A la caza de oportunidades

Recientemente inscribí a mi pequeño en su tan esperada clase de natación. ¡Por fin llegó el día! Fuimos con muchas expectativas, lo inscribimos y rápidamente ¡zas! ¡a la piscina!

Un rato después escuché a mi hijo llorar y fui a hablar con él, y continuó adelante, pero veía en su rostro que había algo que no le parecía muy atractivo. Terminó la clase y me dijo que ya no quería más clase de natación.

Mi primera reacción fue sentirme muy molesta. Semanas atrás insistía mucho y hasta lloró porque quería ir, pero debido a diferentes razones no había sido posible. Y ahora que se había hecho todo el esfuerzo, no quería volver.

De regreso a casa hablé nuevamente con él. Dios puso en mi mente aprovechar esta oportunidad para trabajar más con su corazón, como un terreno fértil en lugar de insistir en que las cosas fueran como las había planificado.

Indagando más a fondo, me di cuenta que tenía mucho temor. El profesor le instruyó hacer algo que no le permitía sentirse seguro en el agua. Le dije: «Es normal que te sientas así pero no temas, vamos a orar al Señor para que te ayude a vencer el miedo y te haga un niño valiente».

«Además» –continué- «el profesor no hará nada en detrimento tuyo, él sabe bien lo que está haciendo. Y aunque yo estaba lejos y tú no me veías, estaba cuidando de ti. No dejaría que nada malo te suceda. Así es Dios con nosotros, Él nos cuida aun cuando las circunstancias no parecen darnos seguridad». 

Seguí afirmándole que Él está en pleno control y vela por nuestro bien. «La próxima clase volveremos a orar para que Dios te ayude a vencer tus miedos».

Qué bueno es poder llevar a nuestros hijos a ver a Dios en la vida cotidiana. Enseñarles nuestra dependencia de Él en todo momento.

Una simple clase de natación, que no resultó del todo como esperaba, pero que Dios usó para algo mejor y me concedió una oportunidad para trabajar con el corazón de mi hijo y conducirlo a algo más excelente. Además, Dios también trabajó conmigo. También necesito depender de Él en todo porque no puedo controlar las reacciones de mis hijos, pero apoyándome en Él puedo hacer de una situación inesperada un terreno para sembrar la Palabra. Y Él nos moldea mientras trabajamos con nuestros hijos. 

¿Puedes pensar en alguna situación similar en tu vida? ¿Te imaginas cómo sería cada día si procuramos hacer de la cotidianidad una ventana para que nuestros hijos vean a Dios? 

Esto es parte de lo que Dios quiere que como padres hagamos con nuestros hijos. Tal como lo expresa Deuteronomio 6:6-7: «Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón.Las enseñarás diligentemente a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes».

Sigamos sembrando la preciosa semilla… ¡Y vayamos a la caza de oportunidades!

Ayúdanos a llegar a otras

Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Mujer Verdadera?

Donar $3

Sobre el autor

Elisa Michelén de Ramírez

Elisa Michelén de Ramírez está casada con Alejandro Ramírez. Tiene 3 varones: Rodrigo de 14 años, Kalil de 11 y Andres de 7. Estudió Educación Inicial dedicándose al ejercicio de su carrera hasta su primer embarazo cuando hizo una pausa … leer más …


Únete a la conversación