Robyn es la bendita madre de tres personas increíbles: dos hijas de quince y veintidós años, y un hijo de veintisiete. Su marido, de veintiséis años, murió inesperadamente de un derrame cerebral en 2016. Se había inscrito como donante de órganos dos años antes y, en Nochebuena, su cuerpo regaló vida a cinco personas que necesitaban órganos sanos. Sus cirugías tuvieron lugar en la mañana de Navidad. La familia está aprendiendo a confiar en Jesús en medio de la dura pérdida, y descubriendo que Dios sale a su encuentro en cada paso del camino.