Cómo andar sabiamente entre autoridades impías

«Tengo más discernimiento que todos mis maestros» (Salmo 119:99)

  • ¿Te encuentras sentada diariamente bajo la enseñanza e influencia de maestros inconversos?
  • ¿Tus padres son inconversos y te ofrecen consejos mundanos?
  • ¿Trabajas en un ambiente secular bajo un jefe impío?
  • ¿Tienes que exponerte a material lleno de ideas humanistas y mundanas?

No estás sola. Hay muchas jóvenes en tu misma situación de vida alrededor del mundo. Jóvenes creyentes que desean amar y servir a Dios, pero están bombardeadas diariamente por mensajes anti bíblicas.

Aparentemente, tu problema no es nuevo. Aunque nos quejamos mucho del mundo moderno y su descarada agenda impía, no estamos sufriendo un problema nuevo. El salmista David parece haber tenido maestros deficientes también. Él tuvo que lidiar con enemigos que no creían la verdad y que querían tener influencia en su vida. En su hermoso salmo sobre la Palabra de Dios, David nos da muy acertada instrucción, y mucha esperanza, sobre combatir los efectos de las influencias contrarias en nuestra vida. Miremos al Salmo 119, específicamente las secciones titulados «Mem» y «Nun» (vs. 97-112). Toma un momento para leer este pasaje: Salmo 119:97-112.

El problema: influencias impías

David tenía enemigos necios (v. 98), maestros sin discernimiento y ancianos sin entendimiento (v. 99-100), un mal camino cercano (v. 101), aflicción (v. 107), peligro (v. 109), y conocidos que le tendían trampas (v. 110). ¿Te suena familiar?

Vivimos en un mundo caído y dominado por el maligno. Una persona sin Cristo es incapaz de ser verdaderamente sabia. La vida siempre ha sido así desde Génesis. Tu problema no es nuevo, y no es insuperable.

David reconoce el problema, y tu primer paso debe ser el mismo. Reconoce que vives como hija redimida de Dios en medio de un mundo de maldad. No te sorprendas. No te resistas a aceptarlo. Puedes respetar y querer mucho a tus maestros y autoridades, pero si son impíos (si no conocen y siguen a Dios), no pueden proveer la sabiduría que tú necesitas para vivir.

La solución: ordenanzas divinas

David encontró la solución al problema de las influencias impías en la ley de Dios. Nota cuantas palabras él usa para referirse a las escrituras: ley, mandamientos, testimonios, preceptos, ordenanzas y estatutos.

David veía la Palabra de Dios como la solución a toda su falta de entendimiento en cada área de su vida. La reconoce como la única fuente del conocimiento que cada persona necesita para suplir la sabiduría diaria. Su confianza está plenamente puesta en su «solución de vida»: la Palabra de Dios.

El proceso: saturación bíblica

¿Cómo es que David llega a ser más sabio que sus maestros y ancianos? ¿Cómo se protege de la necedad de sus enemigos, de caer en las trampas o de tomar un mal camino?

David practica la saturación bíblica. Fíjate en lo que David hace con la Palabra de Dios.

  • «Todo el día es ella mi meditación» (v. 97).
  • «Tus testimonios son mi meditación» (v. 99).
  • «Tus preceptos he guardado» (v. 100).
  • «…para guardar tu palabra» (v. 101).
  • «No me he desviado de tus ordenanzas» (v. 102).
  • «No me olvido de tu ley» (109).

Para que las ordenanzas divinas de Dios, en Su Palabra, nos impartan la sabiduría que necesitamos para enfrentar la necedad del mundo cada día, tenemos que estar empapadas de esa Palabra. Tenemos que guardarla. Tenemos que no olvidarla (memorizarla). Tenemos que meditar en ella. Este es el único proceso que lleva al resultado de la sabiduría.

Pero, para que este proceso realmente provea sabiduría genuina y humilde, hay un elemento más que es crucial:

La disposición: corazón inclinado

David busca a Dios y Su sabiduría en la Palabra con un corazón inclinado hacia Dios mismo y la obediencia. «He inclinado mi corazón para cumplir tus estatutos» (vs. 112). No es suficiente la lectura, memorización y meditación de la Palabra. Tampoco es suficiente hacer todo eso y agregarle obediencia. Dios quiere un corazón que ame Su Palabra, que se incline hacia ella en total confianza y amor.

  • «¡Cuánto amo tu ley!» (v. 97).
  • «¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca» (v. 103).
  • «Tus testimonios…son el gozo de mi corazón» (v. 112).

Aquí está la humildad y sabiduría que tú necesitas para poder andar entre impíos y mostrarles a Cristo sin dejarte llevar por su influencia. Cuando inclinas tu corazón hacia la Palabra, tú estás diciendo que no puedes sola. Reconoces que la fuente de sabiduría e inteligencia no está dentro de ti. Admites tu debilidad espiritual, y extiendes la mano para aferrarte a la sabiduría verdadera. Esta posición y el deleite que puedes tener en la Palabra te sostendrán en medio de la lucha espiritual.

Puedes y debes aprender mucha información de tus maestros, jefes, o padres impíos. Pero, no te dejes engañar por el enemigo que quiere que vivas en la necedad de este mundo. Haz tu trabajo, estudia mucho, obedece y respeta a tus autoridades, pero busca la verdadera sabiduría humildemente en la Palabra de Dios.

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Sobre el autor

Susi Bixby

Tiene 21 años de casada con Mateo, y ama a sus tres regalos de Dios: Aaron, Ana y David. Deseando vivir el diseño de Dios para su vida, dedica la mayor parte de su energía a su familia. Es esposa … leer más …

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