Escrito por Matt Reagan
La Princesa Prometida (1987) abarca todo el espectro de deleites de los amantes del cine. Cuenta con uno de los guiones de película más inteligentes de todos los tiempos, e incluye una gran cantidad de honestidad refrescante acerca de la vida. En particular, una línea del abuelo y narrador ha permanecido conmigo desde la primera vez que la vi: y se ha asentado cada vez más profundo a medida que la he vuelto a ver en múltiples ocasiones.
El joven, enfermo en cama, detiene la lectura de La Princesa Prometida de su abuelo durante una descripción de una secuencia especialmente injusta donde la princesa está siendo obligada a casarse con el malvado príncipe. Con indignación, él declara: “No es justo”. La respuesta de su abuelo gotea con sabiduría de lo alto:
Bueno, ¿quién dice que la vida es justa? ¿Dónde está eso escrito?
Simple y brillante. Y muy necesario hoy en día. El reto subyacente es claro: Examina tus suposiciones. Nuestra sociedad acarrea cientos de supuestos sin pensar, y nosotros, los cristianos, debemos preguntar astutamente y con frecuencia: “¿Quién dice? ¿Lo dice Dios? ¿Es bíblico?”
La siguiente es una lista de siete de las declaraciones sobre verdad más notoriamente asumidas en la cultura popular de hoy, con una verificación bíblica para cada una.
1) “Todo saldrá bien”.
¿Quién dice? A menos que el que habla quiere decir que “todas las cosas cooperan para bien de los que aman a Dios y son llamados conforme a su propósito” (Romanos 8:28), que es específicamente para verlos “conformados a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29), mientras que están “a la espera de la esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13), entonces es simplemente una ilusión.
“Todo saldrá bien” no es el mantra del pueblo de Swazilandia, donde la epidemia de SIDA está fuera de control, o en Siria, donde está siempre presente el terror de ISIS. Solo la Biblia ofrece una esperanza fija y específica que arraiga una declaración tan radical en el firme terreno de la realidad.
2) “Lo más importante es tu salud”.
¿Quién dice? Dios dice claramente: “Eres un vapor que aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” (Santiago 4:14). Cuando estás enfermo, Pablo está ahí para recordarte que tu “hombre exterior se va desgastando”, mientras que el “hombre interior se renueva día a día” (2 Corintios 4:16).
¿Es realmente lo más importante el mantener una salud impecable? Dios no lo piensa así. Él está comprometido con el despliegue de su gloria (Isaías 43:7) y te invita a abrazar esa misión como una de mayor importancia (1 Corintios 10:31). Dios no pensó que lo más importante acerca de su Hijo encarnado era su salud.
3) “Están en un mejor lugar”.
¿Quién dice? Los funerales son dolorosos por muchas razones, pero una de las más sutiles mentiras es esta de enterrar la cabeza como la avestruz, que ocurre tan desenfrenadamente. Lamentablemente, en la mayoría de los funerales las personas cuyas vidas se han caracterizado por el egocentrismo y la negación de Cristo son declaradas descaradamente como que están en el cielo.
Pero el Hijo de Dios dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que no obedece al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él” (Juan 3:36). Es mucho mejor hacer una declaración basada en la obra objetiva de Cristo por la fe que desear que las cosas pasen simplemente por decirlo.
4) “Puedes hacer cualquier cosa que te propongas”.
¿Quién dice? Esta declaración puede ser un gran anuncio de Nike, pero se basa en la ficción de la autodeterminación autónoma. Autonomía (literalmente “autogobierno”) puede ser la fuente de nuestra enfermedad, pero no es la vía para nuestra cura. No nos gusta la idea de nuestras limitaciones, pero somos hechos para ser limitados. Dios enumera esas limitaciones en su asombrosa revelación de cuatro capítulos sobre la falta de poder y comprensión de Job (Job 38-41). Y tal vez fue aún más explícito en el despliegue de nuestras limitaciones cuando puso a la humanidad pecadora bajo su ley (Romanos 3:19), dejándonos indefensos y necesitados de un Salvador (Romanos 3:20; Gálatas 3:22).
Ciertamente llevamos la imagen de Dios y tenemos increíbles capacidades creativas, pero cuando se trata de cualquier cosa que nos propongamos hacer, necesitamos desesperadamente la verdad, “La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la Ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo. Y los que están en la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:7-8).
5) “Es un buen tipo”.
¿Quién dice? Por un lado, la intención detrás de esta frase se entiende. Hay una nobleza que es reflejo de Dios en el mundo, y más allá de eso, los cristianos tienen corazones que han sido renovados por el Espíritu Santo.
Pero, por otro lado, Jesús entona una melodía muy diferente. “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios” (Marcos 10:18). Pablo hace eco de ese criterio cuando se declara a sí mismo el primero de todos los pecadores (1 Timoteo 1:15). Nunca hay un momento en que dejamos atrás la identidad de pecadores salvados, en necesidad de la gracia de Dios, incluso en la eternidad.
6) “Sigue tu corazón”.
¿Quién dice? Durante décadas, Disney ha enternecido los corazones de millones de personas con este, a veces evidente y a veces encubierto, tema. Pero el seguir nuestro corazón no es una recomendación bíblica. Pablo agoniza sobre su corazón dividido en Romanos 7:24, “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”. Esa no es ninguna exhortación a confiar en uno mismo.
Es la muerte al yo, más que el aceptarse a uno mismo, lo que salva tu vida (Lucas 9:23; Mateo 16:25). Así que cuando el seguir al corazón sin restricciones te tiente, recuerda las palabras de Jesús a Pedro: “¿A ti qué? Tú, Sígueme”. (Juan 21:22).
7) “Todas las cosas buenas deben llegar a su fin”.
¿Quién dice? Este axioma ampliamente aceptado es un mecanismo de defensa descarado. Dado que habitar en un mundo quebrantado duele —y eso sin falla— debemos inventar un anestésico verbal para evitar ser desmoronados emocionalmente.
Pero es una mentira. Dios tiene un final diferente en mente. “El enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado” (Apocalipsis 21:4). En la economía de Dios, todas las cosas malas llegarán a su fin, pero la mejor de las cosas perdurarán por toda la eternidad.
Renueva tu mente
Cuidado con el espíritu de la época. Sus labios gotean con miel. Será un deleite para tus oídos, pero con el tiempo, sus adagios conducen a la muerte.
Así que cuando una declaración que suene dulce y aparentemente obvia golpee tus oídos, “No se adapten a este mundo, sino sean transformados mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto” (Romanos 12:2).
Tomado de Coalición por el Evangelio
Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Alejandra E. Fernandez
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