Cómo ayudar amigas lastimadas y sin esperanza

Su situación no podía haber sido más desesperada.

Ella había intentado todo – llenado infinidad de formas; visitado doctores regulares, doctores alternativos, doctores que viajaban, aspirantes a doctor, doctores retirados. Ella había leído, investigado, llorado y orado. Ella había tomado cada examen médico conocido para el hombre.

Y aun así, una década después, no había respuesta. Solo una constante disminución. Ella se estaba poniendo peor.

Simplemente ya no quedaban opciones. No más reservas de donde sacar. Ella había gastado todo lo que tenía – al igual que el dinero prestado de cada alma compasiva en la que podía pensar.

No que le importara el dinero. Ella solo ansiaba interacción humana normal. ¿Ya cuánto tiempo había pasado? ¿Doce largos años? Su enfermedad – este incesante flujo de sangre – la hacía “inmunda”. De acuerdo a la Ley, si alguien la tocaba, sería contaminado.

Conozco mujeres y jóvenes como ella. Probablemente tú también. Tal vez no han tenido una lucha con su salud por doce años, pero ellas están demasiado familiarizadas con deseos y relaciones enfermizas, Atrapadas. Sin esperanza. En o casi en la punta de su cuerda. Mujeres y jóvenes que son incapaces de sanar.

Desesperanza Sanada O Ya No Más Sin Esperanza

Justo cuando parecía que la esperanza había terminado, alguien le contó a esta mujer sobre un hombre como ningún otro: Jesús. Tal vez fue el amigo de un amigo quien compartió lo que Jesús había enseñado allá en el lago una tarde. Tal vez alguien en su familia conocía un vecino milagrosamente sanado por Él. Sin importar que… alguien le contó sobre Él.

Y eso fue todo lo que se necesitó. Ella escuchó con oídos de fe. Al menos suficiente fe como para hacer algo loco, atrevido y valiente – ella empujó su camino al frente de esa ruidosa alborotada multitud para llegar a Él. Para tocarlo. Ella sabía que estaba fuera de lugar, pero algunas veces mujeres desesperadas tienen que tomar medidas desesperadas.

El instante en que ella lo tocó, ella supo. Ella estaba completa. Sanada.

Ella…cuando oyó hablar de Jesús, se llegó a Él por detrás entre la multitud y tocó su manto. Porque decía: Si tan sólo toco sus ropas, sanaré. Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su aflicción (Marcos 5:27–29).

Las palabras de Jesús se lo confirmaron:

“Hija, tu fe te ha sanado; vete en paz y queda sana de tu aflicción.” (Marcos 5:34).

Ella aun no lo sabía, pero este Jesús iba a sangrar por ella. En anticipación a lo que Él iba a hacer por ella en la cruz, Jesús la declaró sana.

Y Él aún sana y restaura.

 

Cómo ayudar a tus amigas que no tienen esperanza

La pregunta para ti y para mi hoy es, ¿hemos llegado a Jesús en fe para ser sanadas de nuestra enfermedad de pecado? ¿Y estamos señalando a nuestras compañeras de clase, amigas, miembros de la familia, compañeras de trabajo y vecinas hacia Él para que ellas, también, puedan experimentar la verdadera sanidad?

Responder a los problemas de nuestras amigas con pensamientos positivos o consejos de autoayuda no es suficiente. Ellas necesitan experimentar la sanación que solo Jesús puede traer. ¿A qué joven o mujer destrozada puedes señalar hacia Él hoy?

P.D.: Puedes leer el relato completo de esta historia en dos lugares diferentes en la Biblia: Marcos 5:21–43 y Lucas 8:40–56.

 

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Sobre el autor

Paula Hendricks Marsteller

Paula se graduó del Instituto Bíblico Moody en 2005 con una licenciatura en Comunicación Impresa. Dos semanas más tarde, ella comenzó a trabajar en Revive Our Hearts, donde actualmente se desempeña como Directora de Redacción y Editorial. Su … leer más …

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