¿En realidad el Salmo 37:4 dice que Dios concederá todos mis deseos?
Pon tu delicia en el Señor y Él te dará las peticiones de tu corazón. (Salmos 37:4)
Sí claro, pensaba cuando tenía veinte años. Si Dios realmente concediera nuestros deseos aun estaría con Seth.
Seth era mi novio en la escuela, y yo estaba convencida que era «el Indicado». Soñábamos con el matrimonio y planeábamos una vida juntos. Esperábamos casarnos después de que yo me graduara de la universidad y después que él hiciera el servicio militar.
De verdad pensaba que un futuro con Seth era la voluntad de Dios para mi vida. Parecía que Dios estaba concediendo los «deseos de mi corazón»: la universidad de mis sueños, el chico de mis sueños, y mi sueño de una vida perfecta.
Sueños destrozados, una puerta cerrada
En medio de mi primer semestre en la universidad, recibí la llamada que tanto temía. Seth terminó conmigo. Decir que mi corazón estaba destrozado es una subestimación. Mis sueños para el futuro también estaban destrozados.
Terminando la universidad y poco después, estuve en tres relaciones que fueron negativas, y cuando terminó la última, llegue a un punto de quiebre. No iba a salir mas con nadie. Mi mente regresó a Seth, ansiaba esa relación. Después de todo, era la única relación positiva que había experimentado en años.
Me empecé a preguntar dónde estaba él, así que busqué su nombre en Google y encontré un video de YouTube de él compartiendo su testimonio. Mientras veía, noté que llevaba puesto un anillo de matrimonio. Al darme cuenta que no había posibilidad de tener un futuro con él, empezaron a caer las lágrimas. Esa puerta se había cerrado en mi cara.
«Lo que tú tengas para mí, Señor»
Tal vez no estés suspirando por el chico que te gustaba en la escuela, pero puede que estés anhelando algo hoy. ¿Cuál es el deseo de tu corazón? Es…
- ¿Ser sana de una enfermedad crónica?
- ¿Tener un novio?
- ¿Qué te acepten en cierta universidad o un programa de beca?
- ¿Estar casada?
- ¿Tener tu propia familia?
- ¿Tener el trabajo perfecto?
- ¿Hacer algo «grande» por Jesús?
Ninguno de estos deseos es malo, ¿cierto? Pero si deseamos algo desesperadamente pero no lo tenemos, es difícil que Salmos 37:4 tenga sentido, hasta confuso.
Pon tu delicia en el Señor, y Él te dará las peticiones de tu corazón (Salmos 37:4)
- Si deseamos algo bueno, ¿Debe Dios dárnoslo?
- Si seguimos y obedecemos a Dios, ¿nos dará finalmente lo que deseamos?
- ¿Por qué parece que Dios no concede lo que queremos cuando esas cosas no son pecaminosas o malas para nosotras?
Para responder esas preguntas, veamos este versículo juntas.
¿Qué significa «poner tu delicia en el Señor»?
Simplemente, significa encontrar nuestro gozo en Dios.
Lo hacemos la fuente de nuestro gozoa, nuestra satisfacción. Disfrutamos conocerle, alabarle, y servirle. Encontramos delicia en Él.
Cuando encontramos delicia en Dios, ¿significa eso que Él nos dará lo que deseamos? No siempre.
Cuando Dios es nuestro gozo, Él obra en nuestros corazones para moldear redefinir nuestros deseos.
A medida que pasa el tiempo, me he dado cuenta que entre más busco seguir los mandamientos de Dios y ser más como Él, los deseos de mi corazón se vuelven más «lo que tú quieras para mí Señor, lo daré, y lo que quieras de mí, lo tomaré.» Ahora finalmente estoy en un punto donde los deseos de mi corazón son lo que sea que Dios ha planeado para mí.
Si hubiera tenido ese entendimiento cuando era adolescente, hubiera tenido una actitud totalmente diferente frente a mi relación con Seth. En vez de decir, «Dios, deseo casarme con Seth porque me gusta mucho y él es Cristiano.» Hubiera dicho, «Si casarme con Seth es lo que tú quieres para nosotros, Tú nos guiarás a eso. Ayúdame mientras espero a enfocarme en lo que Tú quieres, no lo que yo quiero que pase.»
La verdadera delicia en el Señor causa que nuestros deseos dejen de ser una lista de personas, cosas o circunstancias, y se convierta en ‘Lo que tú quieras para mí, Señor’»
Sus planes para nosotras pueden ser diferentes a cualquier cosa que hayamos planeado o esperado, pero Sus caminos nos llenaran mucho más de lo que imaginábamos.
- ¿Has luchado por entender Salmos 37:4 en tu vida?
- ¿Has rendido tus deseos a Dios?
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