En las 3 últimas publicaciones nos hemos detenido en 2 Pedro 1:5-7 para observar de cerca nuestra responsabilidad de añadir virtud a la fe que hemos recibido de nuestro Salvador. Hemos sido retadas a vivir a la altura de una joven que cree el Evangelio y a probar con hechos la veracidad de nuestra fe.
Este reto no es una misión imposible porque tenemos absolutamente todo lo que necesitamos para esforzarnos al máximo para crecer. Dios ha provisto de los recursos ilimitados que se encuentran en Él para que participemos de Su naturaleza divina. Y si crees que estas palabras suenan como de una película de X-Men, pues quiero decirte que todo esto viene de la Biblia. Es asombroso saber que a pesar de ser pecadoras, hemos recibido una nueva naturaleza al creer en Jesús y que podemos alimentar esa naturaleza al creer las promesas de Dios; ese es el único súper poder que nos ayuda a escapar de la corrupción del mundo.
¿Qué vamos a hacer ante esta maravillosa noticia? ¡Esforzarnos! Trabajar al máximo por crecer, añadiendo a nuestra fe, virtud, conocimiento, autocontrol, perseverancia, piedad, fraternidad y amor.
Hoy veremos cuál es el resultado de cultivar estas virtudes. ¡Vamos! #leamoslaBibliajuntas
8 Pues estas virtudes, al estar en vosotros y al abundar, no os dejarán ociosos ni estériles en el verdadero conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.
9 Porque el que carece de estas virtudes es ciego o corto de vista, habiendo olvidado la purificación de sus pecados pasados.
10 Así que, hermanos, sed tanto más diligentes para hacer firme vuestro llamado y elección de parte de Dios; porque mientras hagáis estas cosas nunca tropezaréis;
11 pues de esta manera os será concedida ampliamente la entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
-2 Pedro 1:8-11-
El antídoto contra el ocio
Pues estas virtudes, al estar en vosotros y al abundar, no os dejarán ociosos ni estériles en el verdadero conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. (vs. 8)
Vivimos en una cultura que le da mucha importancia al ocio, que nos invita a despejar nuestra mente, a relajarnos, a parar de trabajar y a encontrar placer en no hacer nada. Todo es muy distinto en nuestra vida espiritual, estamos llamadas a ser cristianas las 24 horas del día, a ser intencionales en crecer en nuestra relación con Dios en todo momento, a darle muerte al pecado sin descanso alguno.
El ejercicio constante de crecer en virtud, conocimiento, autocontrol, perseverancia, piedad, fraternidad y amor es un trabajo a tiempo completo y es el antídoto para quienes no dan fruto y que no son útiles en el conocimiento del Señor.
La cura de la ceguera
Porque el que carece de estas virtudes es ciego o corto de vista, habiendo olvidado la purificación de sus pecados pasados. (vs. 9)
Hagamos un ejercicio, pon tus ojos bizcos y trata de continuar leyendo. ¿pudiste lograrlo? ¡Por supuesto que no! Todo lucía movido y empañado, de esa misma manera sucede con aquellas que no se esfuerzan en su crecimiento espiritual, ven la realidad distorsionada. No pueden ver la gravedad de su pecado, no aprecian la necesidad de gracia, tienen un concepto deformado de ellas mismas y por eso corren el riesgo de olvidar las razones por las que un día bajaron a las aguas del bautismo.
¡Te imaginas el riesgo de olvidar que somos pecadoras salvadas por gracia, que hemos nacido de nuevo a una esperanza viva y que nos espera una gloriosa eternidad con nuestro Salvador!
El ejercicio de añadirle virtudes a nuestra fe es la cura para la torpeza, la ceguera y nos previene de olvidar la obra de Cristo a nuestro favor.
La prueba de tu fe (vs. 10-11)
Así que, hermanos, sed tanto más diligentes para hacer firme vuestro llamado y elección de parte de Dios; porque mientras hagáis estas cosas nunca tropezaréis;
pues de esta manera os será concedida ampliamente la entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. (vs. 10-11)
La prueba de que realmente somos hijas de Dios es que nos esforzamos por añadir virtud a nuestra fe. Esto puede sentirse muy repetitivo, pero es la intención de Pedro que podamos esforzarnos al máximo en comprobar que somos parte de la familia de Dios. Ya tenemos muy clara cual es la evidencia que necesitamos buscar para confirmar que somos hijas de Dios. Fíjate que no se nos pide que seamos perfectas en estas virtudes, solo que nos estemos esforzándonos por añadirlas en nuestro caminar con Dios.
¡Seamos diligentes! Porque mientras más crecemos en virtud, conocimiento, dominio propio, perseverancia, piedad, fraternidad y amor, más firmes estaremos y seremos libradas de caer. Esta es la forma en la que el Señor quiere que vivamos, esto es lo que realmente prueba que tendremos un gran recibimiento en el reino del Señor. ¡Esto es lo que prueba cuál es nuestro destino eterno!
Reflexionemos juntas
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Si después de declarar que eres una hija de Dios no has hecho ningún esfuerzo en cultivar una vida piadosa, es muy probable que tengas que evaluar tu fe.
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¿Estás creciendo en el conocimiento de la Palabra? ¿Estás aplicando ese conocimiento de forma práctica en tu vida? ¿Estás esforzándote en vivir a la luz de lo que tu pastor enseñó el domingo pasado?
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Piensa en alguien (Tu madre, una mujer piadosa en iglesia) a quien puedes acudir para buscar ayuda mientras te esfuerzas por añadir virtud a tu fe. Sé sincera acerca del lugar en que te encuentras y Ríndele cuentas de tu crecimiento espiritual.
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¿Cómo estos versículos pueden convertirse en un motivo de arrepentimiento y oración?
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