“Un hecho vale más que mil palabras.” ¿Estás de acuerdo con esta famosa frase?
¿Qué dirías de alguien que dice ser “fan” de Star Wars, pero no sabe quién es Skywalker y no le interesó ir a ver El Último Jedi? ¿O una amiga que se cree experta en cocina, pero no le interesan los libros de recetas ni los programas de televisión de chefs reconocidos?
Hay una ley de lógica que dice algo así: Si realmente te interesa algo, mostrarás ciertas actitudes y acciones que comprueban esa obsesión. Nuestros hábitos revelan nuestros intereses. ¿Qué dicen tu hábitos sobre tu intereses? ¿Cuáles deben ser tus hábitos más arraigados?
Al principio de este año 2018 compartimos contigo algunas razones por las que debes ser una joven de la Palabra en esta publicación. Si no lo leíste, te animamos a que lo hagas pronto. El propósito fue convencerte de la importancia de desarrollar un interés en ser una joven de la Palabra. Es una necesidad que tienes como hija de Dios. Si ya puedes decir que tienes un genuino interés en ser una estudiante fiel de la Biblia, ¿qué te debe caracterizar? ¿Cómo luce una joven de la Palabra?
En primer lugar, una joven de la Palabra se destaca por sus actitudes hacia la Palabra. Igual que un “fan” de Star Wars mostrará ciertas actitudes de interés y emoción cuando sale una nueva película de la serie, una joven de la Palabra mostrará ciertas actitudes habituales hacia la Palabra.
Para empezar, ella viene ante la Palabra con una actitud de humildad. Ella sabe que no puede sola con la vida. Esta actitud es esencial para que puedas mirar en el espejo de la Palabra y aceptar lo que ves ahí. Tienes que ser como el publicano en Lucas 18 que no veía nada de su propia justicia y solo veía su necesidad. Jesús contó esta parábola a personas que “confiaban en sí mismos” (Lc. 18:9). A quienes no podían acercarse a Jesús o a la Ley con humildad porque tenían una opinión elevada de su propio conocimiento y bondad. Si eres una joven de la Palabra, desarrolla el hábito de acercarte a la exposición y lectura de la Palabra con una actitud humilde.
La joven de la Palabra también se acerca a la Palabra de Dios con una confianza plena. En lugar de confiar en sí misma, decide confiar en Dios. ¿Entiendes cómo estas dos cosas se excluyen? O confías en ti misma, o confías en Dios y lo que Él dice. Me refiero a una confianza completa que no necesita entender todo, ver prueba de todo, o “sentirse bendecida” o “en paz”. “Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham” (Gá. 3:6, Gá. 3:9). Desarrollar el hábito de responder en confianza a la Palabra es un reto que requiere tiempo y esfuerzo.
La tercera actitud esencial de la joven de la Palabra es el amor. Su corazón debe clamar con el de David, “Oh, cuánto amo yo tu ley; todo el día es ella mi meditación” (Sal. 119:97). ¿Puedes decir que amas la Palabra de Dios? ¿Te deleitas en ella? “Sino que en la ley de Jehová está su delicia” (Sal. 1:2). El amor muchas veces es una decisión que hacemos aun cuando no “sentimos” deleite. Tenemos que desarrollar el hábito de amar y buscar deleite en la Palabra.
Cuando una joven tiene las actitudes correctas hacia la Palabra de Dios, es natural que ciertas acciones (o hábitos) sean parte de su vida. Interés genuino produce acciones y hábitos. La joven que ama y confía en la Palabra se caracterizará por: (Jos. 1:8; 1 Ti. 4:13; Sal. 119:11)
Leer
Diariamente, ella busca escuchar la voz de Dios al leer las Escrituras. Su horario apretado, su deseo de dormir, su uso de las redes, sus actividades sociales—ninguna de estas cosas puede estorbar que ella lea la Palabra habitualmente porque ella entiende su gran necesidad.
Memorizar
Ella entiende que es olvidadiza y busca grabar en las grietas de su mente esa Palabra que ama. Anota textos en tarjetas, su celular, su espejo, o dondequiera que pueda verlos habitualmente.
Meditar
Toma esos textos memorizados y leídos con regularidad, y los mastica lentamente en su cerebro, dándoles vueltas, haciéndoles preguntas, absorbiendo sus verdades. Se hacen sus amigos más cercanos y piensa en ellos continuamente.
Escuchar
Mientras valora la Palabra, se produce en ella el deseo de escucharla predicada, principalmente en su iglesia local. Ella, por ende, es fiel a los cultos de su iglesia, toma nota de la enseñanza, repasa lo aprendido entre semana, y conversa sobre ella con hermanos en Cristo.
Obedecer
La exposición continua a la Palabra de Dios produce un deseo de obedecerla en cada área de su vida. El mismo hábito de leer y memorizar hace más fácil y natural el hábito de obedecer.
La vida de cada chica cristiana debe caracterizarse por muchos hábitos de disciplina propia y servicio a Dios. Pero el hábito esencial del cual fluye la habilidad de desarrollar todos los demás es el hábito de exponerse continuamente a la Palabra de Dios. Es el hábito esencial."
En el capítulo 5 de Chicas sabias en un mundo salvaje, Mary nos habla de la importancia de los hábitos de la chica sabia. Son muy diferentes a los de la chica salvaje. La sabiduría que necesitas para tener hábitos de una chica sabia la encontrarás sólo en la Palabra de Dios.
¿Cómo vas con tu lectura del libro? ¡No te desanimes si ya estás atrasada! Tómate un rato para leer un poco extra, o simplemente brinca a los capítulos actuales para mantenerte en ritmo con el club. Aquí te dejamos el reto de esta semana:
Reto
Lee:
- Chicas Sabias en un Mundo Salvaje: Capítulo 5: Hábitos; y Capítulo 6: Centro de atención (pag. 77-100)
- Tito 2
Memoriza:
Colosenses 3:2 “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”.
Reflexiona:
- ¿Cuáles hábitos de tu vida no reflejan principios bíblicos, o no aportan nada a tu crecimiento espiritual? ¿Estás dispuesta a hacer el esfuerzo por cambiarlos?
- ¿Qué capta tu atención? ¿Acechas a los hombres, o tu atención está en las cosas de Dios?
Ora:
Señor, mis pies y mis ojos fácilmente se desvían buscando placer temporal y atención personal. Dame un corazón que desea desarrollar hábitos piadosos que me lleven hacia la piedad, y que ponga su atención en servirte a ti y a otros en lugar de si mismo.
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