En estos días se organizan muchas carreras con el propósito de correr los 5 kilómetros, 10 kilómetros, entre otras distancias, pero, ¿Sabías que hay una carrera mucho más relevante, de hecho, la más importante de todas? ¡Si! ¡La carrera de la fe! Aquella en la que nos encontramos todos los que hemos sido llamados por Cristo.
Leí un artículo acerca de las 5 reglas de oro para prepararse para una carrera 5k, me pareció muy interesante la manera en que estos corredores se disciplinan y procuran llegar a la meta llevando a cabo un arduo entrenamiento y esfuerzo.
Quiero compartir contigo algunos consejos que de acuerdo a La Palabra de Dios, nos permitirán correr liviano, es decir, llegar a la meta sin la carga pesada del pecado y del mundo:
- Procurar la santidad: Apartarnos para Dios. (Levítico 20:7)
- Practicar los frutos del Espíritu, entre ellos, el dominio propio: Este nos ayuda a resistir la tentación y negarnos a nosotras mismas. (2 Tim. 1:7)
- Huír de las tentaciones. (2 Tim. 2:22)
- Recordar nuestra identidad en Cristo. (2 Cor.5:17)
- Tener una actitud de obediencia y arrepentimiento: Ser obedientes a nuestro Padre, y a la vez, recordar que si fallamos, debemos arrepentirnos de corazón y Él será Fiel y Justo para perdonarnos. (1 Jn. 1:9)
En nuestro trayecto podremos encontrar muchos obstáculos que dificultan nuestro objetivo de cumplir los propósitos a los que Dios nos ha llamado, es por esto que estos versículos, inspirados por Dios, nos ayudan a mantener una mente enfocada en Cristo, con la mirada puesta en las cosas eternas.
A medida que han pasado los años he podido experimentar en mi propia vida que nuestras luchas no necesariamente desaparecerán por completo, hay tentaciones que siempre estarán ahí. Vivimos en un mundo caído donde nos encontramos rodeados de distracciones que pueden alejarnos de Dios y quitarnos el gozo. Pero, a la vez, he podido experimentar la bondad y misericordia de Dios, un Padre dispuesto a levantarme y perdonarme cuando vengo a Él en arrepentimiento, haciéndose fuerte en mi debilidad.
Esta frase me pareció muy apropiada en este tema: “Mantente tan lejos como puedas de esas tentaciones que alimentan y fortalecen los pecados que debes vencer”. - Richard Baxter.
Es por esto que debemos correr a Jesús, ser realmente cuidadosas con lo que miran nuestros ojos, lo que escuchan nuestros oídos y lo que piensa nuestra mente. Correr hacia mis propios deseos, a las cosas de la carne, es equivalente a alejarme de Dios, a las cosas del Espíritu. Debemos soltar el pecado para poder abrazar a Dios y Sus propósitos.
La oración y nuestro tiempo con Dios son indispensables en nuestro día a día, de igual manera interceder unas por otras puede ser algo muy poderoso y de gran ayuda en nuestro crecimiento espiritual. Orar en comunidad y compartir nuestras luchas nos permite dejar a un lado el orgullo y a la vez estar receptivas a recibir ayuda y consejo.
¡Corramos juntas! ¡No estás sola! La culpa y la vergüenza que trae el pecado hacen sentir a los hijos de Dios derrotados y sin esperanza, recuerda que todo fue pagado en la cruz por Jesús, y que no hay nada tan grande que Él no pueda perdonar o sanar.
“ y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra”. 2 Crónicas 7:14
En este versículo recordamos como Dios siempre está dispuesto a escuchar, perdonar y sanar. Acerquémonos a Él confiadamente, humillados, en oración, en arrepentimiento y Él hará su obra en nosotros. Él es el entrenador perfecto en esta carrera.
Comparte con nosotras qué versículos han sido de ayuda en tu vida cuando has necesitado fortaleza y dominio propio para huir de las tentaciones y el pecado. Dios te bendiga.
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