Si eres como yo probablemente, te has encontrado en ocasiones parada en una librería cristiana en la sección de materiales de estudios de la Biblia, o buscando en internet cuál será el próximo plan de lectura de la Biblia que utilizarás.
Reconocemos que el estudio de la Palabra es una necesidad en nuestras vidas que muchas veces no sabemos cómo llevarla a cabo. Muchas veces somos inconstantes o simplemente no lo hacemos porque no tenemos ganas, o porque nuestras ocupaciones nos abruman. Pero si hay algo de lo que no hay duda es que estamos llamadas a pasar tiempo en Su Palabra, a alimentarnos de ella, a atesorarla en nuestros corazones, y a dominarla con precisión: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad”, 2 Timoteo 2:15.
El poder de Su Palabra
Pasar tiempo en Su Palabra es de gran beneficio para nuestras vidas:
Su Palabra es viva y poderosa para transformar:
“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra”, 2 Timoteo 3:16.
Atesorar su Palabra nos ayuda a no pecar:
“En mi corazón he atesorado Tu palabra, Para no pecar contra Ti”, Salmo 119: 11.
Su Palabra es luz para nuestro caminar:
“Lámpara es a mis pies Tu palabra, Y luz para mi camino”, Salmo 119:105.
Su Palabra hace sabio al sencillo:
“La ley del SEÑOR es perfecta, que restaura el alma; El testimonio del SEÑOR es seguro, que hace sabio al sencillo”, Salmo 19:7.
No nos cabe duda de que debemos estudiar su Palabra. Ahora bien, la pregunta es ¿cómo?
No hay una sola manera
Fuimos creadas por Dios con distintas personalidades, e incluso cada una de nosotras aprende de maneras distintas. Por ejemplo, yo necesito escribir para aprender. Si estoy estudiando la Biblia, necesito tener un cuaderno donde pueda anotar lo que he aprendido. Incluso, ¡mi manera de orar más consistente es escribiendo! Ahora, esa soy yo. Mi esposo toma su Biblia y la raya en todos lados, en vez de tener un cuaderno aparte. Quizás tú tengas formas distintas, pero ¿sabes qué? ¡Gloria a Dios por la diversidad!
Las formas en las que sacamos provecho de nuestro tiempo en la Palabra pueden cambiar, pero lo que debe ser igual para todas es que sea Su Palabra lo que estemos consumiendo.
¿Qué necesito?
Necesitas tu Biblia.
Quizás veas esto un poco obvio, pero vale la pena recalcarlo. Muchas veces usamos libros de devocional o libros de estudio con un muy buen contenido centrado en la Palabra y creemos que consumir esto es suficiente. Ningún libro debe reemplazar las Escrituras.
Por otro lado es importante que puedas utilizar algo que te permita reflexionar y detenerte en lo que has estudiado. Me explico. Muchas veces con solo leer la Palabra de manera rápida pasamos por alto la parte más importante de nuestro estudio que es la meditación, esa parte donde reflexiono en aquello que he leído.
En mi caso, como mencioné anteriormente, eso que me ayuda a reflexionar es un lapicero y un cuaderno. Escribir me ayuda a pensar y a detenerme en lo que he leído.
En tu caso puede ser algo distinto, quizás anotar en tu computadora, o escribir palabras o frases en tu misma Biblia. Sea lo que sea, debes tener algo en tu tiempo de estudio que te ayude a reflexionar en Su Palabra.
¿Cómo me preparo?
Ora: quizás te ha sucedido igual que a mí que en ocasiones me dirijo a Su Palabra como algo mecánico, para mi vergüenza, como si me estuviera acercando a un libro común y corriente. Necesitamos recordar una y otra vez que cuando vamos a Su Palabra, nos estamos acercando a terreno santo. Antes de comenzar a estudiar la Biblia necesitamos ir en oración delante del Autor, y presentarle nuestros corazones en humildad para que Él use su poderosa Palabra para hablarnos y transformarnos. Cada vez que abrimos nuestras Biblias tenemos al Dios vivo hablándonos, y eso no es poca cosa.
Sé consistente: Esta puede ser una de las partes más difíciles. En medio de todas nuestras ocupaciones, responsabilidades en el hogar, trabajo, ministerio tendemos a perder la consistencia de nuestro tiempo en la Palabra y poco a poco vamos dejándolo de lado, permitiendo que la carne gane terreno. Un mismo lugar y un tiempo consistente pueden ser de gran ayuda en crear el hábito de pasar tiempo con el Señor. Si tienes hijos en una edad en la que puedan entenderte y en la que no dependan completamente de ti, puedes enseñarles que ese tiempo es tu tiempo con el Señor y que ellos deben respetarlo.
¿Qué métodos puedo utilizar?
Hay muchas formas en las que puedes pasar tiempo en la Palabra, quiero compartirte algunas de ellas:
Plan de lectura en un año: Existen distintos planes que organizan tu lectura de la Biblia de manera tal que en un año puedas haberla leído completa. Por ejemplo, la aplicación de la Biblia YouVersion tiene planes de lectura que puedes utilizar en tu teléfono celular. Si, como yo, eres de usar Biblias físicas, puedes utilizar la aplicación en el celular como una guía.
Plan temático: Otra forma que puedes utilizar es realizar un estudio temático. Puedes elegir algún tema en específico y estudiar los pasajes de la Biblia que estén relacionados a este. Si tu Biblia tiene concordancia, te puede ser útil para buscar pasajes de la Biblia orientados a distintos temas. Si no tienes concordancia, puedes entrar en internet y buscar, por ejemplo, “Pasajes bíblicos sobre la santidad”.
Un libro de la Biblia: Algo que es de mucho provecho también es estudiar de manera profunda un libro de la Biblia. Puedes elegir uno y conocer el trasfondo del libro, cuándo se escribió, quién lo escribió, e ir estudiando cada pasaje dentro del contexto del libro.
Un libro devocional: Puedes utilizar un libro devocional para estudiar la Biblia. Si esta es la forma en la que prefieres hacerlo, te recomiendo que cuando vayas a elegir alguno trates de asegurarte de que su contenido sea sano y que sea uno que en cada día te lleve al estudio de un pasaje específico de la Palabra. Recuerda que ningún libro debe sustituir las Escrituras.
Cuando estés estudiando algún pasaje de la Palabra o versículo, hacerle estas preguntas al texto puede serte de gran ayuda:
1. ¿Hay un mandamiento que obedecer?
2. ¿Hay algún ejemplo a seguir?
3. ¿Alguna promesa que afirmar?
4. ¿Algún pecado que evitar?
5. ¿Hay algún principio a seguir?
No es solo un libro, es El Libro
Si puedes quedarte con algo de todo esto es que la Biblia no es un simple libro, es la Palabra del Dios vivo y santo revelada a nosotros. Su Palabra es digna de que nosotras la conozcamos y la obedezcamos. Es esa Palabra viva y santa que es poderosa para transformarnos. ¿Quieres ser una mejor mamá, esposa, hija, amiga, empleada, estudiante? Pasa tiempo conociendo y aplicando su Palabra.
“Pero si alguien se gloría, gloríese de esto: De que Me entiende y Me conoce”, Jeremías 9:24.
*Publicado originalmente en Coalición por el Evangelio.
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