Una de las resoluciones que tomé al iniciar este año fue no establecerme metas ni expectativas. Este año estaba resuelta a rendirme a los planes del Señor y a Su forma de obrar de una forma más intencional.
Una tarde de enero una amiga me llamó para pasar por casa a entregarme un regalo. Al entrar en casa lo primero que me dijo fue que este era un regalo muy especial y que deseaba que fuera nuestra resolución para este nuevo año. Me sorprendieron sus palabras tan alineadas al deseo de mi corazón. Así que sus manos sacaron de su cartera un frasco que tenía escrito la palabra ¨Eucaristeo¨ qué significa Gracia, agradecimiento y gozo. Dentro del frasco encontré una nota que decía ¨Dad gracias a Dios en todo porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús¨ 1 Tesalonicenses 5:18. Juntas decidimos cultivar un corazón agradecido y contar las bondades del Señor. Tomamos la resolución de llenar nuestros frascos con la agenda de Dios y lo que Él dispondría para nuestras vidas. Así fue como dejé a un lado la planificación y comencé a cultivar un corazón más rendido a los planes de Cristo.
Quiero que tomes en cuenta que alguna de nosotras planificamos a principio del año leer ciertos libros, comprar ciertas cosas, hacer obras de misericordia, integrarse a algún ministerio, compartir más con otras personas, metas laborales, metas personales, planes en diferentes áreas de nuestra vida. Sin embargo, al terminar el año usualmente nos pasa que tenemos un check list de las cosas que logramos y de aquellas que no alcanzamos. Podemos sentirnos desanimadas o quizás animadas a completar esas metas el año siguiente. Pero al final de cuentas ... ¿Te has preguntado dónde radica la real satisfacción de estos logros? ¿En tu superación personal "¡Lo logré!" o en un corazón agradecido por lo que Dios ha hecho en tu vida a través de estas cosas?
Al cultivar un corazón agradecido y contar sus bondades nos detenemos a ver los detalles, la forma de obrar de Dios, a detener nuestras vidas tan agitadas, analizar lo que Dios pone en nuestro camino, las pruebas, los obstáculos, las caídas, las alegrías, las sorpresas, todo, y poder decir: ¨Gracias mi Dios por…¨
Cuando cultivamos un corazón que está sujeto intencionalmente a los planes de Dios, reconocemos que Él es el autor de nuestra vida y el orquestador de todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Al hacer este maravilloso ejercicio podrás concluir un año y destapar un frasco lleno de papelitos escritos con las bondades de Dios y maravillarte de las múltiples formas en que Dios obro en tu vida en 365 días.
Estoy muy ansiosa de destapar el mío este año y poder contar lo que Dios ha hecho. Desde ya Dios ha ministrado mi corazón en este año recordándome que Dios no me dio probablemente lo que deseaba, pero me dio exactamente lo que necesitaba. ¿Y tú? ¿Puedes decir lo mismo? Te animo a que cuentes sus bondades. Ya pronto inicia un nuevo año. Este es un buen ejercicio para poner en práctica.
Desde ya mi corazón rebosa de alegría, al reconocer la gracia de Dios al abrir y cerrar cada puerta durante este año y puedo decir con firme seguridad no solo que este ejercicio me ayudó a renfocar mi corazón sino a cultivar una relación más íntima con nuestro Dios. Puedo decir firmemente EBENEZER ¨Hasta aquí me ha ayudado el Señor¨ 1 Samuel 7:12
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