¿Sientes que no puedes dejar amistades perjudiciales en tu vida? ¿Sientes que siempre caes en los mismos pecados y no logras encontrar una solución para ello? ¿Sientes que en un momento estás cerca de Dios y en otro momento estás cerca del mundo? Si te has identificado con una de estas preguntas, esto significa que estás en una lucha contra la corriente, las aguas del mundo te atraen, pero sabes que no es el camino correcto y te encuentras pensando: «¿Cómo puedo ir contra la corriente?».
Algunos animales acuáticos luchan por ir en contra del sentido del agua; algunos hacen esto para dejar sus huevos en lugares más seguros y con mayor protección de los depredadores, en otras palabras, buscan seguridad, protección y supervivencia. En medio de este trayecto, superan obstáculos y atraviesan grandes pruebas. De manera similar, podemos nadar contra las corrientes de este mundo y ser guardadas y protegidas por nuestro Dios, pero si nadamos en la misma dirección del mundo, seremos arrastradas por el pecado, estaremos desprotegidas y en un alto riesgo de peligro.
En el mundo hay dos grandes corrientes: una es estrecha y angosta, que guía a la vida; y la otra ancha y espaciosa, pero que guía a la perdición (Mt. 7:13-14). Como hijas de Dios, hemos decidido seguir el camino estrecho que puede presentar luchas y dificultades, pero que al final nos guía a la vida eterna y a un hogar celestial perfecto, donde no hay dolor ni maldad. El problema ocurre cuando siendo hijas de Dios, nos sentimos constantemente tentadas a seguir la corriente del mundo porque nos ofrece placeres y deleites que satisfacen nuestra carne.
Quiero animarte en este artículo a encontrar deleite en el camino de la vida, de modo que puedas correr libremente en dirección a los planes y la voluntad de Dios para ti. Así que, me gustaría presentarte varios puntos centrales que debes tener en cuenta y que te ayudarán a fin de lograr ir en contra de la corriente, es decir, en contra de todo aquello que no le agrada a Dios:
Hemos sido equipadas por Dios para vencer toda batalla en nuestras vidas
Aunque la batalla es real, la victoria ya es nuestra por medio de Cristo que venció en la cruz. Por medio del sacrificio de Jesús, hemos sido equipadas con la armadura de Dios para vencer el pecado y las tentaciones que día a día se puedan presentar. Dios nos ha dado Su Espíritu Santo que nos ayuda en la prueba. Ahora bien, debemos hacer uso de esta armadura y tenemos que aprender a emplearla con la ayuda del Espíritu Santo que mora en nosotras (Ef. 6:10-11). Seamos diligentes e intencionales en obedecer a Dios, en pasar tiempo en Su Palabra, y en oración y comunión con Él, de manera que estemos siempre listas para luchar contra los placeres de este mundo.
La santidad nos acerca a Dios y el pecado nos aleja de Su presencia
Una de las razones por las que es tan difícil resistirse a seguir las modas, las redes sociales, los amigos y las tendencias de este mundo, es porque parecen agradables a nuestros ojos. El pecado engaña a las personas y las llama con palabras dulces y agradables, pero, cuando ya las tiene bajo su dominio, ataca y destruye, debilitando el alma, robando la fortaleza y el gozo. Es esto lo que quiero advertirte: el pecado puede parecer bueno, sin embargo, es un placer o deleite temporal.
Nuestra lucha ocurre mayormente porque pasamos más tiempo alimentando nuestra carne, viendo cosas que no debemos ver, reuniéndonos constantemente con personas que no nos edifican en el Señor, y no guardando el corazón, ni la pureza física, emocional y espiritual.
Por el contrario, cuando buscamos la santidad y cultivamos una comunión con Dios, experimentamos el verdadero gozo. Cuando alimentamos nuestro espíritu y buscamos con anhelo conocer a Dios y vivir en santidad, podremos correr libremente sin tropiezos en el camino, porque nuestra mirada está puesta en Jesús, nuestra vida se centra en Dios y nuestro deseo es conocerle más. Ahí se encuentra la paz, plenitud, gozo, libertad y propósito.
La dirección en la que corremos también moverá a otros
Es importante que sepamos que, como hijas de Dios, tenemos un testimonio que guardar. No me refiero a crear apariencias externas, sino que tu interior refleje hacia fuera la gracia de Dios en tu vida. Esto guiará a otros a que también puedan ir en contra de la corriente. La manera en que luchamos contra el pecado puede endurecer el corazón de otros o puede llevarlos a anhelar y buscar a Cristo. Si tu vida es igual a la del mundo, no se encontrará diferencia alguna en ti. Un cristiano es como Cristo y tiene una vida que refleja el carácter de Cristo.
De hecho, la Biblia está llena de ejemplos de hombres y mujeres que, a pesar de las dificultades, decidieron ir en contra de la corriente. Estos siervos de Dios son ahora ejemplo para nosotras. Daniel propuso en su corazón no contaminarse (Daniel 1), Ester estuvo dispuesta a perder su vida (Ester 4), Noé confió en la Palabra de Dios, aunque todos se burlaran de él y Dios lo salvo junto a su familia (Génesis 7:23), Abraham estuvo dispuesto a dejar a su familia y su tierra para llegar al lugar que Dios lo estaba llamando (Génesis 12), y así sigue la lista de hombres y mujeres de fe que corrieron en la dirección de Dios y no en la dirección del mundo. Cada uno de ellos experimentó las bendiciones de la obediencia y pudieron ver el cuidado de Dios en sus vidas. ¡Por la gracia de Dios es posible vivir conforme a Su voluntad!
Te animo a tomar unos minutos para orar y pedir a Dios que te guíe a emplear la armadura espiritual para ganar cada batalla y para que puedas ser una joven que viva contra corriente y apunte a otros a unirse con la mirada puesta en Cristo y con la fe en el poder y la gracia del Espíritu Santo.
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