En nuestra vida nos encontraremos en muchas ocasiones con dilemas que nos crean ansiedades y confusiones; situaciones en las que nos preguntamos cuál es la mejor decisión que debemos tomar.
Yo he estado en tiempos así. Recuerdo que cuando salí del bachillerato, no tenía la menor idea de qué carrera universitaria estudiar. Me preocupaba equivocarme y quería que Dios me revelara de una manera clara y casi audible Su voluntad para mí, lo cual me llenaba de más ansiedad e indecisión. Dios no quiere que vivamos atemorizadas cuando tenemos que tomar una decisión, sino que Él desea que le busquemos y actuemos con seguridad y determinación, con plena confianza de que Él va delante, guiando nuestros pasos.
«Encomienda al Señor tu camino, confía en Él, que Él actuará». -Salmos 37:5
Así que, quiero compartirte 3 estrategias que debes de tomar en cuenta para tus dilemas y decisiones diarias.
1. Cuando no sepas qué hacer, sabes adónde puedes acudir.
Tu dependencia y confianza no puede estar principalmente en tus padres, maestros, pastores o amigos, debe de estar en Dios. Antes de recurrir con cualquier persona en busca de consejo, acude a Dios, quien te recibirá como un buen padre que se goza en recibir a Su hijo y darle Su consejo.
Dios no es alguien que anda en el misterio, queriendo ocultarnos Su voluntad, al contrario, Él se goza en revelarnos Sus planes y guiar nuestras vidas cuando se lo pedimos. Quizás no lo sintamos así en medio de la circunstancia que estamos atravesando, pero al pasar el tiempo, veremos claramente Su mano guiándonos en todo. Acude a Dios en humildad, sabiendo que Él es Dios y no tú. Cuando acudas a Él, espera pacientemente, descansando en Su control sobre tu vida, abandónate en Sus manos.
Busca a Dios constantemente en oración, no para que Él haga tu voluntad, sino, para que tu corazón se rinda a la Suya, porque Sus planes siempre serán mejores que los tuyos.
«Clama a Mí, y Yo te responderé y te revelaré cosas grandes e inaccesibles, que tú no conoces». -Jeremías 33:3
«Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús». -Filipenses 4:6-7
2. Busca consejo de personas sabias.
«Escucha el consejo y acepta la corrección, para que seas sabio el resto de tus días». -Proverbios 19:20
Se necesita mucha humildad para reconocer que necesitamos ayuda. En muchas ocasiones no queremos pedir consejo porque nos da vergüenza y nos preocupa lo que puedan pensar de nosotras, pero la verdad es que todos necesitamos consejo porque no vemos la vida como es en realidad, sino como nosotros somos.
Acércate a personas sabias que amen al Señor, que tengan más experiencia de vida que tú y recibe ese consejo con un corazón manso y enseñable. Honra a tus padres escuchando su consejo, aun cuando tengas una edad donde puedes tomar tus propias decisiones.
«Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre y no abandones la enseñanza de tu madre; porque son guirnalda de gracia para tu cabeza, y collares para tu cuello». -Proverbios 1:8-9
Recuerdo que en mi etapa de soltería hice el compromiso de honrar a mis autoridades al seguir su consejo a la hora de escoger un compañero. Me comprometí con Dios a que antes de iniciar una relación, pediría la opinión y guía de mis padres y pastores; primero, porque quería honrarles, y luego, porque sabía que ellos podrían ver cosas que yo no veía debido a su experiencia de vida. ¡Qué bendición contar con sus consejos en esa etapa de mi vida!
3. Sé obediente a la voluntad revelada de Dios.
En muchas ocasiones, queremos conocer la voluntad específica de Dios cuando no estamos obedeciendo Su voluntad que ya nos ha sido revelada. Esta conducta muestra una gran necedad en nuestros corazones, ya que olvidamos que Dios estará dispuesto a dirigir nuestras vidas en la medida en la que estemos rendidas a Él y Sus mandamientos.
«No seas como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento; cuyos arreos incluyen brida y freno para sujetarlos, porque si no, no se acercan a ti». -Salmos 32:9
Si no obedecemos Su voluntad revelada, ¿qué nos hace pensar que obedeceremos Su voluntad específica para nuestras vidas? Es una necedad actuar en rebeldía a Sus caminos o en prácticas de pecados y, al mismo tiempo, desear que Él nos dirija. Esto sería una gran contradicción.
Debemos hacer el compromiso de obedecer a Dios y rendir nuestra voluntad y vida a Su señorío, cueste lo que cueste, entonces muchos de esos dilemas que se nos presentan serán más fáciles de resolver. Debemos dejar de pelear con Dios para ver quién puede más, y levantar la bandera blanca de la rendición, reconociendo que ya no vivimos para hacer nuestra voluntad, sino la voluntad de Aquel que nos salvó.
«Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos». -1 Corintios 5:15
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