Creadas para disfrutar a Dios

Piensa en la última vez que disfrutaste de algo. Un viaje, alguna actividad, una buena comida, una buena conversación o quizá un rico postre. Disfrutar o deleitarse significa gozar, sentir placer; es algo agradable, algo que te da gusto. 

Existen cosas que el Señor diseñó para que disfrutemos como la creación, los paisajes hermosos, los animales, la brisa, la lluvia, los olores frutales y florales, etc. Son cosas hermosas en las que podemos deleitarnos, que podemos disfrutar porque el Señor en Su gracia nos permite participar de ellas pues fuimos creadas para disfrutar. 

Cuando Dios creó a Adán y a Eva, Él los creó a Su imagen y semejanza, esto quiere decir que los creó con la capacidad de disfrutar la creación así como Dios mismo disfruta de ella. 

«Grandes son las obras del Señor, buscadas por todos los que se deleitan en ellas».

-Salmo 111:2

Cuando Dios creó al hombre y a la mujer, los creó con el fin de glorificarle y que lo disfrutaran (Ro. 11:36). Adán y Eva tenían una relación perfecta con su Creador. Ellos podían disfrutar de Su presencia, caminaban con Él y se deleitaban en Él. Pero el pecado lo arruinó todo. Adán y Eva dejaron de sentir placer y deleite en su relación con Dios y en lugar de ello ahora sentían vergüenza. El pecado lastimó e hirió su deleite en Dios.

El falso deleite

Ahora, con el pecado en escena, Adán y Eva comenzaron a sentir deleite por el pecado. Cuando Eva tomó del fruto, dice la Biblia que le «era agradablea los ojos, y que el árbol era deseable para alcanzar sabiduría» (Gen. 3:6). Eva estuvo dispuesta a dejar el verdadero deleite para alcanzar el falso deleite. Prefirió «disfrutar» un solo momento que arruinó sus vidas para siempre, y lo más importante, arruinó su relación con Dios. 

¿No es así cómo nos tienta el pecado? El pecado y nuestra propia concupiscencia nos incitan a cometer actos desagradables ante Dios. Cuando cedemos, en ese momento sentimos «deleite», pero esto solo trae consecuencias dolorosas (2 Pedro 2:12-14).

El verdadero deleite

El Catecismo menor de Westminster hace la pregunta: ¿Cuál es el fin principal del hombre? Y su respuesta dice: El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios, y disfrutar de Él para siempre.

Dios, en Su gracia y gran amor, nos permite disfrutar de Su presencia por medio del sacrificio de Su Hijo y por medio de Su Palabra.

El verdadero deleite que podemos tener es cuando tenemos una relación con Dios. No debemos disfrutar más de otras cosas antes que Él. Él debe ser nuestro único deleite. Si esperamos recibir placer por medio de las cosas de este mundo, entonces no estamos poniendo la mirada en el lugar correcto. El mundo nos ofrece muchos deleites, pero Cristo es el único que puede darnos el verdadero deleite. No fuimos creadas para las cosas de este mundo, fuimos creadas para lo eterno, para Su gloria. Entonces eso nos debe enfocar y hacer que nos deleitemos en Aquel que nos creó (Ef. 2:10).

«Me darás a conocer la senda de la vida; en Tu presencia hay plenitud de gozo; en Tu diestra hay deleites para siempre». -Salmo 16:11

¿Cómo puedo disfrutar a Dios?

Una noche en la que no podía dormir, vino a mi mente el Salmo 63:1: «Oh Dios, Tú eres mi Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de Ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde no hay agua».

Y meditando en medio de la oscuridad le pregunté al Señor: «Señor, ¿qué puedo hacer para que mi carne te anhele? Mi carne es débil y pecaminosa. Mi corazón es malo y perverso, ¿cómo puede llegar mi carne a anhelarte?, ¿cómo puede mi corazón llegar a desearte?, ¿cómo puedo hacer para que mi alma te disfrute?».

Si somos sinceras, por nuestras propias fuerzas y nuestra propia carne no tenemos deseos de disfrutar a Dios. Mi carne quiere otras cosas, quiere los deleites de este mundo. Pero el mismo salmista nos da la respuesta en este versículo: «Oh Dios, Tú eres mi Dios; te buscaré con afán».

Reconocer que Dios es Dios nos lleva a acercarnos a Él. Buscarle con afán, con desesperación, intencionalmente, en todo tiempo, a todas horas y en todo momento; eso nos llevará a disfrutar y a deleitarnos en el Señor.

Buscar a Dios nos llevará a experimentar Su presencia y después de ello no querremos salir de ella porque ahí es el único lugar donde podremos encontrar la verdadera satisfacción. 

«Cuando mis inquietudes se multiplican dentro de mí, tus consuelos deleitan mi alma».

-Salmos 94:19

Querida amiga, te invito a que busques con afán a Aquel que puede satisfacer tu alma. Cristo es el único en quien puedes encontrar el verdadero deleite. No dejes que los placeres de este mundo atraigan tu alma. Los deleites de este mundo solo son momentáneos, pero el deleite en Cristo es eterno.

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Sobre el autor

Natalia Tello

Natalia Tello de Martínez es originaria de la ciudad de Monterrey, México. Actualmente vive en la ciudad de Torreón con su esposo Agustín con quien está casada desde el 2012. Sirve en su iglesia local en el ministerio de alabanza … leer más …

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