5 conversaciones incómodas que necesitas tener con tus padres

Así que eres padre, o eres adolescente. Eso quiere decir que sabes lo que viene. Lo puedes sentir profundamente dentro de ti, ver en el contacto visual interrumpido y la garganta aclarada. Lo puedes escuchar en las nerviosas, silenciosas palabras forzadas: «Tenemos que hablar».

Tú y yo, padre y adolescente, estamos a punto de sentarnos a hablar sobre algo serio. Sea lo que sea, es un asunto delicado, y los dos estamos incómodos. Es una conversación incómoda.

La incomodidad es algo que a nosotros los humanos nos encanta evitar. A nadie le gusta cómo le hace sentir. Pero para adolescentes y padres seguidores de Cristo, la incomodidad es una parte ineludible del aprendizaje. Jesús mismo pudiera ser llamado el maestro de las conversaciones incómodas.  Él modeló la realidad de que las conversaciones difíciles son necesarias por el bien del crecimiento del evangelio. Sus jóvenes discípulos en la Palestina del primer siglo aprendieron esto, y Sus jóvenes discípulos en la América de la actualidad necesitan aprenderlo también.

Como adolescente y seguidora de Cristo, quiero compartir contigo cinco conversaciones incómodas y santificadoras que creo que cada adolescente y sus padres deben tener.

1. Sexualidad

Si existiera una definición en el diccionario para «conversaciones incómodas entre padres y adolescentes», solo diría «SEXO», y lo diría todo en letras mayúsculas. Estas conversaciones son sin lugar a dudas las más extrañas e incómodas conversaciones que jamás haya tenido con mis papás. Sin embargo al ir formando mis creencias sobre la sexualidad, he necesitado que mis padres me equipen con un marco de referencia sano y bíblico para poder hacerlo. He necesitado (y continúo necesitando) diálogo continuo y una invitación abierta para una comunicación vulnerable.

Y he sido bendecida con tener eso. Pero nuestras conversaciones sobre la sexualidad aun me hacen sentir apenada. Tengo preguntas, confusiones y pensamientos que necesitan respuestas piadosas. Puede ser incómodo articular esos pensamientos y preguntas, y puede ser incómodo para mis padres articular respuestas difíciles. Recientemente mi mamá y yo nos sentamos a platicar sobre un libro que leí, un libro sobre las perspectivas de los adolescentes modernos sobre las redes sociales y el sexo. Este libro era impresionante y yo tenía muchas preguntas y pensamientos, pero mi mamá me hizo sentir cómoda para acercarme a ella. Me sonrojé, pero ella hizo que fuera un espacio seguro.

A través de estas conversaciones incómodas, he llegado a ver que la sexualidad es mucho más que solo un acto de sexo. Se trata de toda nuestra personalidad, de que somos creados por Dios y portadores de la imagen de varón y mujer. Y se trata de las identidades en transición –al crecer física y emocionalmente– de niños a adolescentes y a adultos. Mis padres y yo debemos tener conversaciones incómodas sobre mi feminidad, mis emociones, mis deseos, y el rol que me ha sido dado por Dios como mujer. Sin estas discusiones, no estaría bien equipada para tomar decisiones importantes y sensibles, no tendría un punto de vista responsable y bíblico sobre la sexualidad.

2. Pecado personal y cambio

Mientras que las conversaciones con mis padres sobre el sexo han sido las más incómodas, las conversaciones sobre mi pecado han sido las más dolorosas. El ser confrontada con el pecado no arrepentido (o desconocido) es increíblemente difícil. En esos momentos, instintivamente me vuelvo farisea y me pongo a la defensiva. Me siento atacada, como si papá y mamá hubieran lanzado un cruel ataque furtivo contra mí. Pero estas conversaciones me fuerzan a humillarme a mí misma delante de Dios. Despojan mis falsos pretextos y excusas y me llevan al arrepentimiento genuino. Me santifican.

Hace algunos años mi mamá dulcemente se me acercó para comentar sobre cuánto tiempo estaba pasando en mi computadora. Recuerdo la forma tensa en la que reaccioné, cómo mi orgullo quería inmediatamente detener la conversación. Me dije a mí misma lo equivocada que ella estaba. Pero también recuerdo cuando me di cuenta de que ella estaba en lo correcto y la vergüenza inesperada que llegó con esa convicción. Mi mamá sabía que era hora de un chequeo de corazón. No estaba usando mi tiempo de la mejor manera posible (Efesios 5:16), y eso la hizo decir sin miedo: «Entiendo que esto es difícil de platicar, pero te amo mucho como para pasarlo por alto».

3. Entretenimiento y redes sociales

En esta cultura obsesionada con la imagen, los padres y los adolescentes también tienen que tener algunas conversaciones incómodas sobre elecciones de entretenimiento aceptables y límites apropiados de los medios. Tal vez tú, adolescente, desesperadamente quieres ver la nueva película que todos los demás van a ver, pero tú, padre, tienes algunas genuinas preocupaciones morales. El enfrentamiento va a llegar en una conversación incómoda. Los deseos conflictivos van a enfrentarse a duelo.

Los padres tendrán que explicar por qué esa película es bíblicamente inconsistente con el amor de una persona por Jesús y la búsqueda de la santidad (1 Corintios 10:31). Adolescente, tú tendrás que someterte a esto de buena gana. Será una conversación difícil, y puede que al final aun no estés de acuerdo, pero tener esta conversación los ayudará a los dos grandemente, padre y adolescente, en su crecimiento espiritual.

4. Amigos (en y fuera de línea)

Hablar sobre amistades adolescentes en el siglo 21 es hablar sobre redes sociales. Padre, tú y tu adolescente tienen que hablar sobre seguridad y protección en línea y fuera de línea. Tienes que hablar sobre cómo hablar la verdad en amor. También tienes que hablar sobre qué tipo de amigos tenemos, y el tipo de cosas que vemos en las redes sociales.

Padres, ustedes pueden confrontarnos sobre con quién estamos pasando tiempo e incluso aconsejarnos el terminar con una amistad. Ese es su derecho dado por Dios y su responsabilidad (Proverbios 1:8–15). Ustedes están llamados a guardarnos y a cuidar de nosotros, incluso cuando no queremos ese cuidado. Las conversaciones sobre amistades y redes sociales serán dolorosas, porque vamos a darnos de topes. Tal vez ustedes tengan que herir nuestros sentimientos. Aun así, les prometo, esas son las conversaciones que mi yo más maduro y santificado va a apreciar en los años que vengan.

5. Sueños futuros y planes

Los adolescentes necesitamos hablar con los padres sobre nuestro futuro, nuestros sueños y nuestra búsqueda de Cristo en esta vida. Necesitamos largas conversaciones en grandes dosis, con respeto mutuo y espíritus gentiles. Pero inevitablemente habrá conflicto. Algunas veces, papás, no les van a gustar nuestros planes. Ustedes tendrán sus propias expectativas e ideas. Quieren lo que es mejor para nosotros, pero algunas veces no vamos a estar de acuerdo, porque tenemos nuestros propios sueños. Si no nos gusta la universidad o profesión que nuestros padres sugieren, tendremos que decirlo.

Las pláticas con mis padres sobre estudios y trabajos y rentas son incómodas. Simplemente lo son. Pero estas conversaciones son críticas para ponernos en la misma página sobre el futuro. La meta final es la unidad, así que persistimos a través de la tensión temporal para ese bien mayor.

Incomodidad por el bien del crecimiento

Mi mamá y yo frecuentemente tenemos conversaciones incómodas. Eso es probablemente porque nos sentamos una vez a la semana para tener un tiempo formal de platicar sobre mi vida, pecado, preguntas, búsquedas, futuro y fe. Frecuentemente es incómodo, particularmente cuando tenemos que hablar de cualquiera de esas cinco cosas (¡o de las cinco!). Pero aun así veo esos tiempos como esenciales para el bien de mi crecimiento personal, especialmente en el evangelio. Y ella también lo ve así.

Son esenciales porque aun cuando lo incómodo es difícil, hay una cosa peor que las conversaciones incómodas: el silencio incómodo. Silencio que viene del miedo a la comunicación. Silencio que sigue a las preguntas no hechas. Silencio que genera ignorancia e inmadurez. Silencio que fomenta la vergüenza. Silencio que ahoga el crecimiento. Silencio que trae oscuridad en lugar de luz. Silencio que esconde la verdad.

Padres y adolescentes, eviten ese silencio a toda costa. Más bien, hablen. Y cuando las conversaciones incómodas lleguen, abrácenlas, porque son mucho mejores que la alternativa.

Publicado originalmente en Desiring God.

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Sobre el autor

Jaquelle Crowe

Jacquelle Crowe es autora de This Changes Everything: How the Gospel Transforms the Teen Years (Crossway, 2017). Tambien es cofundadora de "The Young Writers Workshop". Vive en en el este de Canadá. 

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