Aún en medio de la tragedia, Dios es bueno

Escrito por Hannah Edwards

El horror me envuelve de una manera asfixiante. «Charles Wesco ha recibido un disparo  en la cabeza.» Yo estaba de pie en mi cocina un frío martes por la mañana cuando a lo lejos las noticias de Camerún llegaron a mis oídos. Esas nueve palabras resonaron en mi mente por días, entretejidas entre lágrimas y oraciones.

Fragmentos de recuerdos relacionados a Wesco marcaron mis niñez. Crecí en la iglesia con esta familia, jugando en el estacionamiento, viendo como dos de los hermanos Wesco fueron maestros de mis hijos, escuchando como uno de ellos afinaba el piano en mi sala.  

Y ahora… Charles Wesco había sido asesinado en el campo de misionero en Camerún.  

Buscando el porqué

Cuando Charles Wesco murió en el Oeste de África el 30 de octubre de 2018, solamente unas semanas después de que él y su familia se habían movido alrededor del mundo para convertirse en misioneros de la esperanza y amor de Cristo, conmoción y tristeza recorrieron familias e iglesias regresando a casa en los Estados Unidos.

La huella que dejó esta tragedia a la esposa de Charles, Stephanie –ahora viuda y sus ocho niños pequeños sin padre– muchos de nosotros estuvimos tratando de comprender el porqué esto había sucedido. ¿Por qué una madre debía decirles a sus hijos que su papi nunca regresaría a casa con ellos? ¿Por qué un Camerunés disparó a un extraño que había venido a África motivado por amor? ¿Por qué Dios no había intervenido?

Cuando la vida no te hace sentido, Romanos 8:28 este es el pasaje hacia dónde corremos. «y sabemos que para los que aman a Dios,» tenemos promesa, «todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito.»

¿Es Dios bueno? Mi corazón lloró. ¿Qué bueno hay en esto? ¿Qué propósito?

Pero ciertamente esta no es la primera vez que Dios ha escogido no intervenir en nombre de un inocente asesinado. Cuando Jesús vino a la tierra motivado por amor para salvarnos a todos, colgado en una cruz, Dios no levantó un dedo. El no pausó el sufrimiento. Él no mató a los asesinos de Jesús. Dios no rescató a Jesús, porque Jesús estaba colgado en la cruz recatándonos.

Algunos miraron y se burlaron, otros lloraron, pero ninguna parte entendió. Ellos creyeron que Dios había abandonado a Jesús. Ellos pensaron que Su muerte había sido en vano.

Pero ellos estaban equivocados.

Porque en ese sacrificio, en esa degradante muerte, estaban las semillas de vida que nada podría tocar nunca más. Lo que el hombre hizo en el pecado, Dios lo transformó en el más hermoso regalo de todos. Vida por muerte. Amor por odio. Libertad por esclavitud. A través de la sustitución de Cristo, muerte sacrificial y resurrección vinieron para nuestra salvación. Bien por mal.

Llenando los espacios vacíos

La duda es como una brisa de aire que sopla tiernas llamas de fuego. Cuando empezamos a dudar de Dios, podemos encontrarnos rápidamente nosotros mismos arrastrando todo tipo de verdad a través de las brasas. Es probable que también hayas experimentado esto también, el dolor sombrío, alguna forma o sabor, que amenaza con ahogar todas las promesas que Dios tiene para ti.

Quizá te has preguntado a ti misma, ¿si Dios no es bueno? ¿Entonces qué?

Si Dios no es bueno (Salmo 27:13), Realmente Él no es verdad, Si Él no es verdad (Juan 14:6), entonces Él nos ha mentido. Y si Él nos ha mentido acerca de Su bondad, ¿en qué otros aspectos de Su carácter ha mentido? ¿Su amor y compasión? ¿Su poder? ¿La salvación misma?

Nos enfrentamos a una elección: creer o no creer en quien Dios dice ser.

Una vez escuché a alguien explicar de nuestra lucha entre la fe y el siguiente punto de vista:

«Cuando hay una brecha entre lo que veo y lo que sé que es verdad del carácter de Dios, debería llenar esa brecha con verdad.»

Amigas, aquí es donde la vista se encuentra con la fe, no la fe ciega, ni fe infundada, si no la fe en algo que siempre ha sido constante. Esta es la que tienes que el sol se elevará de nuevo mañana, como siempre lo ha hecho. Fe en lo inmutable, lo consistente, lo infalible.

Descansando en lo constante

En cada pedacito de fealdad, en cada atrocidad sin sentido, cada muerte que llega demasiado prematura o demasiado cruel, encontramos descanso en quien Dios es.

1. Siempre es bueno.

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días.  (Salmos. 23:6).

Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo tornó en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente. (Gen. 50:20).

2. Siempre es soberano.

Nuestro Dios está en los cielos; Él hace lo que le place.  (Salmos. 115 :3).

3. Siempre es suficiente.

El Señor es mi pastor, nada me faltará (Salmos. 23:1).

4. Siempre es sabio.

Porque la necedad de Dios es más sabia que los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres (1 Cor. 1:25).

5. Siempre es compasivo.

Gritad de júbilo, cielos, y regocíjate, tierra prorrumpid, montes en gritos de alegría, porque el Señor ha consolado a su pueblo. Y de sus afligidos tendrá compasión. (Isa. 49:13).

Y aún no hemos empezado a ver la superficie de Su carácter. Debajo de cada ola de su amor hay más gracia, más misericordia y más consuelo. Detrás de las tragedias sin sentido que ocurren, más allá de la brutalidad y la violencia que nunca deberían ser pero son, hay un Dios bueno y amoroso con un propósito, y algún día Él corregirá todos los errores.  (2 Cor. 5:10; Heb. 4:13).

Y aquí está la inquebrantable esperanza en cada circunstancia que nos enfrentemos en esta vida: Nuestro Dios no puede contradecir Su carácter. Él es incapaz de ser otra cosa que quien ya es. «Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos» (Heb. 13:8). Por eso Dios no puede pecar. Y por eso Él no puede ser más que bueno.

«Tenemos un Dios amoroso en quien podemos apoyarnos (ya sea aquí [en Camerún] o en los EE. UU.) quién está más allá de toda duda, en el control soberano de quién cae y dónde puedan existir armas, incluso hasta del pequeño gorrión.» –Charles Wesco, nueve días antes de que estuviera en la presencia de Jesús.

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