Nuestra cultura alienta a las mujeres a cultivar una belleza superficial. En contraste, Dios nos pide que persigamos una belleza interior de mayor valor. Una mujer que cultiva una belleza interior, que teme a Dios y que vive para servir a otros hace la diferencia en la vida de las personas. Su belleza produce un impacto que permanece en las vidas que toca.
¿Cuál es la belleza que buscamos cultivar? ¿Estamos cultivando intencionalmente la belleza interior, o damos más atención a la apariencia externa? La manera en que pensamos acerca de esto y cuidamos nuestra apariencia es realmente un espejo de nuestros corazones. Al reflejar las motivaciones piadosas o las motivaciones egoístas, revelamos si nuestra prioridad es cultivar la belleza interna o la belleza externa.
Lo que sigue a continuación es una «radiografía del corazón» con el propósito de que nos autoexaminemos. Son preguntas que nos ayudarán a discernir nuestros pensamientos, nuestras motivaciones y nuestras metas y metas con respecto a este asunto de la belleza.
- ¿Paso más tiempo diariamente cuidando mi apariencia que estudiando la Palabra, orando y adorando al Señor?
- ¿Gasto dinero excesivo en ropa, peinado y maquillaje o es una cantidad que honra a Dios?
- ¿Deseo perder peso para «sentirme mejor conmigo misma» o deseo ser auto disciplinada para la Gloria de Dios?
- ¿Estoy siempre buscando adelgazar para impresionar a otros o busco cultivar hábitos alimenticios que honren al Señor?
- ¿Me ejercito para tratar de crear o de mantener una «buena figura» o me ejercito para fortalecer mi cuerpo para el servicio a Dios?
- ¿Hay algo con relación a mi apariencia que desearía poder cambiar o estoy completamente agradecida a Dios por la forma como Él me creó?
- ¿Estoy celosa de la apariencia de otras o me alegro genuinamente cuando veo otras mujeres que son físicamente más atractivas que yo?
- ¿Codicio el guardarropa de otras o genuinamente me regocijo cuando otras mujeres pueden gastar y adquirir nuevas piezas de ropa?
- Cuando asisto a un evento o a una actividad, ¿me comparo pecaminosamente con otras o voy a Dios pidiéndole que me muestre a quien amar y cómo hacerlo?
- ¿Me he vestido de manera inmodesta en alguna ocasión con la intención de atraer la atención sobre mi misma o me visto siempre de una manera que le agrade a Dios?
Hacernos estas preguntas de manera consistente puede ayudarnos a eliminar los valores del mundo y a cultivar un corazón para las prioridades de Dios. ¡Agrega otras a la lista en la sección de comentarios!
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