Solía aburrirme cuando escuchaba predicaciones sobre el mensaje de salvación. «Eso es para las personas no salvas», pensaba, «esto no aplica a mí, pues yo ya soy salva», como si el evangelio fuera una cosa de una sola vez y ya. Fui salva cuando tenía cuatro años. Eso era asunto del pasado, yo quería seguir creciendo en mi vida cristiana. «Denme sermones sobre conocer la voluntad, la pureza de Dios, amar a mi prójimo y el matrimonio». Quería escuchar las cosas que aplicaban a mi etapa actual de vida.
Y luego fui a la universidad y, por la gracia de Dios, caí de rodillas ante Cristo. Él impactó con tanta fuerza mi corazón que me llevó al entendimiento (ese asombroso entendimiento que destroza el mundo) de que el evangelio es mi vida. Gracias a Cristo y a su obra en la cruz, no fui salva para considerar otra cosa que no sea lo que Jesús hizo por mí allí. Fui salva para sentarme a los pies de su cruz, adorarle, crecer en Él y volverme más y más como Él.
Estaba destruida y fue asombroso. Lo que creía saber sobre la vida cristiana había cambiado radicalmente y solo quería más y más. ¿Su cruz? Lo cambia todo.
Antes no lo entendía. Creí que Jesucristo me salvó, pero no comprendía que el evangelio era el fundamento en el que estaba parada. El evangelio no es un evento aislado. Es el medio por el cual somos salvos y es el poder por el cual vivimos para Cristo.
El evangelio es la base de nuestra vida
El evangelio nos hace nuevas criaturas en Cristo (2 Cor. 5:17). Nos libera de la esclavitud del pecado (Gál. 5: 1). Escribe «perdonado» en nuestros corazones (Ef. 1:7). Posiblemente, sabes estas cosas como información en tu cabeza, pero ese conocimiento en tu cabeza ¿ha impactado tu corazón? ¿Alguna vez has pensado cómo se ha transformado toda tu vida debido a todo lo que el evangelio hace nuevo?
Cuando contemplamos lo que Cristo hizo para salvarnos, tenemos la motivación de dedicar nuestras vidas a Él. Hay una deuda que se ha pagado por nosotros. Mientras disfrutamos de esa gloriosa realidad, comenzamos a comprender que no podemos hacer nada más que reflejar las alabanzas de Dios en agradecimiento.
El evangelio es la base de nuestra acción de gracias
«Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él; firmemente arraigados y edificados en Él y confirmados en su fe, tal como fueron instruidos, rebosando de gratitud (…).
Y cuando ustedes estaban muertos en sus delitos y en la incircuncisión de su carne, Dios les dio vida juntamente con Cristo, habiéndonos perdonado todos los delitos, habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz. Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él» .(Col. 2: 6-7; 13-15, énfasis añadido).
En este pasaje se nos dice que abundemos en acción de gracias, y Pablo nos dice la razón: porque Cristo nos ha hecho vivos con Él, perdonando nuestros pecados y cancelando nuestras deudas.
¿Quieres tener gozo? ¿Quieres cultivar un corazón agradecido? Comienza con el evangelio. Piensa con frecuencia en tu Salvador. Medita en pasajes de las Escrituras sobre el evangelio.
Deja que la verdad del evangelio se filtre en tu alma tan profundamente que no puedas pasar un solo día sin alabar al Señor por lo que ha hecho.
Agradeciendo por el evangelio
Estamos disfrutando de una temporada con un énfasis especial en dar gracias. No sé si te pasa, pero a veces parece que estoy presionando mi cerebro, diciéndole que esté agradecido, porque se supone que debe estar agradecido. Sin embargo, he descubierto que obligar a tu cerebro a ser agradecido, no siempre funciona.
El evangelio cambia eso. Nos hace sinceramente agradecidos. No se necesita obligar al cerebro. No hay listas forzadas de «Estoy agradecido». El enfoque del evangelio cultiva la gratitud de formas que nunca esperaríamos.
¿Qué tal si pasamos esta temporada enfocándonos, reflexionando, glorificándonos en el evangelio de Cristo? Elige un pasaje de las Escrituras y medita allí. Lucha con eso, pidiéndole al Espíritu Santo que guíe tus pensamientos. Haz un diario de oraciones de agradecimiento a Cristo.
Aquí hay algunos pasajes de las Escrituras e ideas para ayudarte a comenzar:
- Profundiza en estos pasajes:
Salmos 103
Colosenses 2:6-15
Tito 3:3–7
Isaías 53
- Elige uno de los cuatro evangelios y lee todo el libro esta semana. Considera cuidadosamente la vida, la crucifixión, la sepultura y la resurrección victoriosa de Cristo.
- Mientras lees, subraya los versos que se destacan para ti. Escríbelos en tu diario o en tarjetas de notas. Toma notas en las márgenes de tu Biblia.
- Ora los Salmos de acción de gracias. Aquí hay algunos:
Salmos 65
Salmos 67
Salmos 92
Salmos 98
Salmos 100
Salmos 111
Salmos 145
Salmos 150
- Ponte tus audífonos y escucha estos pódcasts de Aviva Nuestros Corazones:
Características de un corazón agradecido
- Dedica un tiempo extendido de oración para agradecer a Dios por su glorioso don de salvación. Agradécele por cómo ha cambiado tu vida, ora las Escrituras, ora por las personas que necesitan el evangelio.
¿Cómo ha cambiado tu vida el glorioso evangelio de Cristo? ¿Cómo te ha hecho sentir agradecida? ¿Pasarás tiempo adorando y agradeciendo a Cristo esta semana? Házmelo saber.
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