Pensarías que de todas las personas, Jesús, estaría exento de la tentación, ¿verdad? Quiero decir, Él estaba lleno del Espíritu (Lucas 4:1). ¡Él era… Dios! Y también era completamente hombre, y Hebreos 2:17 explica que Él tenía que ser tentado:
“Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos (esas somos nosotras) en todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo.”
De hecho, Jesús conoce el dolor de la tentación más agudamente que tú y yo jamás pudiéramos sentirlo, precisamente porque Él nunca cedió a ella—Él fue tentado por largo tiempo y frecuentemente, pero siempre sin pecado. ¡(Heb. 4:15)!
Si estás leyendo El Cristo Incomparable por J. Oswald Sanders (y/o si has seguido las enseñanzas de este libro por Nancy Leigh DeMoss), sabrás que un programa en particular se enfoca en la tentación de Cristo. Estoy feliz de que Dios registrara ese conjunto de tentaciones particulares que Jesús enfrentó ¡podemos aprender mucho sobre esto!
Puedes leer sobre las tres tentaciones por ti misma en Lucas 4. Me gusta la manera en que J. Oswald Sanders resume estas tres tentaciones: “En cada tentación Satanás trató de inducir a Jesús a actuar de manera contraria a la completa dependencia de Dios” (p.86).
La primera tentación parecía tan legítima. Jesús no había comido nada en los 40 días que estuvo en el desierto. ¡Él debía estar hambriento! Satanás lo tienta a convertir las piedras en pan (la cual, por cierto, hubiera sido tan fácil de hacer para Jesús como para nosotras abrir el grifo y obtener agua). Pero, en las palabras de Sanders, “(Jesús) prefiere quedarse hambriento a moverse fuera de la voluntad de Su Padre. Él espera la palabra y provisión de Su Padre” (pp. 86-87). ¿En serio?
Esta no fue la única forma en la que Satanás tentó a Jesús a irse delante de Su Padre. Justo después de esta tentación, Satanás le muestra a Jesús todos los reinos del mundo, y le ofrece autoridad sobre ellos si Jesús solo le adorara. Sanders comenta, “Jesús definitivamente vino a obtener todo el poder y la gloria, pero Él iba a recibirlo en el tiempo y a la manera de Su Padre. Y la manera de Su Padre incluía la muerte en una cruz. Él percibió que Satanás le estaba ofreciendo una corona sin la cruz” (pp. 88-89).
¡Wow! ¿A qué es lo que el enemigo te está tentando hoy a obtener por ti misma, en lugar de esperar a la provisión de tu Padre? En tu tentación, ¿Estás confiando en Dios como Jesús lo hizo?
Hebreos 2:18 nos dice:
“Pues por cuanto Él mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados.”
Jesús es capaz de ayudarte a ti y a mí, ahora mismo, si tan solo clamáramos y dependiéramos de Él en nuestras tentaciones. Recuerda, ¡Él ha estado allí!
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