Dios es un Dios virtuoso. ¿Te suena extraño? Muchas veces cuando escuchamos la palabra virtud, o alguien virtuoso, primeramente, pensamos en Proverbios 31. Sin embargo, en la Palabra de Dios, las mismas «virtudes» (buenas obras, buenas actitudes internas reflejadas en comportamiento externo) que Él demanda de nosotros, Él las ha mostrado. Te animo a hacer el siguiente ejercicio: escoge cualquier exhortación bíblica de carácter, acción o mandato bíblico dirigida a los seguidores de Cristo, y piensa cómo se revela eso primero, en el carácter y naturaleza de Dios.
Su santidad, amor, misericordia, paciencia, templanza, sabiduría, sacrificio, perdón, magnificencia, pureza, belleza son sólo algunas que podemos observar a través de la escritura. Todas ellas son exhortaciones para nosotras, las cuales primeramente vemos desplegadas en Dios mismo.
Para crecer en virtud hay muchos aspectos que podríamos tener en cuenta. De manera general es importante saber que Dios es quien pone el querer como el hacer por su buena voluntad (Filipenses 2:13). Nuestro objetivo como hijas de Dios es darle gloria con nuestras vidas, y proclamar su nombre no sólo con nuestros labios, sino con un caminar y con obras que den gloria a su nombre y no que busquen ganar su aprobación porque eso ya lo tenemos en Cristo. Toda virtud fluye de un corazón que ama a Dios.
En el Nuevo Testamento la palabra «virtud» tiene varios sinónimos. En muchas traducciones equivale a excelencia, alabanzas, excelencia moral y es usada tanto para describir el carácter de Cristo y sus obras, como también para describir la vida que los creyentes deben vivir. Dios quiere estas cosas en nosotros. No es una misión imposible el crecer en virtud en nuestras vidas, el ser adornadas por buenas obras y un espíritu apacible (lo cual no quiere decir que una extrovertida tiene que convertirse en introvertida, contrario al diseño específico de Dios para esa persona, pero eso es tema de otro artículo) se trata de tener motivaciones, voluntad y decisiones alineadas conforme al propósito y planes de Dios revelados en Su Palabra.
El crecer en virtud NO es únicamente una labor de esfuerzo personal, como la última dieta de moda. ¿Has decidido alguna vez algo que empezarás un lunes y para el miércoles te sientes como un fracaso total? (¡Al parecer que soy la única pecadora culpable de ese hecho!) ¡Necesitas asistencia del cielo en esta jornada! Dios lo sabe y por eso nos dejó, al mismo Espíritu que levantó a Cristo de entre los muertos, Su presencia en nuestras vidas para capacitarnos y darnos la fortaleza, firmeza y amor para que la virtud, las cosas en nuestras vidas que hablan bien de Dios, que hacen a otros glorificarle y que traen gozo a nuestro corazón, puedan florecer en nosotros.
La «pureza posicional» es nuestra garantía, como escribe Mary Kassian de que, al estar en Cristo, somos puras por declaración divina. Ella comparte «Una mujer verdadera es pura. (Virtud y pureza son dos lados de la misma moneda: la presencia de bondad y la ausencia de contaminación)». El crecer en virtud no es un trabajo más en la lista de cómo ser la joven perfecta 101. Todo lo contrario, es la libertad otorgada para que, al reconocer nuestra imperfección, pecaminosidad y el quedar siempre cortas o no ser lo suficientemente «buenas», Cristo nos dice «en mí eres pura y eres libre para ser pura».
Algunos puntos en los cuales meditar y tomar acción que nos ayudan a crecer en virtud:
- Ejercítate en las disciplinas espirituales: La búsqueda de Dios y el cultivar nuestra relación con Él como discípulas, es la fuente de toda virtud. Debe fluir de Dios y para Dios. El glorificarle y no el buscar ser mejor, o «superarnos» como cristianas, debe ser la motivación de buscar que la virtud crezca en nuestras vidas. (Amós 5:4; Isaias 55:6-8)
- Cultiva el amor por Dios en tu vida. Es nuestra mayor virtud y de la cual todas las demás virtudes fluyen apropiadamente. (Deuteronomio 6:5; Mateo 22:37-39; Marcos 12:30)
- Cultiva la humildad y el amor por otros. (Proverbios 11:2; Efesios 4:2; Romanos 12:16; Filipenses 2:3; Coloreases 3:12)
- Cultiva formas de pensar enfocadas en lo bueno, en lo que abunda, en lo que agrada a Dios y honra a los demás (Filipenses 4:8)
- Usa tus dones espirituales. (Romanos 12:7-8; 1 Corintios 14:3, 12)
- Lee la Palabra buscando virtudes: Al leer la Biblia, no te enfoques sólo en los “no” y las prohibiciones. Observa los mandatos positivos, las cosas que debemos hacer, en cómo nos llama y nos anima Dios a caminar. La Biblia no está únicamente compuesta por prohibiciones de la vida cristiana, sino también de exhortaciones de cómo vivir de manera virtuosa.
En la vida de una discípula de Cristo, el objetivo y propósito principal, es glorificar a Dios. Lo vemos a través de toda la Escritura, no solo en la historia de la redención del pueblo de Dios, en Su plan perfecto Él ha orquestado la historia, ha escogido a individuos y pueblos de toda lengua y nación no solo para salvarles, sino que a través de eso su nombre sea glorificado. Al añadir virtud a nuestras vidas, al hacer las «buenas obras» que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas, con todo esto glorificamos a Dios. 1 Pedro 2:9 nos dice: «Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas [excelencias, virtudes, según otras traducciones] de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable». De igual forma, nuestras virtudes son obras maravillosas para glorificar a Dios. ¡Que hermoso!
De manera práctica te dejo con algunas preguntas para reflexión.
- ¿Podrías pensar en tres virtudes bíblicas quieres cultivar en los próximos 6 meses?
- ¿Qué situación difícil, presente en tu vida, puede estar contribuyendo al crecimiento de esa virtud? (¿Por ejemplo, esperar por algo que anhelas o deseas, desarrolla paciencia?)
- Toma unos minutos para pedirle a Dios, que a través de Su Espíritu Santo te ayude a que esta virtud crezca en tu vida y que te dé el discernimiento, las fuerzas, el amor y la perseverancia para crecer en virtud. Crecer en Cristo, es crecer en virtud.
Porción para Meditar: 2 Pedro 1:3-8 (NVI)
Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y excelencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina. Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque estas cualidades, si abundan en ustedes, los harán crecer en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y evitarán que sean inútiles e improductivos.
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