“Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio;
escudo y baluarte es su fidelidad”
Salmo 91:4
En la reflexión anterior ¡Y el nido se quedó vacío! Las invitaba a que revisemos juntas qué tiene la Biblia qué decir sobre el nido vacío.
Te preguntarás ¿Dice la Biblia algo sobre el nido vacío? Veamos. En múltiples ocasiones se presenta la relación de Dios con Su pueblo como la de un ave con sus polluelos, simbolizando la protección y cuidado que brinda a los Suyos:
- Dt. 32:11 Como un águila que despierta su nidada, que revolotea sobre sus polluelos,
extendió sus alas y los tomó, los llevó sobre su plumaje.
- Is. 31:5-6 “Como aves que vuelan, así protegerá el Señor de los ejércitos a Jerusalén; la protegerá y la librará, la perdonará y la rescatará”.
- Salmos:
- 17:8 “escóndeme a la sombra de tus alas”.
- 36:7 “Por eso los hijos de los hombres se refugian a la sombra de tus alas”.
- 57:1 “en la sombra de tus alas me ampararé hasta que la destrucción pase”.
- 61:4 “y me abrigue en el refugio de tus alas”.
- 63: 7 “Porque tú has sido mi socorro, y a la sombra de tus alas canto gozoso”.
Esta es una hermosa metáfora del amor divino. Nos habla del cuidado maternal de Dios, no que Él se presenta como madre, sino la ternura con que nos trata. Es una relación de familiaridad. Como uno a quien consuela su madre, así os consolaré yo (Isaías 66:13). No necesitamos escondernos detrás de una máscara de felicidad; en esta etapa podemos llorarle al Dios de toda consolación que es nuestro Padre de misericordias.
¿Qué evoca la figura del ave con sus polluelos? ¡Un nido! Puedo tener uno donde “mis polluelos” salieron pero en el cual ahora disfruto ser “Su polluela”. ¿Te anima ese cambio de posición?
Si me refugio bajo Sus alas no tendré un nido vacío porque Él ha prometido que estará conmigo todos los días hasta el fin del mundo y nunca me dejará ni me desamparará. La quietud del nido me permite distinguir Su voz y así bajo Sus alas disfrutar:
- Su presencia. Intimidad.
- Su calidez.
- Su protección y cuidado.
- Su provisión.
- Su dirección.
Y, en consecuencia, puedo:
- Redescubrir mi identidad, propósito y significado solo en El. Se restaura mi esperanza. Prosigo hacia adelante.
- Apreciar mejor Su fidelidad durante los años de crianza. Mi corazón rebosa de gratitud.
- No manipular a mis hijos ni apresurarme a iniciar una relación de pareja (si soy madre sola) buscando satisfacer mis necesidades. Dejo que El las supla a Su manera.
- Adquirir sabiduría para aprovechar bien el tiempo (Ef. 5:15-17), no buscando llenarlo de actividades como un escape a la soledad. Cosas que nos hubiera gustado hacer pero que no teníamos tiempo por dedicarlo a la familia:
- Cultivar una relación más profunda con el Señor.
- Fortalecer o reanudar relaciones familiares, de amistades, o iniciar algunas del tipo Tito 2 con jóvenes de tu iglesia.
- Practicar la hospitalidad: Hospedar jóvenes misioneras por breves períodos (especialmente si eres una madre sola).
- Servicio en tu iglesia o en algún ministerio cristiano.
- Capacitarse para un mejor servicio cristiano: Inscribirse en un instituto bíblico.
- Cuidar la salud: iniciar un programa de ejercicios, caminata, etc.
- No planificar actividades familiares contando con los hijos, preguntarles cuáles son sus planes. No detener nuestra vida.
¿Estás rechazando Su invitación a refugiarte bajo Sus alas? (Mateo 23:37 nos muestra Su corazón ante tal rechazo).
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