Muchas de nosotras hemos oído tantas veces la historia de Navidad que los personajes en ella nos parecen como de un cuento que leímos cuando pequeñas, como una vieja historia que solían contarnos nuestros padres o simplemente los vemos como las figuras del pesebre debajo del arbolito. Pero, es hora de que leas la historia con nuevos ojos y de que trates de imaginar cómo se sintió uno de los personajes de uno de los eventos más maravillosos de la historia de la humanidad.
María era como tú y yo
“—No tengas miedo, María —le dijo el ángel—, ¡porque has hallado el favor de Dios! Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús”. (Lucas 1:30-31)
¿Te imaginas a una joven comprometida para casarse? De seguro ella estaba planeando con lujo de detalles su boda, soñando con el día en que su novio regresaría para llevarla a su nuevo hogar e iniciar una vida juntos (Los novios judíos normalmente se iban por un año durante el compromiso para preparar una casa para ambos). Esa era María y esa era yo hace unos meses, también comprometida… pero no me imagino qué hubiera hecho si viniera un ángel y me dijera que estaba embarazada (sin casarme) y que ese hijo que llevaba en el vientre era el Mesías y que fue concebido por el Espíritu Santo… Probablemente en ese momento me imaginaría llegando a la iglesia con una panza de embarazo aún sin casarme, leyendo las mentes de todos pensando qué gran pecadora era o quizás viendo el rechazo de mis familiares y la mirada de decepción en sus ojos.
“Él será muy grande y lo llamarán Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David. Y reinará sobre Israel para siempre; ¡su reino no tendrá fin!” (Lucas 1:32-33)
En esa época, toda joven quería ser la madre del Mesías, todas ansiaban poder concebir a Aquel que sería el Rey que llevaría a Israel a ser un pueblo “libre” otra vez. Pero los planes de Dios eran muy distintos, y no tan glamorosos como todos imaginaban. Un embarazo fuera del matrimonio, un pesebre y una cruz eran muy diferentes a un hijo legítimo, un trono y la gloria de un rey.
La respuesta de María
Pero a pesar de que María era una joven común y que probablemente pensó en las consecuencias inmediatas de esta decisión, su fe era sólida y ella no titubeó ni dió la vuelta ante la explicación del ángel de cómo sería posible que tendría un bebé. Sólo respondió:
“Soy la sierva del Señor. Que se cumpla todo lo que has dicho acerca de mí”. (Lucas 1: 38)
W O W… En ese instante, la joven María entregó todos sus sueños, sus anhelos de una vida “perfectamente normal” y dejó a disposición de Dios su futuro para que Él hiciera como le plazca en su vida.
Aún en ese momento, creo que María no podía comprender que tan maravilloso y doloroso era ese llamado. No sabía lo que se sentiría tener en sus brazos, indefenso, al Creador de los cielos. No sabía que unos meses después tendría que huir al desierto (caliente de día y frío y peligroso de noche) para defender su vida y la de su pequeño; o que tendría que ver a su propio hijo en una cruz, dándole a su pueblo la Libertad a la que Dios se refería, no una libertad física, sino una libertad espiritual de sus pecados. Pero estoy segura de que ella sí sabía que esta decisión implicaba un costo muy alto y aún así, se rindió totalmente a la voluntad de su Señor.
Me encanta la letra canción de navidad “ Mary, did you know?” (“María, ¿acaso sabías?”) creo que ilustra muy bien cómo se pudo haber sentido María al ver a Jesús nacer y crecer y ver el propósito de Dios detrás de los “sufrimientos pasajeros” que ella experimentó:
María, ¿acaso sabías que tu hijo
algún día caminará sobre el agua?
María, ¿acaso sabías que tu hijo
salvará nuestros hijos e hijas?
¿Sabías que tu hijo
ha venido para renovarte?
Este niño que has traído al mundo
Pronto te pondrá en libertad
María, ¿acaso sabías que tu hijo
le dará vista a un hombre ciego?
María, ¿acaso sabías que tu hijo
calmará la tormenta con su mano?
María, ¿acaso sabías que tu hijo
ha caminado donde ángeles pisaron?
Y que cuando besas a tu pequeño bebé
Estás besando el rostro de Dios
Los ciegos verán,
los sordos escucharán,
Los muertos volverán a vivir
Los cojos saltarán,
los mudos recitarán
Las alabanzas del cordero
María, ¿acaso sabías que tu hijo
es Señor de toda la creación?
María, ¿acaso sabías que tu hijo
reinará algún día las naciones?
María, ¿acaso sabías que tu hijo
es el perfecto Cordero del Cielo?
El niño durmiente que sostienes
Es el gran YO SOY
Qué maravilloso es nuestro Dios y qué diferentes son Sus planes a los nuestros; de seguro María se dió cuenta de esto a lo largo de su vida.
¡No te pierdas de las mayores bendiciones de Dios por aferrarte a una vida de comodidades! Entrégale al Señor todos tus planes para este próximo año y di como María: “Soy la sierva del Señor. Que se cumpla todo lo que has planeado para mí”.
Para reflexionar
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Ponte en el lugar de María, ¿cuál hubiera sido honestamente tu respuesta al ángel? Identifica si hay algún pecado de en tu corazón y ríndelo al Señor, pidiéndole que te dé un corazón dispuesto a entregarle todo.
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Pregúntale a Dios cuál es Su voluntad para tu vida en esta etapa.
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Si quieres profundizar más sobre la vida de María, escucha o lee esta serie del programa de Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth.
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