Recuerdo ese día como si fuera ayer. Ella me contaba con lágrimas en sus ojos todos los problemas que tenía. Era tanta su angustia que, cuando hablaba, apenas y se entendía lo que decía. De pronto hizo una pausa, me miró a los ojos y me dijo: «Tú eres cristiana, ¡tú puedes ayudarme!». Yo me quedé paralizada por un momento y en mi mente pensaba, ¿qué puedo decirle?
Traté de recitar un versículo, pero ninguno venía a mi mente. Intenté decir una palabra de ánimo, pero nada salió de mi boca. Mi corazón latía a mil por hora y sentía cómo poco a poco me sonrojaba. Al principio pensé que era porque me sentía apenada con ella por no responderle, pero realmente en mi interior me sentía redargüida y avergonzada con Dios.
Siendo sincera, en ese tiempo mi vida no reflejaba para nada la Palabra de Dios. Mi comunión con Dios estaba por los suelos, vivía como el mundo. En ese momento yo no podía transmitir las verdades de Dios a esta persona porque yo misma no andaba conforme a Su Palabra. Mi vida no era para nada de ejemplo, de hecho, justo en ese momento acabábamos de terminar de realizar una actividad que no glorificaba a Dios en lo absoluto.
En ese instante me pregunté, ¿cómo puedo decir que soy cristiana si no estoy viviendo como tal? ¿Cómo puedo «predicar» algo que no estoy viviendo? Allí me di cuenta de lo fácil que es que la Palabra de Dios sea blasfemada por otros por el testimonio de mi vida.
La palabra blasfemar significa dañar la reputación de algo o alguien; ya sea con palabras o con hechos. Y uno de los pasajes en los que la Biblia lo menciona es en Tito 2:5: «…para que puedan instruir a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada».
¿Has escuchado la frase: «¡Y eso que dice ser cristiana!»? Yo también. Eso me causa tanta tristeza. ¡Imagínate lo que le causa a Dios!
Como hijas de Dios, se nos ha dado esta hermosa oportunidad (y responsabilidad) de hablar bien de Su Palabra, de enseñar y ser ejemplo a otros con nuestra vida, de manera que las personas a nuestro alrededor lleguen a tener un respeto por la Palabra de Dios; y no solo eso, sino que lleguen a tener un amor por Dios a través del mensaje del evangelio.
«Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos». -Mateo 5:16
Nuestras vidas deben llevar a las personas a decir: «Wow, ¡yo también quiero ser hija de Dios! Yo también quiero amar a Dios como ella lo hace» (Tito 2:7). Como lo menciona el pastor MacArthur: «Para que una persona se convenza de que Dios es el único que puede salvarnos de la condenación eterna, necesita ver a alguien vivir una vida santa».
Adorna la Palabra de Dios con tu vida
Lo contrario a blasfemar es honrar o hablar bien de alguien. En Tito 2:10, Pablo usa la palabra «adornar». Nosotras usamos esta palabra cuando queremos dar a entender que estamos convirtiendo algo bonito en algo todavía más bonito, ¿verdad? Como por ejemplo, cuando adornas tu cuarto o cuando adornas tu cabello, etc.
Entonces, ¿cómo puedo adornar la Palabra de Dios con mi vida? ¿Cómo puedo embellecer la Palabra y el nombre de Dios con mi vida? La respuesta es: viviendo lo que la Palabra de Dios dice y haciendo lo que Dios me pide que haga.
Lo cierto es que nunca adornaremos el evangelio de manera perfecta, no podemos vivir una vida de santidad perfecta; pero siempre nos podemos amparar por la fe en la perfección de Cristo. Es a través de Su vida en la nuestra y el poder del Espíritu Santo que podemos adornar la Palabra de Dios.
Yo tuve que pasar por esa experiencia que te conté al inicio para poder ver y reconocer mi falta. Después de ese día, dejé atrás esas prácticas y pecados que Dios me reveló que podían hacer que Su Palabra fuera blasfemada por aquellos que no han creído en Él. El Señor en Su gracia humilló, redarguyó y quebrantó mi corazón.
Hoy te pregunto, ¿cómo puedes examinar tu corazón y tu vida para saber si estás adornando la Palabra de Dios o haciendo que otros blasfemen en contra de ella?
Que nuestro deseo sea amar tanto la Palabra y el nombre de Dios que queramos embellecerlo con nuestros hechos. Amemos tanto a Dios que le busquemos intencionalmente y pongamos atención a lo que Él pide de nosotras para ponerlo en práctica y comenzar a vivir una vida que adorne y glorifique Su nombre.
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