Te imaginas que alguien toque a tu puerta y te diga “tómate este líquido y experimentarás diversión y entretenimiento”. ¿Lo tomarías? No estoy muy segura de eso… te preguntarías qué contiene, averiguarías quién lo fabricó y cuál es la intención del hombre que te lo ofrece. No serías tan ingenua de poner en riesgo tu vida por la oferta de un extraño.
Sin embargo en ocasiones no actuamos de esa manera cuando nos sentamos frente a una pantalla, al escuchar una canción o al ojear una revista. Es como si pusiéramos nuestro cerebro en automático y dejáramos que todo entrara sin filtro a nuestra mente y corazón. Ese es uno de los peligros a los que se enfrenta esta generación juvenil y moderna, el dejar el cerebro en la puerta y entrar al mundo del entretenimiento sin la capacidad de discernir entre la verdad y la mentira.
¿No fue eso mismo lo que le sucedió a Eva? Esa es la raíz de todo pecado, darle la bienvenida a una mentira o en palabras más modernas a una experiencia, que te promete una mayor satisfacción que la realidad que estás viviendo. Nos sentimos atraídos por lo que parece real y la industria que está detrás lo sabe muy bien. Por esta razón en Romanos 12:2, Dios nos manda a no te adaptarnos a este mundo, sino a ser transformadas mediante la renovación de nuestras mentes, con el fin de comprobar cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.
Un ejemplo de esta tendencia es la increíble respuesta que ha obtenido la engañosa y destructiva serie “13 reasons why (Por trece razones)”. Este contenido torcido y plagado de mentiras está siendo consumido por muchas jóvenes y tiene el potencial de dañar a muchas vidas. Si no has visto esta serie te recomiendo que no lo hagas (escúchalo desde mi corazón: no te pierdes de nada). Pero si ya lo hiciste quiero ayudarte a procesar lo que has consumido de una manera bíblica para que aprendas a filtrar la mentira con la verdad de la Palabra de Dios. Así que si crees que hay algo de Hannah Baker en ti, considera que:
1. Vivimos en un mundo roto.
Caminamos sobre un mundo totalmente quebrantado. El pecado arruinó la hermosa creación de Dios y la sometió a principios totalmente contrarios a los que Él había establecido. La injusticia, el dolor y la maldad llenaron cada rincón de la Tierra… pero lo más triste es que se originaron en el corazón humano.
2. El ser humano ha sido completamente dañado por el pecado.
El pecado ha afectado todas y cada una de nuestras capacidades. Somos pecadoras, pecamos contra otros y los demás pecan contra nosotras. Y aunque hayamos recibido nueva vida en Cristo, aún estamos sometidas a un cuerpo con emociones y deseos caídos.
3. Responder al pecado con el pecado no mejorará las cosas.
A veces pensamos que el hecho de que otros hayan pecado contra nosotras nos da el derecho de pagarles con más pecado. ¡Esa fórmula no funcionará jamás! A pesar de que nuestra tendencia pecaminosa nos impulse a dañar cuando hemos sido dañadas, en Cristo tenemos el poder de hacer uso de la misma gracia que nos salvó y extenderla a otros.
4. La solución al daño que el pecado ha causado no se encuentra en otro pecador.
Nos equivocamos cuando ponemos nuestra esperanza para obtener satisfacción en un ser humano, en un pecador. Nuestro corazón no encontrará descanso a menos que ponga sus ojos en el único bueno, Jesús.
5. El Evangelio es la única solución.
En medio de tanta oscuridad podemos ver un rayo de esperanza, entre tanto dolor hay una buena noticia: ¡Hubo uno que venció! Venció el poder y el dominio del pecado que tenía a los corazones atados y sin esperanza. ¡Esa buena noticia es la que liberta al que cree! ¡Ese es el poder que te salvó!
6. Solo tu Creador puede definir tu valor.
Lo que eres lo define aquel que te compró por precio de sangre. Tu identidad se encuentra en Cristo. No permitas que nadie ponga etiquetas sobre ti, déjate marcar solo por la Palabra de Dios.
7. Hay una manera apropiada de dolerse por el pecado.
Dolerse por el pecado cometido, por el que otros cometen hacia otros o hacia nosotras es una reacción natural. No fuimos creadas para enfrentar este quebranto, por eso tenemos una necesidad urgente de salvación. Todo sufrimiento que no esté acompañado con una esperanza, te llevará a la destrucción. Ancla tu vida a las promesas seguras de nuestro Salvador.
8. No eres el centro del universo, Dios lo es.
Los medios de comunicación se han asegurado en hacerte creer que eres dueña de tu vida, que el mundo gira alrededor de ti. Esa es la gran mentira que tiene a muchas chicas cautivas en la idolatría a ellas mismas. ¡Fuiste creada para vivir para alguien mucho mas grande y poderoso que tú!
9. No fuiste creada para vivir aislada de todos.
El plan de Dios para ti es que vivas la fe en el contexto de la comunidad. Dios no te hizo para que vivas aislada, no has sido creada para funcionar así. Tus padres, líderes en la iglesia y consejeros son una muestra de la gracia de Dios para tu vida. Acércate a ellos y compárteles tu corazón.
10. La justicia es del Señor.
Vive de acuerdo a los principios de la nueva vida que tienes en Cristo. Sirve, ama, perdona y haz lo que esté a tu alcance para estar en paz con aquellos que te han dañado. Mientras tanto ocúpate en ayudar a los desvalidos y oprimidos. Y recuerda ningún acto de venganza humano podrá superar la justicia de Dios. Espera en Él, llegará un día en que el juzgará al mundo.
11. Quien te lastima no es tu verdadero enemigo.
Necesitas protegerte de todo lo que ponga en peligro tu vida. Pero no pierdas de vista quién es el verdadero enemigo. Estás en guerra pero no con las personas de carne y hueso. Si quieres permanecer firme necesitas vestirte de la armadura de Dios.
12. La confesión es una puerta para la sanidad.
Desenmascara los fantasmas que te persiguen confesando tus pecados o los pecados que se han cometido hacia ti. Saca a la luz los secretos que tienes escondidos en tu corazón y camina a la libertad que trae andar en la verdad.
13. Un día las lágrimas terminarán. Él restaurará todas las cosas.
Porque alguien murió en tu lugar, llevó todo tu quebranto y venció la muerte ahora no tienes que acudir a la muerte como una solución. El mismo poder que levantó a Cristo, mora dentro de ti para capacitarte a vivir para Dios. La mejor parte de la historia es que un día ya no habrá más dolor porque Él mismo restaurará todas las cosas. ¡En ese día se encuentra toda nuestra esperanza!
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