que deseo es que en Mí encuentres tu fortaleza (2 Corintios 12:8-11).

Yo te quiero animar hoy a que navegues en ese mar de gracia abundante e infinita al que tenemos acceso por medio de Cristo. Busca como un tesoro esas promesas en la Biblia que nos muestran el corazón de Dios y ora para que sean una realidad en tu vida. ¡La respuesta de parte de Dios es «sí»! Porque en Cristo todas sus promesas son Sí.

Dios nos dio a Su Santo Espíritu

«En Él también ustedes, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído, fueron sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa» (Efesios 1:13, énfasis añadido).

Antes de ir a la cruz, Jesús le prometió a Sus discípulos que rogaría al Padre para que enviara al Consolador, al Espíritu Santo (Juan 14, 15, 16). En Hechos 2 vemos que Jesús cumplió Su promesa. Pero esa promesa no solo aplica para ellos, sino para todo aquel que cree en el evangelio. Habiendo creído en el evangelio, Dios nos selló con Su Espíritu Santo, y a partir de ahí, no estamos solas. En esta tierra siempre tendremos Su amor y Su ayuda en nuestra debilidad, Su compañía, Su guía, Su consolación en el sufrimiento y Su poder.

En la lucha, la desesperanza al ver nuestra debilidad se siente como un peso. Nos cansamos, se van las ganas de seguir luchando, el corazón parece que solo vive suspirando, anda sin fuerzas y sin ánimos. Pero Dios es el que nos da fuerzas para seguir. Te animo a que ores para que seas fortalecida por Su Espíritu; el Padre ha prometido dar en abundancia el Espíritu Santo a quienes se lo pidan (Lucas 11:9-13).

Dios nos hizo parte de Su Iglesia

«Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero, todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, constituyen un solo cuerpo, así también es Cristo. Pues por un mismo Espíritu todos fuimos bautizados en un solo cuerpo…». -1 Corintios 12:12-13

Y no solo nosotras tenemos el Espíritu Santo, sino todo Su cuerpo, la Iglesia. Este es otro medio por donde fluye Su gracia. Dios decidió repartir dones con abundancia y sabiduría a cada miembro, y es en ese contexto en el que Dios diseñó que crezcamos, seamos restauradas, retadas, consoladas, animadas y enseñadas, y todo esto, en amor.

En la lucha contra el pecado, ¡no te alejes de la iglesia! Ora y busca a una hermana en quien puedas confiar para compartirle tu carga. 

Me gusta como comunica esta verdad Richard Sibbes en su libro «La caña cascada»:

«Así como la madre es más tierna con su hijo más enfermo y débil, Cristo se inclina con más misericordia al más débil. De igual forma, dota a las cosas más débiles del instinto de apoyarse en algo más fuerte como sostén. El hecho de que la Iglesia esté consciente de su propia debilidad la dispone a reposar sobre su Amado y a esconderse bajo Sus alas».2

Amada joven, al ver todo esto que Dios nos ha dado en Cristo, no queda espacio para dudar si Su gracia es mayor que nuestros pecados, ¡lo es! En Cristo ya no tiene sentido alejarnos de Dios por haber pecado o por nuestra debilidad constante. ¡Acércate con confianza y refúgiate en Él!

  1. Sproul, R.C. (2016) ¿Qué es la Teología Reformada?. Poiema
  2. Subes, R. (2021) La casa cascada. Traducción y publicación por Faro de Gracia 

Ayúdanos a llegar a otras

Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Joven Verdadera?

Donar $3

Sobre el autor

¡Hey chicas! Nos encanta escuchar de ustedes, pero nos sentimos limitadas por las formas en que podemos ayudarlas.

Si buscas consejo te animamos a hablar primero con tu pastor o una mujer piadosa en tu vida, ya que ellos sabrán más detalles de ti y te darán seguimiento y ayuda.Lo publicado en la sección de comentarios no necesariamente refleja el punto de vista de Aviva Nuestros Corazones.

Nos reservamos el derecho de remover opiniones que puedan no ser de ayuda o inapropiadas. Puede ser que editemos o removamos tu comentario si: * Requiere o contiene información personal como emails, direcciones, teléfonos. *Ataca a otras lectoras. * Utiliza lenguaje vulgar o profano.


Únete a la conversación