“Ya déjalo ir. Ya sigue adelante”, tus amigas te dicen. “Desde, ayer. ¡Ya deberías haberlo superado!” Después de todo, ya han pasado meses. Años.
Pero aun así, él ronda tus pensamientos – llegando frecuentemente, inconsciente del hecho de que no es bienvenido – amenazando sabotear no solo tu pasado sino tu presente. Como un grillete atado a tu tobillo, arrastras contigo esta esperanza muerta de una relación a donde quiera que vas.
Conoce a alguien más quien tampoco podía dejar de mirar atrás
No eres la única quien parece no poder dejar de mirar hacia atrás con añoro. Una y otra vez en el libro de Números, el pueblo de Israel, los israelitas, se rebelaban contra Él. Se aferraban a sus antojos, (“¡Lo que no haría yo por un puerro!”) y deseaban su pasado como esclavos de Faraón. Aquí hay solo un ejemplo de ellos mirando con nostalgia hacia atrás:
Entonces toda la congregación levantó la voz y clamó, y el pueblo lloró aquella noche. Y murmuraron contra Moisés y Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la congregación: ¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá hubiéramos muerto en este desierto! ¿Y por qué nos trae el Señor a esta tierra para caer a espada? Nuestras mujeres y nuestros hijos vendrán a ser presa. ¿No sería mejor que nos volviéramos a Egipto? Y se decían unos a otros: Nombremos un jefe y volvamos a Egipto. (Num. 14:1–4).
¡¿“Regresemos a Egipto”?! Los israelitas habían sido esclavizados en Egipto por 420 años. No habían sido vacaciones. Había ladrillos que hacer y espaldas que ser azotadas y nada de alivio a la vista… hasta que Dios intervino. Él envió a Moisés a realizar hechos poderosos y librar a Su pueblo de su arduo trabajo y cargas pesadas.
Tan cerca. . .
Entonces Él comenzó a guiarlos a la Tierra Prometida, la tierra que Él había prometido a sus ancestros, Abraham, Isaac y Jacob. En este pasaje particular, ellos estaban listos para entrar a la Tierra Prometida. Doce espías habían sido enviados a espiar, y habían regresado con un temible reporte:
“La tierra…. es una tierra que devora a sus habitantes, y toda la gente que vimos en ella son hombres de gran estatura….y a nosotros nos pareció que éramos como langostas; y así parecíamos ante sus ojos” (13:32–33).
Sin embargo, dos de los doce espías, reportaron:
“La tierra… es una tierra buena en gran manera. ….Solo que no os rebeléis contra el Señor, ni tengáis miedo de la gente de la tierra, pues serán presa nuestra. Su protección les ha sido quitada, y el Señor está con nosotros; no les tengáis miedo” (14:7–9).
Pero en lugar de creer a los dos espías – y en última instancia creerle a Dios – el pueblo de Israel escogió el temor por sobre la fe. Ellos exclamaban con añoranza por los “buenos viejos tiempos” en la esclavitud.
Como resultado a su incredulidad, Dios los destinó a cuarenta años de vagar por el desierto (un año por cada día que los espías espiaron la Tierra Prometida), y asegurar que sus temores llegarán a ser una realidad:
“Diles: “Vivo yo” —declara el Señor— “que tal como habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros. “En este desierto caerán vuestros cadáveres,…. “De cierto que vosotros no entraréis en la tierra en la cual juré estableceros, excepto [los dos espías quienes dieron un buen reporte]. “Sin embargo, vuestros pequeños, de quienes dijisteis que serían presa del enemigo a ellos los introduciré” (14:28–31).
Déjalo ir y sigue adelante
Esto es más que solo una historia Bíblica. ¿Sabías que 1 Corintios 10:11 nos dice que estos relatos fueron escritos para nosotras, para nuestra instrucción? Sé que tus circunstancias son diferentes, ¿pero al igual que los Israelitas, crees que Dios cometió un error? ¿Que Dios se cansó de ti? ¿Crees que tu vida sería mejor si solo este muchacho te hubiera buscado?
¿Estás obedeciendo el mandamiento de Dios de evitar la idolatría (1 Cor. 10:7)? Yo creo que si aún estás viviendo bajo la sombra de esta relación que no se realizó, es muy probable que estés idolatrando a este muchacho. Por favor no confundas el amor con la lujuria, codicia e idolatría.
Arrepiéntete de hacer que la esperanza de esta relación sea tu máxima esperanza. Cree en Dios y sigue hacia adelante bajo Su guía. Él te quiere bendecir, si solo tú confías en Su corazón. Él te está alejando de la esclavitud de la idolatría y codicia hacia la Tierra Prometida de contentamiento como Su atesorada posesión, viviendo bajo Su autoridad.
Deja de mirar hacia atrás, y más bien cree que tu Dios es bueno – y que todo lo que Él hace es bueno – y sigue adelante. Sigue avanzando, y observa a Dios llevarte a un lugar amplio y espacioso.
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