¿Alguna vez tu mamá se ha tardado tanto en surtir la despensa que el refrigerador y la alacena están tan vacíos que ella sugiere que comas palomitas para la cena? Este es un panorama familiar en mi casa... Cuando finalmente voy a la despensa, mi carro está lleno con bolsas y bolsas de despensa. Ya que vivo en un segundo piso, todas esas bolsas deben ser llevadas por unas escaleras hasta llegar a la puerta de enfrente y mi cocina. Para no tener que hacer tantos viajes, alíneo cada brazo con una fila de bolsas de plástico, respiro profundo, corro hasta arriba, las dejo que se deslicen en la mesa de la cocina, ¡y colapso!
Cuando tomo una pausa para evaluar mi agenda, mis hábitos de gastos, mi corazón…me doy cuenta que se ve y se siente como llevar un brazo cargado de bolsas de despensa todas al mismo tiempo. He tomado más de lo que puedo manejar y no sé qué hacer (¡o no hacer!) después. ¿Alguna vez te has sentido así?
Cuando la presión se acumula
¿Sabías que los amigos más cercanos de Jesús tuvieron el mismo problema? No, no tenían Desorden de compras de despensa, pero ellos eran seres humanos con debilidades de seres humanos como tú y como yo.
Estoy leyendo el evangelio de Marcos, y me llamó la atención la agenda terriblemente extenuante de Jesús y Sus seguidores. Ellos están constantemente moviéndose, cuidado a las multitudes y preguntándose si serán bienvenidos en el próximo pueblo.
El capítulo 6 comienza con este patrón familiar. Ellos van en camino a su siguiente parada para ministrar a otra multitud solo para ser rechazados en la ciudad de Jesús, por Su propio pueblo. Luego en el versículo 7, Jesús envía a los doce a las aldeas aledañas y les instruye lo que deben hacer, lo que deben llevar con ellos y cómo comportarse una vez que lleguen allí.
Avanza hasta el versículo 30, y vas a ver que los apóstoles regresan y le dicen a Jesús todo lo que pasó mientras ellos fueron. Ellos habían estado predicando acerca del arrepentimiento. Sacando fuera demonios. Habían estado sanando enfermos. Ellos habían estado de tiempo completo trabajando en el ministerio…y estaban exhaustos.
¿Te identificas? Te sientes inundada con:
- ¿Presiones en la escuela?
- ¿Presiones en la casa?
- ¿Presiones dentro de tus relaciones?
La mala noticia es que no eres la única. ¡Pero también hay buenas noticias! Las dulces palabras de consuelo que Jesús da a Sus discípulos en el versículo 31 son verdad para nosotras también:
Y Él les dijo: Venid, apartaos de los demás a un lugar solitario y descansad un poco”.
Permiso para hacer una pausa
Cuando estás cansada, débil y abrumada, Jesús te da permiso para descansar. Esto es verdad si tu pesada carga es física, mental, emocional o espiritual. Sin importar el tipo o el nivel de cansancio, Jesús sabe. Él ha estado allí. Él fue humano, también y Él quiere que a su presencia para obtener descanso.
En otro pasaje similar a Marcos 6, Jesús dijo:
“Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera” (Mat. 11:28–30).
Puedes notar en este pasaje una palabra que probablemente no sea parte de tu vocabulario de cada día: yugo. Es una barra de madera usada para acoplar dos animales, tal como un par de bueyes, típicamente para trabajo de agricultura. Cuando son ayuntados, los dos animales deben jalar juntos para compartir el peso de la carga. ¿Puedes ver la metáfora que Jesús usó aquí? Él no quiere que nosotras seamos ayuntadas al temor o ansiedad u ocupaciones. Más bien, toma Su yugo. “Aprended de mí”, Él dice, “y hallareis descanso para vuestras almas”.
¿Añoras “descanso para tu alma”? ¿Deseas aquietar tu corazón y aprender de Jesús? ¿Ver que él es manso y bueno…encontrar descanso en Él…estar dispuesta a poner tus ansiedades a Sus pies y solo llevar lo que Él pide de ti?
Mañana vamos a ver lo que debemos hacer cuando lo que nos está jalando hacia abajo está fuera de control. Pero hoy, toma un momento o dos y simplemente has una pausa. Siéntate a los pies de Jesús en oración y dile lo que está en tu corazón y mente. Encuentra consuelo en Su Palabra. (Los Salmos son un buen lugar para comenzar). Cántale himnos de alabanza y adoración si puedes. Y simplemente descansa en Él.
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