El regalo que toda madre desea

Hace unos años compartimos en el blog y en el podcast, una publicación titulada «Ideas de regalos para tu madre». Las ideas de regalos que les propusimos son muy poco convencionales, pero muy deseadas por las madres. Estas propuestas de regalos eran: el perdón, el tiempo de calidad y el servicio. Y aunque no se pueden comprar, son muy preciados y la verdad es que toda madre los anhela.

En esta ocasión, quiero agregar una idea de regalo que iluminará el corazón de tu madre cuando lo reciba. Estoy hablando de la gratitud. Puede parecer un regalo muy sencillo que se resuelve con una tarjeta, pero la gratitud que trasciende tus palabras es un tesoro muy raro de hallar.

Quiero decirte que la maternidad es un sinónimo de sacrificio. No creo que exista una labor más abnegada y ardua que la que hacen las madres. Pero si hoy te es casi imposible apreciar claramente el esfuerzo de tu madre, quiero ayudarte a dar un salto en el tiempo y que lo veas desde mis ojos.

A decir verdad, en mis años de jovencita, cuando comencé a hacer sentido de todo lo que me rodeaba, no tenía la madurez para notar todo lo que mi mamá hacía por mí. Daba por sentado muchas de las cosas que recibía, y la independencia que gozaba mientras crecía para convertirme en una joven adulta me nublaba la vista para apreciar lo que sucedió en los primeros años de mi vida. No tenía un corazón agradecido porque no tenía ojos para ver todo lo que a mi madre le costó salir adelante como madre soltera.

¿Sabes cuándo comencé a apreciar los sacrificios de mi madre? Cuando me convertí en mamá por primera vez. Desde el embarazo empecé a conocer lo que significaba dar la vida por otro. Fue una experiencia dulce y hermosa, pero cada día mi «yo» tomaba una pequeña dosis de muerte para servir a mi bebé. Cada noche sin dormir, cada pañal sucio, cada lágrima por el cansancio extremo, cada plan roto para atender una necesidad y cada privilegio dejado a un lado para servir a mis hijos, no se registrará en un álbum de recuerdos que luego podré enseñarles para que agradezcan mi esfuerzo.

Lo cierto es que no sentimos un profundo agradecimiento por todo el trabajo de nuestras madres porque no tenemos memoria de lo que sucedió en los años más demandantes. Y en ocasiones, cuando sí tenemos uso de razón, nuestro corazón engañoso no está presto para ver con agrado su labor, no observamos todo lo que hacen por nuestro bien, ni recibimos su disciplina como una muestra de amor. Lo más lamentable es que, como consecuencia de nuestra ingratitud, desperdiciamos años maravillosos que pueden ser aprovechados para cultivar una relación de respeto y amistad.

Te confieso que en estos doce años en los que he vivido diferentes etapas de la maternidad, he podido mirar a mi madre esforzándose por mí en los momentos más vulnerables de mi vida.

Si Dios te llama a ser madre, te aseguro que tu apreciación por tu madre crecerá. Pero, ¡no tienes que esperar que eso suceda! Te animo a que, durante este mes de las madres, busques maneras para agradecer a tu mamá por todo su sacrificio por ti. Nada puede ser más grato para el corazón de una madre que sentirse apreciada por sus hijos. Si tomar esa decisión te lleva a darle otros regalos, ¡no te limites!

Pero…¿no crees que le está faltando algo a nuestro regalo? ¡Sí, la envoltura! Envuelve tu gratitud con el papel del regalo de la gracia. Si estás en Cristo, tú has sido completamente perdonada y aceptada. Él perdonó tu pecado y te dio el favor inmerecido de su amor. No quiero ignorar que hay probabilidades de que la relación con tu madre sea difícil, te entiendo. He estado ahí. Pero entender la gracia de Dios ha sido un factor clave para restaurar nuestra relación. Si has sido herida por algo que tu mamá hizo o dejó de hacer, recuerda que nada se compara con la deuda que tenías contra Dios, y Cristo la pagó por completo. ¡Da de lo mucho que has recibido con libertad!

¿Cómo le demostrarás tu gratitud a tu mami?

«Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada». -Proverbios 31:28a

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Sobre el autor

Betsy Gómez

Betsy Gómez tiene una gran pasión por inspirar a otras mujeres a atesorar a Cristo en lo ordinario de la vida. Nació en la República Dominicana, y ahora vive en Irving, Texas, donde su esposo, Moisés, sirve como pastor hispano … leer más …

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