20 cosas que me hubiera gustado saber a mis 20 años

¿Has alguna vez notado cómo los 20’s han alterado tu vida? Te has graduado de la secundaria solo para enrolarte en la escuela de la vida. Has dejado atrás tu infancia para embarcarte en la intimidante aventura de la adultez. Es una década de transición donde eres bombardeada con decisiones, decisiones y más decisiones. ¿Cómo manejarás la presión y en qué deberías basar tus decisiones?

Los autores Peter y Kelli Worall fueron una vez nuevos en todo esta cosa de la adultez también. En su libro, 20 Things We'd Tell Our Twentysomething selves, la pareja dulcemente dicen sus pasados triunfos y fallos, compartiendo con una visión retrospectiva, veinte cosas ellos hubiesen deseado saber en sus veintes.

Aún estando en los finales de mis veintes, este libro llamó mi atención. El consejo ofrecido por Kelli y Peter es bíblico y extremadamente práctico, por eso te estoy pasando lo que he aprendido de sus veinte consejos para veinte y tantos.

1. Examina tu fundamento cuidadosamente

Lo que crees acerca de Dios y el propósito de la vida afecta cada decisión que haces, así que asegura tu cosmovisión esté enraizada en la verdad, y entonces manténte firme en esa verdad.

2. Manténte enseñable

Otra forma de decir esto es que seas humilde. No lo sabes todo. Siempre hay mucho más qué aprender. Así que, ¡rodéate con sabios influenciadores y toma nota!

3. Ve más allá que tu duda

La mayoría de los jóvenes adultos en sus veintes son bombardeados con filosofías, cosmovisiones e ideas que pudiesen diferir de la manera en que fueron criados. Usa estos años como una oportunidad de abrazar la verdad y no ser vencida por el escepticismo o la duda.

4. Elige tu comunidad cuidadosamente

Tus amigos cercanos son instrumentos para darle forma a tu vida. ¿Con quién inviertes la mayor parte de tu tiempo? ¿Cómo están ellos ayudándote o estorbando tu relación con Jesús? ¿Estás siendo el tipo de amiga para otros, que quieres para ti misma?

5. Aliméntate

Es fácil olvidar cuán entrelazadas están la salud física, emocional y espiritual. Nuestro cuerpo, alma y mente, todas necesitan diariamente alimento para funcionar, así que piensa con qué te estás alimentando, literal y figurativamente.

6. Acoge y fomenta buenos hábitos

Hay numerosas decisiones que hacemos sin pensar todos los días. ¿Te preparaste instintivamente una taza de café esta mañana? ¿Te pusiste tu abrigo antes de combatir el frío? Toma un tiempo para considerar tu rutina y determinar qué debería quedarse y de qué deberías deshacerte.

7. Aprende a descansar

¿Usas «ocupado» como un distintivo? Recuerda, estar ocupado no es estar mejor y tu valor no es medido por la longitud de tu lista de cosas por hacer.

8. Sé paciente

Vivimos en un mundo de comida rápida y carriles expresos, con poca tolerancia cuando sus necesidades no se cumplen a cabalidad. Pero Dios no trabaja de esa manera. La paciencia, como se suele decir, es todavía una virtud.

9. No te preocupes

Corrie ten Boom decía muy bien: «La preocupación no vacía el mañana de su dolor; vacía el ahora de sus fuerzas» ¿Sientes que te golpeó? Quizá es hora de entregar esos miedos a Dios.

10. Ajusta tus expectativas

Las expectativas no satisfechas son una de las mayores decepciones en la vida, pero la respuesta no es ser la chica más optimista ni la más pesimista. Más que tener tener extremas expectativas en una manera u otra, aprende a aceptar con contentamiento lo que sea que venga en tu camino.

11. Toma riesgos

No de una manera tonta y como una erupción volcánica, simplemente por la aras de la emoción. Desea tomar riesgos para Dios por fe. Vive sin miedo, sabiamente y sin arrepentimientos. Recuerda, Dios no al calificado; Él califica al llamado.

12. Evalúa tus emociones

Ya seas racional o perceptiva, todas tenemos emociones, y todas muy a menudo dejamos que ellas ellas tomen lo mejor de nosotros. Las emociones en sí mismas no son malas, la clave es lo que hacemos. Controlarlas comienza primero con conocerlas, luego evaluarlas a la luz de la verdad y entonces rendirlas a Dios.

13. Prensa el dolor

Decirle a alguien que mantenga en aquello de lo que quiere escapar suena tonto e insensible. Pero el dolor sirve con un propósito, y lo creas o no, es para tu bien. Puedes confiarle a Dios tu dolor.

14. Toma el pecado seriamente

Es verdad que no hay pecado tan grande que la gracia de Dios no cubrirá, pero es también verdad que hay serias consecuencias por nuestros pecados y sería tonto de parte nuestra catalogarlas como insignificantes.

15. Abraza la gracia

Este es uno de mi dichos favoritos de todos los tiempos por la imagen de seguridad y paz que crea. La gracia es algo que gratuitamente recibimos de Dios, dejando que sature y satisfaga completamente nuestra alma. La gracia es también algo que nosotros felizmente extendemos a otros, como un abrazo con el cual ofrecemos el regalo de amor, perdón y conforte.

16. Busca la sanidad

Abandono. Abuso. Profunda pérdida. A veces la vida nos pega fuerte, dejándonos con cicatrices y heridas purulentas. No hay vergüenza en buscar consejo para aliviar procesos de eventos traumáticos o un profundo dolor. Dios usa personas y Su Palabra como parte del proceso de sanidad, así que encuentra una buena amiga o mentora y corran a Jesús juntas.

17. Vive amada

La primera cosa cada mañana, antes de quitarte las sábanas y poner tus pies en el suelo, deja que esta promesa corra a través de tu mente: «El Creador del Universo te ama apasionadamente, completamente, incondicionalmente y eternamente. Nada importa más que esto.»

18. Cultiva una perspectiva eterna

Un predicador del siglo XVIII, Jonathan Edwards, una vez oró, «¡Señor, estampa la eternidad en mis ojos!» Mantener nuestros pensamientos en el cielo, ahoga nuestros miedos y cultiva esperanza. Enfócate en las cosas que le importa a Jesús, deja ir todo lo demás.

19. Haz de la gloria de Dios tu meta

Detesto decírtelo, pero este mundo no gira alrededor de ti. Doloroso, lo sé. Pero irónicamente, la cosa que pensamos que nos destruye nuestras oportunidades de felicidad, es, de hecho, el único camino hacia nuestra verdadera felicidad.

20. Finalmente, prepárate para ser asombrada

¿Sábes lo grande que es tu Dios? Él no puede ser medido, aconsejado o completamente entendido. Nuestro Dios creó el mundo con la palabra de Su boca. Partió el Mar Rojo con el soplo del viento. Alimentó cinco mil hombres y mujeres con cinco rebanadas de pan. Levantó a una chica muerta a la vida. Le dio vista a un hombre ciego. ¡Él conquistó el pecado y la muerte en la resurrección de Su Hijo, Jesucristo! Oh, y, ¿sabes qué más? ¡Nuestro Dios es el mismo ayer, hoy y por siempre! Así que, ¡prepárate para ser sorprendida!


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