9 marcas para la estudiante perfecta

En la preparatoria, yo era la definición del libro de texto de una estudiante sobresaliente. Era la alumna que pasaba horas haciendo elaborados proyectos de cartulina que las maestras guardan para los próximos años usarlos como ejemplo. Actuaba como si mi clase de Historia fuera un programa de “Jeopardy” y levantaba mi mano para contestar preguntas antes de los otros tuvieran siquiera tiempo de checar sus notas. Era la secretaria del consejo estudiantil, presidente de la Sociedad Nacional de Honor, y en verdad quería el certificado de asistencia perfecta al final del año. Fui una de cuatro estudiantes sobresalientes y recibí el reconocimiento al “Mejor Alumno del Inglés” cuatro años consecutivos.

Miro hacia atrás y me rio de mi intensidad, pero tristemente también me doy cuenta que mi enfoque no estaba exactamente donde debía estar. Veía las calificaciones y premios y aprobación de los maestros; pero no siempre veía a las personas y sus sentimientos o mi propia necesidad de un ajuste de identidad. Me veía a mí misma como estudiante sobresaliente – algo que debía mantener a toda costa. No me veía a mí misma como aprobada por un amoroso Padre quien ya había logrado la perfección para mí.

Si te puedes identificar con ser una alumna motivada por la visión de un 100 rojo circulado en la parte superior de tu examen (con una calcomanía que diga “!Buen Trabajo!”), necesitarás estas verdades al regresar a la escuela

1. Si se te ha dado un regalo, no está mal usarlo.

Las estudiantes sobresalientes tienen una mala reputación. ¿Alguna vez acertaste algún proyecto o examen y después te bombardearon por quejidos y miradas de los alumnos a tu alrededor? Recuerdo esos días.

Pero si eres una alumna que busca los dieces con inteligencia sobresaliente, es obvio que Dios te ha dotado con habilidades y talentos. (Esto no es para decir que si no tienes solo 100´es que Dios ha decidido que no eres digna de tales regalos. Simplemente has sido dotada diferente). Si las matemáticas son fáciles para ti o encuentras un profundo gozo en un soneto bien escrito, sería realmente malo ignorar esos regalos y fallar en usarlos. Tú honras al Señor al poner tus habilidades a usarse.

Habiendo dicho esto, no es malo buscar calificaciones perfectas o sobresalir en tus clases. Lo que importa es cómo manejas tus éxitos académicos con tu actitud y acciones. Hablemos sobre el siguiente punto…

2. Guárdate del orgullo. La gloria no es tuya.

Si ondeas tus examines perfectos en el rostro de otros, vas a recibir algunas quejas – y pudieras perder algunos amigos. Porque el orgullo no es atractivo.

Delante de la destrucción va el orgullo,

y delante de la caída, la altivez de espíritu.

(Prov. 16:18).

Dios no nos bendice con habilidades y luego nos permite robar el crédito. La gloria y alabanza de nuestros éxitos justamente le pertenece a Él, nuestro Creador.

Pero Él da mayor gracia. Por eso dice: Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes”. (Santiago 4:6).

Cuando obtienes ese 100, cuando tu profesor dice, “impresionante trabajo”, cuando recibes ese certificado, es una oportunidad de ser humilde, dándote cuenta que la gloria no te pertenece.

Dios te ha bendecido; devuélvele esa bendición a Él.

3. Dios te va a fortalecer para que puedas lograr mucho para Su Gloria.

Como estudiante sobresaliente, es probable que estés intentando manejar muchas cosas – una carga pesada de clases, clases extracurriculares, crédito extra, trabajo voluntario, apoyo escolar. La lista sigue. Y es demasiado fácil seguir y seguir y seguir en un estrado estresado y agobiado. Allí es cuando el agotamiento sucede. Allí es cuando el colapso sucede. Allí es cuando queremos quedarnos en la cama porque nuestras amenazantes listas de cosas por hacer son demasiado largas.

Aquí está lo que necesitas saber: Dios puede – y va a – proveer la fuerza que necesitas (Salmo 28:6–7), aunque puede que no cubra todo en tu lista.

Aquí hay un extracto de Mentiras Que las Mujeres Creen por Nancy DeMoss Wolgemuth sobre el tiempo y prioridades:

La frustración es el derivado de intentar cumplir responsabilidades que Dios no destino que nosotras carguemos. Libertad, gozo y abundancia vienen de buscar determinar las prioridades de Dios para cada temporada de nuestra vida, y entonces disponernos a cumplir esas prioridades, en el poder de Su Espíritu, dándonos cuenta que Él ha provisto el tiempo y habilidad necesarias para hacer todo lo que Él nos ha llamado a hacer (p. 120).

Dios nos sostiene con Su fuerza. Pero Él también nos creó para ser humanas – no súper mujeres. Conoce que Él va a proveer lo que necesitas para lograr muchas cosas, pero también reconoce que eres finita. (¡Y duerme un poco!)

4. Dios antes que las calificaciones.

Perdón por la expresión. No lo pude resistir. Es una corta y conciso recordatorio que, sobre todo, debemos buscar a Dios antes que buscar un 100. (Salmo 63).

Seguramente eres genial para tomar notas de historia o con esa tarea de investigación. ¿Conoces esa “zona de estudio enfocado” a la que entras cuando tienes importante tarea que hacer? ¿Cómo es que no tenemos una “zona fuera distracciones y sumérgete en la Palabra”? Necesitamos una. Nuestro Salvador merece nuestra máximo enfoque y dedicación.

En unos pocos años, te graduaras de la preparatoria y universidad, y ya no vas a tener “100” que buscar. Sin embargo, aún vas a tener un Dios para el cual vivir. No pospongas el buscar a Dios y desarrollar una intimidad con Él.

(También vas a descubrir que cuando haces de Jesús tu primer prioridad, serás más apta para priorizar y honrarlo a Él con tu trabajo de la escuela).

5. Está bien ser conocida como una estudiante exitosa, pero tus compañeros deben poder ver también a Jesús.

Tus amigos no solo te deben conocer como una estudiante trabajadora. Ellos deben conocerte como una chica quien ama a Dios, Su Palabra y a otras personas.

6. Si estás orientada hacia el trabajo, entiende la necesidad de estar más frecuentemente orientada hacia las personas.

Si estás trabajando duro en alguna tarea y prefieres que las personas simplemente se quiten de tu camino para que puedas terminar, probablemente estás orientada hacia el trabajo en lugar de hacia las personas. Yo estoy orientada al trabajo siempre. Los proyectos en equipo donde todos estaban trabajando en la misma tarea juntos simplemente me horrorizaban. Es algo de mi personalidad.

Como puedes imaginarte, estar orientada hacia el trabajo tiene sus dificultades. Pasamos por encima de las personas. Herimos sus sentimientos por el bien de una calificación. No siempre somos muy amables…

Así que necesitamos comprender cómo ser un poco menos orientados hacia el trabajo y más orientadas hacia las personas.

Valora tus compañeros - su trabajo y sus opiniones.

Alaba un trabajo bien hecho.

Considera los sentimientos de aquellos con quienes estás trabajando.

Jesús amaba las almas, no los proyectos. Sigamos Su ejemplo.

7. Otros alumnos pudieran necesitar tu ayuda. Disponte a darla.

Estás trabajando en tu tarea de matemáticas, un amigo pide ayuda, y algo como esto pasa en tu mente:

¿En serio? ¿No sabes cómo hacer este problema? No quiero que me interrumpan – ¿y porque debo ayudarte a sacar mejor calificación?

Nuestro orgullo nos dice que pretendamos que ni siquiera lo escuchamos. El amor de Cristo nos dice que nos debe importar, que debemos hacer una pausa y ofrecer ayuda. Eso es lo que hace el amor.

Nunca sabes cómo puedes animar a alguien al ofrecer cinco minutos de ayuda.

8. Libera la válvula de presión de la perfección.

Si la presión de ser absolutamente perfecta se ha acumulado tanto que estas al borde de la explosión, lentamente libera la válvula. No tienes que ser perfecta.

La perfección puede controlar nuestras vidas como una adicción, pero Jesús nos ha librado de todos sus esfuerzos idólatras y orgullosos y presiones.

9. Dios te ama – tengas calificaciones perfectas o no.

Si siempre sacas 100, Dios te ama. Si repruebas todas tus materias, Él te ama igual. Su amor no está basado en tu desempeño; no tienes que lograr nada para ser amada incondicionalmente por nuestro Padre celestial.  Aférrate a esta verdad:

Con todo mi corazón te daré gracias;

en presencia de los dioses te cantaré alabanzas.

Me postraré hacia tu santo templo,

y daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad;

porque has engrandecido tu palabra conforme a todo tu nombre.

En el día que invoqué, me respondiste;

me hiciste valiente con fortaleza en mi alma. (Ps. 138:1–3).

Así que alumna de calificaciones perfectas, ¿hay algo más que agregarías a esta lista? ¿Algo te llamó la atención? Deja un comentario. No puedo esperar para escuchar de ti

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Sobre el autor

Samantha Keller

A Samantha le encantan los días en el lago, el café fuerte y escribir sobre las formas en que Jesús transforma nuestros desórdenes cotidianos en hermosas historias. Le encantan las cuatro estaciones en el norte de Indiana y usualmente viste … leer más …

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