Una realidad innegable al abrazar las verdades centrales del evangelio es que podemos encontrar libertad porque rendimos nuestras vidas al señorío de Cristo. Esta libertad nos lleva también a uno de los resultados más hermosos: descubrir la belleza del diseño con el cual fuimos creadas.
Sin embargo, cuando despertamos a esta verdad, tenemos el riesgo de caer en alguno de estos extremos: ver la feminidad bíblica como un fin en sí mismo, haciendo de ella nuestro único tema de estudio, o pensar que se trata solo de un paso en la escalera cristiana, una cuestión elemental que debe ser tachada de la lista de tópicos pendientes por aprender.
Ambos extremos están basados en un entendimiento erróneo de lo que realmente es la feminidad bíblica. Así que, quiero compartirte algunas razones por las que la feminidad no lo es todo, pero tampoco es un tema más; necesitamos colocarla en el lugar al que pertenece en nuestras vidas.
La feminidad bíblica no es un fin, es un resultado
Podemos llegar a pensar que la mayor necesidad de la mujer cristiana es solo convertirse en la mujer de Proverbios 31. Pero hacer de la feminidad bíblica solo una serie de reglas por las cuales regir nuestra vida, es convertirla en una carga muy difícil de llevar.
El evangelio es el mensaje central de la Escritura y su meta final es la gloria de Dios. Si cada creyente centra su vida en el evangelio y la gloria de Dios, la feminidad bíblica será un resultado de poner cada una de esas cosas en su lugar.
La feminidad bíblica da como resultado una mujer que ha creído y entendido el evangelio y pone su vida al servicio de Cristo para hacer lucir el evangelio de manera hermosa, es una respuesta viva que hace lucir la gracia salvadora atractiva y creíble.
La feminidad bíblica no es un escalón, es un caminar
Estamos en un error si llegamos a pensar que, cuando sepamos lo suficiente sobre el diseño divino de la mujer, podemos avanzar a «todo lo demás». No podemos ver la feminidad bíblica como un tema desconectado de todos los demás porque no se reduce a un paso, a una lección que debemos aprender, o a una conferencia; más bien, es el reflejo del poder del evangelio en la vida diaria de una mujer a través de toda su vida.
Así que, la feminidad bíblica no es algo que puedo desligar de mí caminar como discípula de Cristo, tampoco es algo que debo abrazar solo en algunas etapas de la vida; esta realidad está intrínsecamente ligada con quién soy porque nunca dejaré de ser mujer.
La feminidad bíblica no pone a un lado la Escritura, se centra en ella
Una mujer que anhela conformarse a la imagen de Cristo y darlo a conocer con su vida, se centra en la verdad de Su Palabra y no se limita solo a los pasajes que están dirigidos a mujeres (aunque les preste mucha atención). Ella navega en las profundidades de la sabiduría de Dios, y lo hace tomando en cuenta que ella es mujer, aunque sabe que hay mil maneras en las que puede obedecer a Dios al igual que un hombre. También está buscando diligentemente cómo aplicar la Escritura sin olvidar cómo y para qué Dios la creó. Esas obras preparadas desde la eternidad, en las que Dios nos ha llamado a andar, no están separadas del diseño que Él nos ha dado como mujeres.
Dios me hizo mujer, eso es bueno; y responder a su Palabra como mujer también lo es. Ese es el corazón de la feminidad bíblica, la expresión de mi fe como mujer. Ser una mujer bíblica es sinónimo de feminidad bíblica.
Hay mucho en juego
Finalmente, la feminidad bíblica no es el centro ni la meta; el centro es el evangelio y la meta es la gloria de Dios. El evangelio es el que redime nuestro concepto torcido de la feminidad y nos capacita para expresarla de una manera bíblica. Tampoco este es solo un tema más, porque mientras tengamos vida seremos mujeres. Así que, no la reduzcamos o menospreciemos, ni tampoco la idolatremos. Pongámosla en el lugar correcto. Hay mucho en juego porque la feminidad bíblica es el resultado del poder del evangelio en una mujer.
Dile a tu corazón: «¡Dios me hizo mujer y eso es bueno! ¡Soy una mujer pecadora salvada por gracia para buenas obras, ¡y eso es bueno en gran manera!».
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