Eligiendo la buena parte: relación antes que actividad

Amaba el grupo de jóvenes de mi iglesia local, entre todo el grupo nos poníamos deacuerdo para tener la reunión en la casa de alguno de nosotros y luego quedarnos a comer y a jugar un rato. Llegó mi turno y ofrecí mi casa, estaba muy emocionada y angustiada porque mi casa era pequeña y éramos entre 15-20 personas. Pero la idea era pasar un buen rato, ¿verdad?

Quería ser una buena anfitriona, la mejor que hubieran tenido, y pensé en cocinar algo que verdaderamente les impresionaría. «¡WOW! Valeria lo hizo, ¡y sola!». Mi gran idea fue hacer rollos de sushi para todos. ¡TODOS! Fueron llegando, los pasé a la sala y fui a la cocina a seguir preparando la comida. Abría la puerta para recibir a más jóvenes, volvía a la cocina. «¿Quieren agua o refresco?», y volvía a la cocina. Llegó el líder para dar la enseñanza, cantaron… ¿y saben en dónde estaba yo? Sí, seguía en la cocina. Oraron para terminar la reunión mientras el arroz llegaba al punto perfecto. ¡A comer! Estaba en la cocina, no me daba abasto, salían 1, 2, 3…. rollos. «¿Quién quiere más?». Todos: «¡Yo!». Estaba verdaderamente exhausta y para ese punto ya bastante frustrada. Terminó la reunión, despedí a todos y de regreso a la cocina.

Honestamente yo no sé cómo sucedió, pero de pronto había arroz por todos lados, en el techo, el piso, adentro de los cajones, en todos lados… (te adelanto algo, jamás he vuelto a hacer sushi y creo que nunca más lo haré).

Cuando hubo «paz» en casa, en mi cabeza y corazón, realmente había más ruido que cuando estaban los jóvenes jugando y bromeando en la sala. ¿Por qué? ¡Me perdí de lo mejor! Todos estaban disfrutando y riendo, y yo trabajando. Dios con amor, pero con firmeza habló: «Valeria, Valeria, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas…».

Acompáñame a leer Lucas 10:38-41:

«Mientras iban ellos de camino, Jesús entró en cierta aldea; y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana que se llamaba María, quésentada a los pies del Señor, escuchaba Su palabra.Pero Marta se preocupaba con todos los preparativos. Y acercándose a Él, le dijo: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude”. El Señor le respondió: “Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; pero una sola cosa es necesaria, yMaría ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada”».

Había un comercial de autos en México y su eslogan era: «Todos tenemos ese auto… al menos en la cabeza». Amada, déjame decirte una realidad: toda tenemos una Marta en la cabeza que debe ser puesta a los pies de Cristo, y es difícil porque, como mujeres, el Señor nos ha diseñado de una manera en la que podemos hacernos cargo de muchas cosas, y hasta parece que de manera simultánea; pero debemos cuidarnos de algo: nuestras vidas no pueden estar orientadas principalmente por la actividad. 

¿Hacer hasta desfallecer?

Marta recibía al Mesías, Jesús ya había hecho grandes milagros, sanado enfermos, alimentado multitudes, y cabe mencionar que no viajaba solo; al menos sus discípulos iban con Él. Obviamente, Marta quería que esa comida fuera una gran experiencia para el Señor y ese no era un mal deseo, de hecho, estaba ocupada haciendo «cosas buenas». ¿Has sido víctima de la mentira de que estar saturada de actividades es sinónimo de ser espiritual? Marta y yo la creímos. «Necesito hacer más». Te voy a confrontar con algo fuerte: hacer mucho es la mejor manera de no hacer nada.

Hasta este punto, Marta estaba saturada, pero en el versículo 40 podemos notar que se convirtió en alguien crítico. Ella estaba haciendo una comida para el Mesías, pero también lo estaba ignorando. Está sirviendo a Jesús sin Jesús, y de pronto, no solo critica la actitud de su hermana que está «holgazaneando»; en su mente, Jesús estaba «ignorando» la situación. ¿Es mala la productividad de Marta? No, pero está destruyendo su relación con su hermana y con Jesús.

Busca Su rostro, no Sus manos

El cristianismo es un asunto de carácter, y el ejemplo de María nos enseña aquella cosa que es necesaria. Ella sabía que no dependía de sus esfuerzos, que el mundo giraba perfectamente bien sin que ella interviniera porque hay algo mejor que hacer: buscar el rostro de Jesús en lugar de Sus manos. 

Querida joven, en quien pongas tus ojos, define quién va a reinar en tu corazón. Lo más importante es enfocarnos para ser intencionales al perseguir una relación con Cristo. Jesús quiere una sola cosa, y es que por un segundo te detengas a oír Su voz. En resumen: a Jesús le interesa Su relación contigo antes que la actividad. ¡Él quiere relacionarse de forma cercana contigo! A Él le importa más tu corazón que tus manos. ¡TE QUIERE A TI!

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Sobre el autor

Valeria Arredondo

Valeria Arredondo originaria de la Ciudad de México, es licenciada en Derecho y tiene un Certificado Avanzado de estudios ministeriales por South Western Baptist Theological Seminary, actualmente ha comenzado el proceso de certificación de Consejería Bíblica por ACBC; tiene una … leer más …

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