Recuerdo perfectamente el momento en el que Cristo vino a mi encuentro. Tenía 14 años, estaba en el colegio y a pesar de sentirme feliz de haber sido escogida como parte de la familia de Dios, tenía miedo. ¡Mucho miedo! No sabía exactamente qué iba a hacer el siguiente lunes cuando llegara a mi salón de clases. La pregunta que inundó mi mente fue: «¿Cómo debo hablar, vestir o qué debo hacer para que se sepa que ahora soy cristiana?».
La verdad es que en mi mente había una lucha fuerte, pues en realidad sentía que no hacía nada malo e incluso me jactaba de ser diferente (orgullo) pues no tomaba alcohol ni iba a discotecas, y mucho menos me gustaba la vida que llevaban mis compañeros de clase. Así que era un problema para mí porque entendía que ya mi vida era «perfecta» y lo único que ahora cambiaría era una afirmación que saldría de mi boca: ¡soy cristiana!
Bueno, luego supe que no podía estar más lejos de la realidad. Poco a poco comencé a darme cuenta de que la vida cristiana era mucho más que ir a la iglesia los domingos, saberme dos o tres versículos de memoria y hablar o vestir de una cierta manera. Viví muchos años creyendo esa mentira y me habría gustado tener a alguien que me explicara de manera clara y llana cómo podía glorificar a Cristo en la escuela. Y ahora que estás ya a poco tiempo de seguramente regresar a clases, quiero compartirte esas verdades que aún aplico y atesoro en mi corazón.
Pero antes quisiera que viéramos rápidamente qué significa realmente glorificar a Dios. Es posible que hasta ahora pienses que es algo imposible o que es algo que solo los pastores pueden hacer, sin embargo, glorificar a Dios es tan básico como disfrutarlo, amarlo, confiar en Él y obedecer Su voluntad. Lo que en realidad no es sencillo es hacer estas cosas, pues, el pecado que habita en nosotras no nos lo permite. Pero la buena noticia es que Dios sabía que lucharíamos con esto y nos dejó un «manual de uso» y una herramienta poderosa para lograrlo: ¡Su Espíritu Santo!
Ahora sí, veamos estas verdades que son a la vez pasos prácticos para que puedas glorificar a Cristo en la escuela.
ORA
¡Lo necesitas! No podrás hacer NADA sin orar. La Biblia dice en Juan 15:5: «Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de Mí nada pueden hacer».
Es necesario que entiendas que debes ir a Dios en oración para que sea Él quien te ayude a confiar en Su control cuando tienes dificultades con las clases y a descansar en Él cuando sientes esa presión que implica al estar en la escuela (Filipenses 4:6). Puedes (y debes) orar antes de tomar tus clases y hacer tu tarea o un examen, pues esto te ayudará a descansar en Su bondad y a poner todo lo que haces en Sus manos, en lugar de caer en la falsa ilusión de que tienes las fuerzas para hacerlo todo o que tienes control de todo.
Consejo extra: ¡Agradece! Gózate y dale gracias a Dios porque si vas a la escuela quiere decir que estás teniendo una educación (algo que miles de niños en el mundo no pueden tener), tienes padres o tutores que se ocupan por tu bienestar, Él te ha dado inteligencia y habilidades para estudiar y por todo lo que Él en Su gracia te ha bendecido y permitido. Recordando que aún el examen difícil, el profesor más intenso o los compañeros inconversos que se burlan, Dios los usa para tu bien que es hacerte más como Cristo (Ro. 8:28-29).
LEE TU BIBLIA
En la escuela fui víctima de mucho bullying por mi peso. ¡No pasaba un día sin que alguien hiciera un comentario despectivo acerca de mi apariencia! Y te confieso que fue una etapa muy dura en mi vida que dejó marcas que aún me afectan, pero de una manera diferente. Hoy estoy convencida de quién soy en el Señor, estoy segura de que mi identidad radica únicamente en que soy Su hija, perdonada, adoptada, redimida y aceptada por la sangre de Cristo (Ef. 1:1-14).
¡Cuánto habría querido tener ese entendimiento mientras estaba en los pasillos de la escuela! Por eso quisiera tener palabras impactantes o «mágicas» que te ayuden a entender la importancia de leer tu Biblia. ¡LO NECESITAS MÁS QUE LA ESCUELA! Créeme. Con esto no quiero decir que estudiar no sea importante, al contrario, considero que es indispensable que como cristianas podamos estudiar y aprender. Sin embargo, la sabiduría viene de Dios y esa la necesitas hasta para estudiar, por lo que escudriñar las Escrituras debe ser básico en tu día a día.
RINDE CUENTAS
Para muchas chicas, rendir cuentas es aburrido; para otras, es como si tuvieran un policía detrás queriendo manejar cada detalle de su vida. ¡Y eso es lo que NO significa rendir cuentas! Si algo puedo decir que me ha servido en estos años caminando con el Señor es que Él siempre ha puesto en mi camino mujeres piadosas y maduras que me han ayudado a serle fiel. Son mujeres con las que puedo hablar de mis luchas, confiar en su prudencia y estar segura de que me darán un consejo apegado a la Verdad. ¡Necesitaría miles de blogs para contarte la cantidad de veces que Dios me ha ayudado, ministrado e incluso advertido de malas decisiones a través de estas mujeres!
Hay maldad en el mundo y en la escuela lo vemos claramente, por eso, poder contar con una mujer que ya ha pasado por estos momentos difíciles te dará claridad y una perspectiva diferente para lidiar con la chica que te molesta en el curso o al grupo que siempre tiene un chisme. Recuerda: en la multitud de los consejeros está la sabiduría (Prov. 11:14).
ELIGE SABIAMENTE TUS AMISTADES
La realidad es que todos somos pecadores, por lo que desarrollar amistades verdaderas y duraderas puede parecer un deporte extremo, y por eso debemos escoger con sabiduría. Y como nuestro propósito es glorificar a Dios y ser más como Jesús, debemos encontrar en Su ejemplo cómo ser y tener amigos sabiamente. En la persona de Jesús, mientras caminó con Sus discípulos, vemos que fue bondadoso, leal, desinteresado, amoroso, honrado… y estas son solo algunas de las características que debe tener un buen amigo. Pero lo más importante es que sea un amigo que te acerque y apunte siempre a Cristo.
Sé que tener amigos así en la escuela es difícil, pero te animo a buscar este tipo de amistades en tu iglesia local y así no te sientas mal por no tenerlos en tu escuela.
Posiblemente te estés preguntando: «¿Entonces me quedo sin amigos en la escuela?». ¡Para nada! Creo que lo importante es que primero entiendas lo que es tener un amigo verdadero para que puedas poner límites sanos con los compañeros de la escuela que no son creyentes. Recordando que la palabra amigo implica muchas cosas y no todo el que conoces o con quien compartes un salón de clases será tu amigo.
COMPARTE EL EVANGELIO
En Mateo 5:13-16, nuestro Señor y Salvador nos dice claramente que somos la sal del mundo. Y, ¿qué hace la sal? Primeramente, antes era usada para preservar los alimentos para que no se dañaran; en segundo lugar, es usada actualmente para dar sabor. ¡Eso eres tú también en tu escuela! Eres un instrumento en las manos de Dios para esparcir Su reino en este mundo.
No des por sentado este tiempo. Prepárate con intención para ser luz en la oscuridad. Estudia también las verdades del evangelio de Cristo para que las puedas presentar con amor y gracia ante todo el que te pregunte sobre lo que crees, sobre tu esperanza (1 Pd. 3:15).
Mi amada hermana, puedes glorificar a Dios en la escuela pidiéndole que te dé sabiduría para escuchar con humildad y valentía para hablar. ¡Comparte lo grande y bueno que ha sido Dios contigo! Sin presión ni vergüenza de que te tilden de fanática o de que quieres convertir a todos tus compañeros y profesores. Gózate, pues cuando le estás glorificando de esta manera, Él en Su tiempo hará la obra a través de ti aunque no te toque ver el fruto.
Oro a Dios que este artículo sea de bendición a tu vida y te ayude a glorificarle cada día.
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