Durante los últimos años el tema del suicidio ha estado muy en la palestra … Un mal que lleva años en la humanidad se ha popularizado a través de los medio y las redes. ¿Hay más suicidios que años atrás? Me atrevo a afirmar que no, simplemente estamos más enterados. Pero hay una cara de este tema, una que muy pocas veces se debate. Y es ahí donde entras tú, tú que lees y escuchas todo en silencio sin contarle a nadie que lo has pensado. Esta carta es para ti.
Amada hermana
¡Hola!
Preguntarte cómo estás resulta innecesario… Solo puedo imaginármelo. Si estás leyendo esto es muy posible que hayas contemplado o estés contemplando en este momento la idea de rendirte. Sí, rendirse suena como la mejor idea y de hecho, lo es. Solo que no de la forma en que has pensando hacerlo. Asumiré en la adelante que solo tú estás leyendo esta carta, porque solo a ti te la escribo, desde lo más profundo de mi corazón.
¿Te ha pasado por la mente quitarte la vida? Seamos honestas, no tienes que aparentar conmigo, yo lo he pensado. Más de una vez y más de una vez lo he intentado. Pero aquí estoy, sana, salva y viva, únicamente por la misericordia de un Dios bueno. Quizás piensas que no sé lo que se siente en tu caso particular, y es la verdad. No conozco tu dolor, ese solo puedo imaginármelo. Fui a la universidad para aprender a ayudar a la gente y ahí me enseñaron que las personas se suicidan cuando sus problemas o su percepción de estos supera su habilidad para lidiar con ellos.
La experiencia, más que los libros, me ha demostrado que solo hay tres cosas que te llevan a estar contemplando esta idea. Solo tres, tu pasado, tu presente o tu futuro. Suena MUY general lo sé, pero te aseguro que te encuentras en uno de esos puntos, queriendo borrar el pasado, escapar de tu presente o evitar un futuro al que le temes.
No sabes cuánto daría por sentarme contigo ahora y escucharte, mirarte y abrazarte y darte lo único que ningún psiquiatra, terapeuta, clínica o medicamento pudo darme: esperanza.
Decirte que “todo estará bien” podría sonar muy simple para el huracán de cosas que están en tu mente en este momento. Y hay una sola forma de que eso sea cierto para ti. Por el título de esta carta, quiero asumir que conoces a Jesucristo como tu Señor y Salvador o has escuchado acerca de Él.
En uno de mis intentos, a los 21 años, un policía enviado por mi terapeuta me detuvo para llevarme por “falta de papeles” ya que estar parada junto al mar no es una evidencia de “intento de homicidio” y me dijo, antes de pedirme que lo acompañara: Solo quiero que sepas que Cristo te ama.
Sí, Cristo me ama, eso sé y ese día solo lo había escuchado, aunque era una “cristiana descarriada” nunca había entendido de verdad Su amor hasta años después. Él me amó ese día, Él me guardó de la condenación eterna, de la ira de Dios al impedir que me fuera sin entender Su Evangelio y ser asesinada por un corazón perverso, egoísta y engañoso; el mío.
En ese tiempo mis pensamientos estaban tan distorsionados que mis emociones me hacían una guerra constante, guerra insoportable para mí. Oscuridad que necesitaba de Su luz, caos que clamaba silente por Su orden. Otras veces el pasado se veía tan doloroso, era algo que quería borrar de mi memoria; traición, abuso, dolor. Este mundo es en definitiva un lugar caído pero yo esperaba que fuera otra cosa. Y qué decir de esa temporada en que el futuro me parecía la cosa más aterradora del mundo. Cuando hemos tenido un pasado doloroso tendemos a pensar que las cosas nunca cambiarán, esa es una terrible mentira. Las cosas cambian amada, pero no siempre cambian solas.
Mi mente estaba en tinieblas, tan entenebrecida por mi propio entendimiento que pensaba que mi solución era acudir a una maldición como la muerte como vía de escape. Tenía más de 13 razones… Pero no conocía verdaderamente 1 razón por la cual no. Hoy la conozco. Si has leído hasta aquí creo que puedes hacer un poco más de esfuerzo y leer las siguientes líneas.
No sé cuáles son tus “razones”, no sé cuál es tu temor, tu dolor o tu vergüenza pero conozco 1 que se cargó con tu vergüenza y sufrió tu dolor para que puedas vivir sin temor. Mi amado Señor y Salvador Jesucristo, Aquél que me rescató de las garras del pecado, de la oscuridad de este mundo y de mí misma, Él es mi luz y mi salvación y la tuya y es una razón que elimina todas las otras que puedas tener en mente.
El dolor puede ser desgarrador y lo sé, pero por Sus heridas las tuyas pueden ser sanadas. Tu error y maldad puede ser muy grande pero el castigo fue sobre Él. El Señor Jesús no es ajeno a tu dolor, la Palabra lo describe como varón de dolores y experimentado en quebrantos… Y Él sabe lo que es el cansancio pero obedeció hasta el final porque te amaba, y Él sabía y Él SABE y Él está contigo. No sé cuántas veces he escrito Él, pero es que ÉL es la razón.
Amada, no dejes que tu barco se hunda en el mar de tu dolor cuando tienes la Roca eterna frente a ti. Sí, tienes que rendirte pero a Sus pies, reconociendo que solo Él puede darte lo que andas buscando, la muerte no puede hacerlo y Él venció a la muerte para darte vida. No dejes que un enemigo derrotado te confunda. ¡Corre a Cristo!
Mi otra recomendación es que busques ayuda, a veces estamos tan cansadas que necesitamos a alguien que nos cargue en sus hombros y nos lleve donde Cristo. Alguien que ore por nosotras y con nosotras, alguien que escuche, alguien que abrace y que nos ayude a leer la Palabra y abrir los ojos. Doy gracias a Dios por haber puesto personas así en mi vida, personas que me ayudaron a darme cuenta que Él es suficiente siempre. Oro que Él provea mujeres así en tu caminar, pero no quedes callada, sentada esperando. Muere a ti misma y pide ayuda, primero a Él y luego sé diligente en ir donde tus padres, tus líderes, pastores o cualquier mujer madura y piadosa en tu iglesia, pide a Dios dirección y hazlo.
He escrito 1085 palabras y las has leído y espero que te hayan sido de aliento…. Ahora, mis palabras no tienen la capacidad ni el poder de transformar tu corazón, solo la Palabra de Dios puede hacerlo. Aliméntate de la Biblia, léela, medítala, disfrútala y deja que Dios te sane a través de ella. Cuando los pensamientos suicidas quieren volver a rondar por mi cabeza corro al Salmo 119 y le leo completo. Lo hago vez tras vez y me ayuda a llenar mi mente engañada de la Verdad que es viva y eficaz.
Te amo amada, y si pudiera decírtelo de frente me subiría a un globo aerostático y lo escribiría en las nubes … Lo bueno es que Aquél que creó las nube, las flores, el universo, te ama MUCHO más.
Dios te bendiga.
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