Hace unos días mi hija estudiaba acerca de la forma esférica que tienen los campos gravitatorios donde las líneas de campo son como rayos simétricos alrededor del objeto esférico en el centro. Las líneas de campo apuntan hacia el cuerpo central masivo. Suena un poco científico, ¿verdad? Pero lo que quiero expresarte es que así funciona mi vanidad. Es decir, yo quiero ser el cuerpo central para atraer todas las líneas de atención.
El campo gravitatorio de la vanidad
La vanidad refleja las motivaciones del corazón. Ser vanidosa es enorgullecernos de nuestra apariencia o algún aspecto de nuestra apariencia, y buscar llamar la atención, aprobación y afirmación de otros, aun cuando lo hagamos sutilmente.
Si sabemos que ya somos hermosas porque Dios nos hizo a Su imagen y semejanza, ¿por qué todavía batallamos con este asunto de buscar halagos y miradas de la gente?
Razón #1 – Porque el pecado mora en nosotras.
Razón #2 - Porque queremos intercambiar papeles con Dios.
Nosotras queremos cambiar el papel secundario que nos toca por el papel del protagonista. En lugar de decir: «Dios es hermoso y Él me hizo a Su imagen», lo convertimos en: «Yo soy hermosa porque Dios me creó». Dios es el enfoque, pero nosotras queremos ese lugar.
Razón #3 - Porque no estamos satisfechas en Cristo.
Si tú te pasas arreglándote, digamos el cabello o el maquillaje, inspirada por la ilusión de que alguien te dirá algo o fijará su mirada en ti cuando llegues al lugar para el cual te diriges, te tengo noticias, algún día volverás a tu casa defraudada. Y ese día será el día en el que tus expectativas no se cumplan. Será el día cuando nadie note que has adelgazado o que te cambiaste el color de tu cabello. Te sentirás insatisfecha cuando no recibas la aprobación que esperas de las personas. Ese día tú vas a tener dos opciones, podrás decir: «La próxima vez tengo que ponerme más maquillaje en los ojos», o «Nadie me dijo nada de mi maquillaje, pero eso no significa nada. De todas formas, ya tengo la atención necesaria, ¡la de Cristo!».
¿Cómo sé cuánta vanidad hay en mí? Una forma para medir cuánta vanidad hay en nuestros corazones es analizando cómo reaccionamos cuando no obtenemos lo que queremos. Podemos preguntarnos de forma bien honesta:
- ¿Reacciono con tristeza el día que me miro al espejo y no siento orgullo por algún aspecto de mi apariencia?
- ¿Cómo me siento el día que me arreglo para salir y nadie me dice nada?
- ¿Cuán recurrente es esa sensación en mi vida?
- ¿Cuánto me dura la decepción?
- En ese momento, ¿me animo con la Palabra o me entrego a mis sentimientos?
Rasgos del centro vanidoso
¿A cuál tipo de mujer vanidosa te pareces?
Mujer vanidosa tipo 1 |
Mujer vanidosa tipo 2 |
Desea atención, pero no la consigue |
Tiene atención, pero nunca está satisfecha |
Desea aprobación que no obtiene |
Tiene afirmación, pero no la suficiente |
Piensa que tiene menos de lo que merece |
Siente orgullo desmesurado de sí misma |
Siente inseguridad y tristeza |
Es exorbitantemente segura de sí misma |
Si te caracteriza la vanidad, quizás es porque no estás aplicando a tu corazón el conocimiento que tienes de la Biblia. Necesitas ir del conocimiento a la acción. Tienes que aprender a aplicar en tu vida el conocimiento que tienes. Puedes empezar recordando que «Engañosa es la gracia y vana la belleza,pero la mujer que teme al Señor, esa será alabada» (Prov. 31:30).
Diseño divino
Toda atención, aprobación y afirmación ya tiene dueño, y ese dueño es Dios. Si nosotras queremos algo que ya tiene propietario, entonces cuando nosotras anhelamos atención, aprobación y afirmación por nuestra apariencia, estamos deseando algo que no nos pertenece.
Codiciar algo que le pertenece a Dios no es poca cosa. La doctrina del mundo nos inculca que dondequiera que vayamos tratemos de llamar la atención según nuestros medios, pero según la Biblia, buscar eso es querer robarle a Dios algo que le pertenece.
Dios nos hizo para Su gloria y no para la gloria propia.
Diseño inteligente
Cristo se dio a Sí mismo para que nosotras fuésemos hechas hijas de Dios. Por lo tanto, no tenemos que buscar afirmación en otras personas. Ya somos aprobadas por Dios en Cristo.
El evangelio nos permite experimentar el perdón por querer robarle la gloria a Dios y la libertad de la esclavitud de la vanidad. Las mujeres cristianas necesitamos mirar a Cristo todos los días para poder experimentar verdadera libertad en esta área de la vida.
El evangelio también permite distinguirnos por nuestra piedad y no por nuestra apariencia, como dice 2 Cor. 10:17: «El que se gloría, que se gloríe en el Señor».
Sobresalgamos entre la multitud porque entendemos y conocemos a Dios y no porque llevamos puesto lo último en la moda, ni por el número de miradas recibimos, ni por la cantidad de likes o corazones que nos dan en las redes sociales.
Dios tiene una sola forma para nosotras jactarnos. Nos jactamos en que antes de conocerlo estábamos muertas, pero ahora estamos vivas en Cristo.
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