Antes de darnos un chapuzón en los versículos de hoy, recordemos cómo finalizaron los anteriores, Pedro resaltó que para aquellos que creen, Cristo es de gran valor, pero para los que no, es una piedra de tropiezo, porque son desobedientes a la Palabra y su desobediencia prueba que no son hijos de Dios. Entonces continúa en en el versículo 9 diciendo:
9 Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios, a fin de que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
10 pues vosotros en otro tiempo no erais pueblo, pero ahora sois el pueblo de Dios; no habíais recibido misericordia, pero ahora habéis recibido misericordia. (1 Pe 2:9–10)
En otros palabras el dice: “Pero ustedes” no son de esos, ustedes no forman parte del grupo de los que rechazan a Jesús, la piedra viva. Ustedes no son los que tropiezan con Su verdad, más bien ustedes son los que la abrazan y la atesoran como lo más valioso en sus vidas.
Eres parte del grupo más valioso del mundo
Ser parte de la gente a la que Pedro le escribe “pero ustedes”, debería hacernos saltar de gozo. Que no te acepten en la escuela, que no te incluyan en la lista de las más populares o bonitas, que no te inviten a las fiestas o simplemente que no encajes entre tus amigos, pierde toda importancia en el corazón de una joven que ha entendido que ha sido aceptada en el grupo más valioso del universo.
Ser parte de la familia de los creyentes en Cristo es el más grande privilegio que un ser humano pudiera tener sobre la tierra.
Y lo mejor de todo es que no solo eres parte de la familia de Dios, si no que se te ha dado un nuevo estatus y una nueva identidad, veamos como Pedro la describe:
Linaje escogido
Recuerda que Pedro le está hablando a creyentes que sufren persecución en el exilio, él les está recordando cuál es su verdadera identidad. Y lo mismo pasa hoy en día, estos versículos necesitan ser recordados en el corazón de una joven que ha nacido de nuevo a la familia de Dios y ha sido insertada en su pueblo. Tú también necesitas recordar cómo tu fe en Cristo te hace parte del linaje de Abraham y cómo tú también recibirás una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos.
En el pasado Dios escogió un pueblo que fue salvado por la sangre de los corderos en el éxodo, (¿recuerdas la historia de Moisés?) pero hoy Jesús, el cordero perfecto, ha unido por su sacrificio a todos los que creen en Él en la familia de Dios.
No importa tu nacionalidad, raza ni color, a través de la obra de Cristo venimos a ser parte de ese linaje escogido, de ese pueblo que Dios reservó para sí.
Es imposible que pueda continuar, sin hacer una pausa para darle gracias a Dios por adoptarnos en su familia, por darnos un lugar en su mesa y por las infinitas bondades que recibimos al llamarle Padre.
Real sacerdocio
Así como vivimos en los versículos anteriores, Jesús ha abierto la entrada a su presencia a través de su sacrificio y ahora tenemos acceso pleno a Él. No necesitamos de un sacerdote para que sirva de intermediario para llevar nuestra alabanza o para recibir perdón de nuestros pecados, no necesitamos de un mediador terrenal para estar en contacto con Su Palabra. ¡El Rey del universo nos ha abierto las puertas para que corramos a Él!
Nación santa
Alguien dijo que la santidad es un estado y un camino. Es un estado porque cuando crees en Cristo para salvación inmediatamente la santidad y perfección de Cristo pasan a ser tuyas también. El padre te ve como una hija santa, pura así como ve a su hijo Jesús. Pero también es un camino, aún no podemos deshacernos de nuestra naturaleza pecaminosa y hasta que lleguemos a Él, necesitamos crecer progresivamente en santidad. Dios a escogido personas dispersas, diferentes, de todo tipo de raza para unirlos en una sola nación. La nación de los que han sido santificados por la sangre de Cristo. Nos ha apartado y nos ha separado del mundo en cuanto a nuestra manera de vivir, pero nos mantiene segregados en medio del mundo para que Su santidad sea evidente y podamos reflejar su carácter a los que nos rodean.
Pueblo adquirido para posesión de Dios
En el pasado el pecado era tu dueño, vivías sujeta a sus demandas y todo lo que hacías era para complacerle. Pero Dios no te dejó esclavizada, él pagó el más alto precio para comprar tu libertad. Ahora eres parte del pueblo que Dios ha adquirido para sí, eres parte de los que corren a Él como hijos y se rinden a su voluntad en completa libertad.
Linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, son títulos grandes, son conceptos profundos en los que la generación de Facebook necesita meditar. Porque sus implicaciones van mucho más allá de tener un lindo perfil en las redes sociales, se necesita una vida para que estos atributos se pongan de manifiesto, se necesita una joven que esté dispuesta a consagrarse completamente a Dios para que esto puede verse de manifiesto en el día de hoy.
Tu nueva identidad tiene un propósito grandioso
El propósito de la identidad que has adquirido en Cristo es que tu vida pueda manifestar el carácter de Dios. ¡Que tu vida sea un megáfono que proclame la bondad de Dios! Que tu forma de andar demuestre que has sido trasladada de la luz a las tinieblas, que tu conducta sea una pancarta que anuncie al mundo que has sido rescatada por misericordia y que todos tus faroles se enfoquen en tu Salvador.
Y cuando no sientas que esos títulos te quedan grandes, y el peso de tu propio pecado te abrumen, quiero recordarte que tu identidad no se basa en lo que tu sientes, si no en lo que Dios dice de ti. En el primer versículo puedes ver que esto no tiene nada que ver con tus sentimientos: “Pero vosotros sois”, “ustedes son”... esto es lo que tú eres, a pesar de como te sientas. Así que deja de mirarte a través de tus emociones y comienza a verte como Dios te ve. Ponte los lentes del Evangelio y mira que eres una hija de Dios, eres posesión suya, has sido escogida y apartada para él, tienes libre acceso ante su trono, puedes correr a su presencia confiadamente y anunciar las virtudes del que te salvó.
Para reflexionar
¿Cúal de estos atributos fue el que más te llamó la atención?
¿Está tu identidad basada en lo que sientes o en lo que Dios ha dicho de ti?
¿Al leer has identificado áreas de tu vida en la que no estás glorificando a Dios?
¿Cómo estos versículos te invitan a pedir perdón o dar gracias?
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