Seguramente no quisiste hacerlo. Cambiarías el pasado si pudieras. Y, sin embargo, los hechos permanecen. Has decepcionado a alguien cercano a ti. ¿Ahora qué?
Me parece que estoy en la temporada de decepcionar a otros. En algunos casos, sus frustraciones conmigo son legítimas. He dicho que haría una cosa e hice otra. He sido una amiga difícil de alcanzar o un miembro de la familia demasiado ocupado o una empleada desgastada, y he decepcionado a algunas de mis personas favoritas.
En otros casos, que estén decepcionados de mí, no me hace sentido. No estoy exactamente segura de cómo he fallado, pero tengo la sensación de que he decepcionado a alguien. En esta temporada, he tenido que luchar con qué hacer cuando he decepcionado a alguien más. He tenido que correr a la Palabra de Dios, buscarlo en oración, y pedirle dirección sabia sobre cómo manejar la situación cuando he causado decepción.
Son aguas fangosas. Cuando se trata de las emociones y las relaciones, las cosas rara vez son tan claras como nos gustaría que fueran. Pero he aprendido una que otra lección en esta temporada de decepciones. Pensé en compartirlas en caso de que alguien a quien amas esté decepcionado contigo.
No lo escondas debajo de la alfombra
Si sabes que has hecho algo decepcionante, admítelo, en lugar de esconderlo debajo de la alfombra. No es tan difícil como parece. Simplemente di: «Siento haber hecho tal cosa. Estoy segura de que fue decepcionante para ti».
Este paso a menudo requiere una mega dosis de humildad. Nos obliga a ver más allá de nuestro propio horario, demandas, sentimientos y circunstancias, y además, mirar con cuidado cómo nuestras acciones impactan a los demás. La humildad es siempre un acto de adoración obediente, porque estamos siguiendo la dirección de Jesús. Te sentirás mejor si tu conciencia está limpia y, también, tu amiga sabrá que sientes haberle causado decepción y daño.
Hay un camino correcto (y un millón de maneras incorrectas) para manejar la decepción.
Dios nos da una hoja de ruta muy clara para saber cómo manejar las cosas cuando nos hemos herido mutuamente en Mateo 18:15-17:
«Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.»
Aquí hay un desglose. Cuando alguien peca contra ti:
- Ve y explícale la ofensa personalmente.
- Si te escucha, dale la bienvenida con gusto como lo harías con una hermana o un hermano.
- Si no escucha, lleva a algunos amigos piadosos e inténtalo de nuevo.
- Si escucha, ve al paso 2.
- Involucra a tu iglesia. Pídele a tu pastor, pastor de jóvenes u otro líder de la iglesia que se involucre.
- Si escucha, ve al paso 2.
- Si nada de esto funciona, mantén algo de espacio, pero está dispuesta a darle la bienvenida en cualquier momento.
Mi pastor a menudo nos dice que el noventa y nueve por ciento de los conflictos pueden ser manejados con el paso 1. Sin embargo, a menudo evitamos ir a la otra persona y, en su lugar, elegimos formas menos útiles de tratar con nuestra herida. (Más sobre eso en un momento.) He encontrado esta guía para tratar con el conflicto increíblemente útil. Funciona cuando soy la ofendida, y funciona cuando soy la ofensora. Si has decepcionado a alguien, simplemente ve con él/ella, uno-a-uno, y dile que lo sientes. Esta es la manera correcta de manejarlo.
Hay un montón de maneras incorrectas de manejar la decepción (dada o recibida), también. Por ejemplo:
- Chisme (a veces bajo el pretexto de buscar una sabia orientación u oración).
- El tratamiento del silencio.
- Amargura.
- Publicar cosas groseras en las redes sociales.
- Enojarse.
- Agregar una lista de «peros» a tu disculpa. Como por ej., «Siento haberte decepcionado, pero tú. . . »
Haz lo correcto (pide disculpas) de la manera correcta (uno-a-uno).
No eres tu propia defensora
¿Qué pasa si has dicho que lo sientes de la manera correcta, y la otra persona sigue estando decepcionada contigo? ¿Qué puedes hacer entonces?
En una palabra: nada.
Por lo menos nada que la gente vea. En su lugar, orar como loca , pidiendo a Dios que intervenga en tu situación.
En otras palabras: espera.
Espera y ora, pidiéndole al Señor que defienda tu reputación, y traiga reconciliación a tu relación. Ciertamente podemos asumir la responsabilidad de nuestras acciones y tratar de hacer las paces, pero en última instancia, no podemos cambiar el corazón de nadie. ¡Ese es el trabajo de Dios! Confía en Él para que te defienda, cuando otros estén decepcionados de ti.
Ora este versículo con frecuencia como una declaración de que confías en Dios para arreglar las cosas.
«Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador;
Dios mío, fortaleza mía, en Él confiaré;
Mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio» (Sal. 18:2)
¿Evita la trampa o atadura?
Debido a que decepcionar a los demás es un inevitable subproducto de nuestra naturaleza pecaminosa, nuestra tentación es volvernos asustadizas, siempre preocupadas por lo que otros piensan de nosotras. Aunque la Palabra de Dios nos llama a poner las necesidades de los demás por encima de las nuestras (Fil. 2: 3), eso no es lo mismo que preocuparse obsesivamente por lo que otros piensan de nosotras. Escucha la sabiduría en Proverbios 29:25:
«El temor del hombre pondrá lazo;
Mas el que confía en Jehová será exaltado».
El miedo del hombre (vivir para la aprobación de otros) es como un lazo o una trampa en el camino de nuestras vidas. Nos enreda. Nos une a nosotros mismos. Nos impide avanzar como Dios nos llama a hacer».
Si has decepcionado a alguien, abórdalo, pero luego sigue adelante. No te enredes preocupándote por lo que todo el mundo piensa de ti.
Ora y bendice. Repite.
«Bendecid a los que os maldicen, orad por los que os maltratan» (Luc. 6:28).
Estas palabras de Jesús son radicales. Debido a que son familiares, podemos pasarles por alto, pero no debemos. Cristo nos llama a hacer todo lo contrario de lo que nuestros corazones quieren hacer.
Cuando otros maldicen, les bendecimos.
Cuando otros nos hacen daño, oramos.
Cuando eres la que ha herido a otra persona, ¿no te gustaría que hicieran así contigo? ¿No quieres que te bendigan cuando les has decepcionado y que oren por ti cuando les has hecho mal? ¡Yo sí! ¡Qué hermoso cuadro de gracia!
Incluso si otros no responden de esa manera, tú tienes la opción de hacerlo. No esperes hasta que quieras hacerlo. No esperes hasta que la tensión desaparezca. Bendice y ora. Bendice y ora. Bendice y ora. Da gracia por montones.
Haz un Inventario
Si las personas a tu alrededor están crónicamente decepcionadas por un patrón o comportamiento específico, escucha la verdad detrás del dolor.
- ¿Tus amigos se quejan a menudo de que estás demasiado ocupada para ellos? Tal vez tu horario necesita ser ajustado.
- ¿Tus padres a menudo expresan su decepción por tu comportamiento grosero e irrespetuoso? Muy probablemente tu actitud necesita ser ajustada.
- ¿Llegas tarde o cancelas compromisos que has hecho con otros? Tal vez tu orgullo necesita ser ajustado.
- Continuaremos decepcionando y seremos decepcionadas de este lado del cielo, pero si hay ajustes que puedas hacer para decepcionar menos a menudo, pídele al Señor que te ayude a hacerlo.
PS: Si te sientes decepcionada, asegúrate de revisar el post anterior, «5 Maneras de lidiar con la decepción».
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