Imagínate que comienzas a trabajar como oficial de investigación de un caso muy importante y te piden que vayas al lugar de los hechos con el fin de presentar un informe de lo que sucedió allí. De camino a la escena te encuentras con un investigador de muchísima experiencia que está dispuesto a entrenarte para que observes en los lugares correctos y ofrece darte pistas que te ayudarán a construir de manera más rápida el caso. Efectivamente, recibes la instrucción que necesitas y te vas con mucha expectativa a hacer tu trabajo porque te sientes equipada para hacerlo.
Eso mismo fue lo que experimenté al leer los consejos de Howard Hendricks acerca de cómo observar y leer mejor la Biblia[1]. No se si te ha pasado como a mí que a pesar de que amaba leer la Palabra de Dios, me sentía desprovista de herramientas que me ayudaran a entender a profundidad lo que estaba delante de mis ojos. Así que hoy quiero compartirte las pistas que te ayudará a observar mejor mientras tratas de descubrir lo que el Espíritu de Dios quiso comunicar en cada versículo de la Biblia.
Lo primero que necesitas es convertirte en una observadora de primera categoría, la observación es el primer paso del estudio bíblico. En una publicación anterior compartimos las estrategias para leer mejor y en esta ocasión conocerás las señales a las que tienes que atender a la hora de estudiar la Palabra de Dios.
Presta atención y marca las:
1. Cosas que se enfatizan
Necesitamos observar qué tanto se resaltan las ideas, los personajes, los eventos o cualquier otra cosa en la Biblia. Una manera de identificarlo es notando la cantidad de espacio que el autor dedica a un solo tema. Por ejemplo vemos que en los primeros 11 capítulo de Génesis se condensa un montón de información, sin embargo en el mismo libro podemos observar que las historias de Abraham, Isaac, Jacob y José toman 38 capítulos.
También podemos distinguir el énfasis es identificando si el autor comparte una declaración de propósito. En otras palabras, si el escritor dice de manera clara cuál es su intención, como lo vemos en Juan 20:30-3, “éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengáis vida en su nombre”. Además, es muy importante observar el orden en que están escritas las cosas (¿por qué Jesús llamó a los discípulos en ese orden? ¿por qué apareo a algunos al llamarlos? Lucas 6:14-16) Presta atención a los detalles. Mira si lo que lees te lleva a un clímax o va construyendo un concepto de párrafo en párrafo. Notar si las cosas van de menos a más o viceversa, nos ayuda a tener más agudeza.
2. Cosas que se repiten
¿Sabes por qué tu mamá te repite una y otra vez lo que es importante? ¡Para que no se olvide! No existe una herramienta de enseñanza más poderosa que la repetición. La repetición es el pegamento que nos ayuda a fijar conceptos en nuestra mente. Por eso mira lo que el autor está repitiendo porque es muy probable que esa sea su señal de que es importante. Entonces, ¿qué observar? Los términos, palabras o frases que se mencionan una y otra vez, como en el Salmo 136. Nota cuando un personaje reaparece en la escena, cuando encuentras pasajes del Antiguo Testamento que se encuentran en el Nuevo Testamento (¡esos son mis favoritos!).
Marca los incidentes que ves repetirse como un patrón porque pueden estar diciéndote algo acerca de la condición del hombre, de la grandeza de Dios. ¡Hay tanto que observar y descubrir!
3. Cosas que se relacionan
Busca las cosas que tienen conexión unas con otras, nota cada interacción, cuando una historia se va de lo general a lo particular, como cuando se pinta un panorama pero luego se va a los detalles (¿te imaginas que la historia de la creación fuera solo Génesis 1:1? Mira como Dios en los próximos versículos se va los detalles). Observar con cuidadosamente la causa y el efecto te ayudará a ver que merece tu atención, mira como la persecución, por ejemplo, causó que la predicación del Evangelio avanzara en Hechos 8:1 y 8:4.
Otra manera de distinguir lo que se relaciona es con las preguntas y respuestas, uno de los ejemplos que Hendricks da es el de Romanos 6:1 “¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde?”, la respuesta a es “de ninguna manera”. Muchas veces la pregunta contiene tanta información que puede contener la respuesta en sí misma. Las pregunta y respuestas son una herramienta poderosa que necesitas tomar en cuenta, pueden ayudarte a descifrar lo que el texto quiere decir.
4. Cosas que se asemejan
¡Alerta! Si tienes un libro de gramática a lo mejor sea buena idea que lo desempolves. Los autores bíblicos nos levantan banderas que nos indican que hay similitudes a las que necesitamos atender cuando usan las palabras "semejante a", "tan", "como", o "igual que". Se tratan de símiles y se utilizan para establecer una comparación entre dos cosas. (Haz el ejercicio con 1 Pedro 2:2). También debemos prestar atención a las metáforas y entender la diferencia de la categoría anterior. A diferencia del símil, en la metáfora un término representa y sustituye al otro. (Haz el ejercicio con Juan 15:1, aquí obviamente se está hablando de manera figurativa y no literal).
5. Cosas que difieren
El otro lado de la moneda de la comparación es el contraste. Cuando ves un “pero” o “en cambio” ahí encontrarás un agente que cambia el juego de la idea que se está presentando. Como en Gálatas 5 cuando presenta los frutos de la carne y en el versículo 22 hace un variación y dice: “en cambio el fruto del Espíritu es…”.
Las metáforas y el uso de la ironía pueden marcar contraste y nos apuntan a donde nuestros ojos deben fijarse.
6. Cosas que son una realidad de la vida
Esta es una de mis favoritas. Necesitas preguntarte, ¿qué dice el pasaje de la realidad de la vida? ¿Cómo se relaciona con mi experiencia?
Trata de ubicarte en el tiempo en que fue escrito, ponte en los zapatos del personaje, piensa cómo pudo haberse sentido. Intenta mirar un poco mas allá de las letras y en vez de leer como un ejercicio intelectual, hazlo como quien lee una historia de la vida real. Algo fascinante que la Biblia posee es que no pinta una imagen perfecta de sus personajes, en cada historia podemos ver que Dios nunca escondió el pecado de aquellos a quienes llamó. Mientras mas tratemos de observar y relacionarnos con las historias narradas en la Escritura, más nos daremos cuenta de que todos hemos sido cortados de la misma tela, todos tenemos la misma necesidad de salvación.
Así que como un detective, explora la Palabra de Dios tomando en cuenta las cosas a las que necesitas prestar atención. Y unámonos al salmista cuando oraba “abre mis ojos, para que vea las verdades maravillosas que hay en tus enseñanzas”[2], que Dios ilumine nuestro entendimiento y que podamos observar la hermosura que se encuentra en Su Palabra.
¡Usa tu mano para recordar!
[1] Living by the book. Howard G. Hendricks, William D. Hendricks
[2] Salmos 119:18 (NTV)
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