“Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
Navidad se trata de la llegada de Cristo al mundo. Jesucristo, el Hijo de Dios, se encarnó. La encarnación es una misteriosa y maravillosa doctrina fundamental de nuestra fe. El Dios del universo, el que fue desde el principio, el eterno, el Creador de todo, el gran Tejedor ahora tejido en el vientre de María.
“Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:3-11).
Esto celebramos en la Navidad. El Hijo de Dios no consideró el ser igual a Dios y se humilló. Celebramos a Emmanuel: ¡Dios con nosotros!
¿Y para qué vino Jesús? ¿Por qué los ángeles llamaban su venida “buenas nuevas de gran gozo” (Lucas 2:10)?
“Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).
Jesús vino, no para enseñorearse, sino para servirnos. Piensa en esto: Dios vino a la tierra para servirte a ti y a mi! En su vida y en su muerte, Jesucristo vino a servirnos. Cristo es nuestro Señor y nuestro siervo a la vez, y nos llama a seguir sus pisadas.
Veamos el contexto del pasaje anterior:
“Sabéis que los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos. Pero entre vosotros no es así, sino que cualquiera de vosotros que desee llegar a ser grande será vuestro servidor, y cualquiera de vosotros que desee ser el primero será siervo de todos. Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:42-45).
Un día los discipulos Juan y Jacobo estaban discutiendo quién de ellos se iba a sentar a la derecha de Cristo en gloria. Pero Cristo les recordó que su camino es un camino de humillación y de servicio hasta la muerte. “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34).
Nuestro gran Siervo nos llama a servir y últimamente a morir.
“Por todos murió [Cristo], para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Corintios 5:15).
“Nosotros amamos, porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19). Porque El se hizo como nosotros, porque Él se humilló, porque Él nos sirvió, nosotros nos humillamos, servimos y amamos a un mundo perdido. La Navidad es una época que nos recuerda que “más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).
Nosotros seguimos a un Cristo encarnado, y así nosotros, día a día, nos despojamos del “yo” en amor y servicio a los demás, desde nuestros familiares y amigos más cercanos, hasta los olvidados, los pobres, y los que no conocen a Jesús. En esta Navidad, despójate de ti misma y sigue a tu Siervo, sirviendo.
Sabemos que nunca haremos esto perfectamente. Nuestro servicio nunca será suficiente. ¡Por eso damos gracias a Dios por el Evangelio!
El Pastor John Piper, en un mensaje de Navidad, dijo:
“Si el cristianismo fuera solo un gran y radical maestro llamando a la obediencia sacrificial de los discípulos radicales, no sería una buena noticia. Sería otra ideología. Otra filosofía. Otro programa de mejora moral. Si la Navidad sólo significaba que un hombre apareció en la escena de la historia para llamar a otros para ser sirvientes, no sería una buena noticia. Lo que necesitamos es Alguien que puede perdonar nuestros pecados y rescatarnos de la culpa y la muerte y la ira de Dios, y que puede darnos una nueva vida con el poder de morir unos por otros en el servicio del amor.
La buena noticia (la buena noticia de la Navidad) es que el llamado radical al discipulado cristiano no es un llamado a servir a Jesús, sino a ser servido por Jesús mientras servimos a los demás y somos rescatados por él de la muerte… La vida cristiana es una vida de servir a otros en la fuerza que él provee como nuestro siervo. Es amar a los demás con el amor que nos da como nuestro siervo. Es sacrificar y sufrir con la esperanza, la alegría y la paciencia que él nos da como siervo nuestro. La vida cristiana es caminar en la sombra de nuestro Rey siervo.”
Reflexionemos:
Te encuentras pensando en lo que tu quieres o deseas en la para ti más que en servir a los demás en la Navidad?
¿De qué maneras puedes “servir y no ser servido” en esta Navidad?
John Piper
"The Son of Man Came to Give His Life a Ransom for Many" (December 24, 1995)
http://www.desiringgod.org/messages/the-son-of-man-came-to-give-his-life-a-ransom-for-many
"The Son of Man Came to Serve" (December 17, 1995)
http://www.desiringgod.org/messages/the-son-of-man-came-to-serve
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