Desde que tengo uso de razón he tenido una amistad que ha permanecido hasta el día de hoy. Nos conocimos cuando apenas teníamos unos 12 años y hemos vivido todas las etapas de la vida juntas, y la verdad... ¡Ha sido una enorme bendición! Obviamente con el paso de los años, ambas hemos estado en etapas diferentes de la vida. Ella se casó, tiene tres niños y recientemente enviudó. Yo estoy soltera, vivo con mi madre y recientemente comencé a estudiar una maestría en el seminario.
Sí, tenemos realidades muy diferentes, y en todo este tiempo hemos escuchado muchas personas decir: «¡Esta amistad que tienen ahora no va a ser para siempre!» O «¡Desde que una se case se van a separar!». Muchas veces incluso llegamos a conversar sobre esos comentarios y nos afligíamos al pensar que el futuro y las responsabilidades nos podían alejar. Sin embargo, aquí estamos.
Nuestras vidas son completamente diferentes, pero ¿qué nos une? ¿Qué hace que sigamos juntas a pesar de nuestras diferencias? ¿Cuál ha sido el «secreto» para seguir disfrutando de nuestra amistad a pesar del tiempo? ¡CRISTO! El privilegio tan grande de compartir una amistad genuina y sincera parte del hecho de que estamos primero unidas en Él.
Por otro lado, también puedo decir que ambas hicimos un compromiso desde pequeñas de ser intencionales en hacer que esta amistad permaneciera. Por eso, me gusta pensar en mis relaciones de amistad como una hermosa planta que, para que dé su fruto o su flor, necesita de un cuidado especial.
Hay plantas de interior y otras de exterior, y dependiendo de sus características, tendrás que cuidarla de una manera o de otra. Lo mismo pasa con nuestras amistades, todos somos diferentes y estamos en etapas diferentes de la vida, sin embargo, en estos más de 20 años de amistad, he podido ver algunos hábitos esenciales para cuidar nuestras amistades. Pero recuerda antes de seguir leyendo que, para tener amigos hay que ser amigos, tal como lo dice Proverbios 18:24: «El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano». Así que, el día de hoy quiero compartir contigo algunas recomendaciones para que las puedas aplicar a ti misma al ser amiga, y al momento de elegir a tus amistades
La oración
Con el pasar de los años me he dado cuenta de que en los momentos difíciles y en los muy buenos algo ha sido constante: ¡oramos la una por la otra! Estoy convencida de que esta es la base. Ha habido momentos muy difíciles en los que no hemos podido hacer nada más que orar y han sido esos los momentos en que más hemos estado conectadas. Aún en situaciones en las que ambas hemos estado pasando situaciones difíciles y no tenemos en nosotras las fuerzas para ayudarnos como quisiéramos, la oración ha sido la mejor manera de servirnos y mostrarnos el amor y cariño que nos tenemos. Seamos intencionales y oremos sin cesar (1 Tes. 5:17).
Guíalas a Cristo
Antes de ahondar en esta parte, debo decirte que una amistad cristiana genuina debe partir de que las involucradas entienden que Cristo es nuestro amigo sobre todos los demás y que nuestras amistades nunca pueden estar en primer lugar. Al estar esto claro será más fácil poder guiarse una a la otra hacia Jesús.
Si algo puedo valorar no solamente de esta amiga que te he hablado hasta ahora, sino de todas con las que tengo la dicha de compartir la vida, es que me guían a Cristo. Cada una de ellas me reta, inspira y motiva a ver a Cristo en todo y a actuar en consecuencia. Así que cuando una amiga se acerque a ti a contarte sus problemas, anhelos y deseos más profundos, no busques primero cómo satisfacer su necesidad, apúntala directamente a Jesús para que lleven todo pensamiento cautivo a Él (1 Cor. 10:5).
Honra y valora la familia y las responsabilidades de tus amigos
Esto es algo que a mi entender es vital para que las relaciones se puedan mantener en el tiempo. Todas (como te explicaba al principio) tenemos realidades diferentes y debemos ser sensibles a esto. Especialmente con las amigas que están casadas y tienen hijos.
En mi caso, cuando mi amiga se casó, muchas cosas cambiaron. La cantidad de veces que nos veíamos en la semana, los horarios de hablar por teléfono, y cuando tuvo hijos mucho más. Lo que nunca cambió fue nuestro cariño, siempre hemos encontrado la manera de estar presentes la una para la otra. Sé prudente con los horarios, mantén límites sanos y no olvides que al hacerlo estás también glorificando a Dios. No se trata de que tu amistad no sea importante, sino de demostrarle a ella(s) con estas acciones que sí lo es para ti y por eso la respetas.
Constancia, cuidado y detalles
Pongo esto en un mismo punto porque los tres van de la mano. El cuidado y los detalles que mantienen una relación debe ser constante. Es como con el ejemplo de las plantas, si las dejas de cuidar, regar, limpiar, abonar, replantar... eventualmente morirán. Así mismo pasa con las amistades. Con esto no quiero decir que debes estar siempre con detalles costosos, regalos o dándole todo tu tiempo, sino de establecer una constancia saludable para ambas en la que puedas demostrar tu cariño.
A veces una llamada es suficiente, en otras salir a tomar un café o incluso ayudarla con sus niños o hacer una mudanza. Lo importante aquí es que mantengan una comunicación que te permita estar al tanto de su vida, lo suficiente como para saber cómo puedes orar por ella, servirle y ayudarle.
Paciencia mucha paciencia
La diversidad en las personalidades es lo que permite que podamos interactuar de una mejor manera. Esto también significa que habrá personas con las que te será más fácil y otras con las que te será difícil de llevar una amistad. En el segundo caso, no se trata de sacar a estas personas de tu vida como el mundo nos dice hoy en día. El amor se manifiesta a través de esas personas difíciles, porque amar a quien te elogia y te «cae bien» es muy fácil. Si tienes en tu vida este tipo de amistades, se aún más intencional en servirles de una mejor manera, recordando que el amor es sacrificio.
Escucha más de lo que hablas
Las mujeres sabemos muy bien lo que es hablar sin parar. Podemos hablar por horas con una amiga y sentir que solo han pasado minutos. Sin embargo, muchas veces somos egoístas y queremos que nos escuchen a nosotras y nos preocupamos poco por escuchar a los demás. La mejor manera de cuidar las amistades que tienes, es siendo intencional en escuchar activamente a tu amiga y prestarle tu completa atención, aunque a veces eso signifique que tú no puedas hablar. Recuerda que escuchar también es amar.
Esta frase es una que describe al 100% la bendición que es tener una buena amistad:
«La amistad es uno de los placeres más dulces de la vida. Muchos podrían haber fracasado bajo la amargura de su prueba si no hubieran encontrado un amigo». -Charles Spurgeon
Estoy segura que estos consejos te ayudarán a tener amistades con propósito eterno, unidas por razones que van más allá de nuestros deseos egoístas. Cuando nos unimos con el propósito eterno de caminar y crecer juntas en la fe hasta que nuestro Señor regrese, nuestras amistades serán no solo satisfactorias, sino que cumplirán con el propósito #1: ¡darle gloria al Nombre que es sobre todo nombre!
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