Mary Kassian nos hizo un llamado a ser mujeres auténticas, quitarnos las máscaras, a decir ¡No! a la piratería y abrazar Su diseño para nuestras vidas.
Nos hizo esta pregunta “Si pudiéramos elegir entre una cartera falsificada y una original, a ningún costo ¿cuál elegiríamos? Si examinamos cuidadosamente la cartera falsa su material es inferior a la original, se destiñe, se rompe, las costuras no son parejas, no es la misma calidad.
Entendemos esto de los diseños de moda pero se nos olvida que tenemos un Diseñador que nos hizo cuidadosamente para Su plan y Su gloria. Él quiere que vivamos conforme a Su patrón auténtico, no como una imitación barata. Que aprendamos a ser mujeres auténticas.
En Proverbios 7 encontramos una mujer cuyo estilo de vida era una imitación barata del diseño divino, vivía de manera hipócrita y farisaica, de doble ánimo. Santiago 1:17 doble animo no puede esperar recibir nada del Señor
¿Cómo luce esa hipocresía? Tener dos caras, usar máscaras, pretender ser muy piadosa sabiendo que no lo somos. Una y otra vez, Jesús confrontó a los hipócritas (Mateo 23:13-36). En Su tiempo, Dios hace evidente nuestra “cara privada”.
Señales de una hipócrita:
1. La contradicción entre quien soy cuando las personas me ven y cuando nadie me ve. Labios que lo honran, pero un corazón lejos.
¿Tengo dos estilos de vestir: uno para la iglesia y otro fuera?
¿Pretendo ser sumisa pero en mi casa, desafío a mi esposo?
Como líder de mujeres ¿te presentas como una súper heroína de la fe o como una mujer ordinaria necesitada de un Redentor?
2. La autocomplacencia
¿Amo más mi comodidad que al Señor?
¿Crees que puedes comprar el favor de Dios?
¿Estás más interesada en lo que Dios puede hacer por ti, que en lo que El demanda de ti?
3. Enfoque en lo externo. Hacer obras para ser vistos por los hombres. Buscar alabanzas, adoración, vivir de las apariencias
¿Hay alguien que te conozca de verdad?
¿Servirías al Señor donde nadie te vea?
¿Permitirías que las personas que viven contigo dieran testimonio público sobre ti, en tu iglesia?
4. Obediencia parcial
¿Aplicas a tu vida todo el consejo de Dios? O,
¿Eres selectiva? O,
¿Sólo aquello que crees que te conviene?
5. Racionalización del pecado
¿Buscas huequitos en la Palabra para justificar tu conducta?
Con más frecuencia te preguntas:
¿Qué tiene de malo? (con la motivación de justificar tu conducta)
O ¿Qué tiene de bueno? (motivada por glorificar a Dios)
6. Ser contenciosa. Duras críticas de los demás, altas expectativas de otros, notan el pecado en la vida de todo el que les rodea, inflexibles cuando les fallan.
En mis oraciones ¿Con más frecuencia pido perdón a Dios por mi pecado? O ¿dedico más tiempo a contarle el pecado de otros?
¿Cómo recibes la corrección?
¿Te molestas o pides a Dios que te muestre si están en lo cierto?
7. Actitud camaleónica.
¿Tus amigos no cristianos saben que deben tener cuidado con las palabras que usan delante de ti? O ¿Se sienten tranquilos porque es el mismo vocabulario que utilizas con ellos?
¿Usas la gracia de Dios como excusa de tu conducta parecida a la del mundo?
¿El temor al rechazo te lleva a bajar los estándares cristianos?
Mary Kassian preguntó ¿Verdad que te reconociste en alguna o varias de estas señales? Si somos honestas, sí, nos hemos visto reflejada en alguna de éstas. ¿La iglesia está llena de hipócritas? Sí, y yo también soy una hipócrita, por eso necesito que Dios me redima.
Ni Dios ni las demás personas tienen problemas con que luchemos con la hipocresía sino cuando no la reconocemos para luchar contra ella. Todas debemos recorrer un largo camino para llegar a ser realmente auténticas.
Santiago 4:4-8 nos reta a ser auténticas, a limpiarnos, purificar nuestros corazones, porque solo así experimentaremos la gracia de Dios en nuestras vidas.
Una mujer sabia se preocupa por mantener los espacios más escondidos de su corazón donde nadie ve, tan puros como las áreas externas que todos observan. Esa es la manera en que podemos ir más profundo, lanzar las redes en Su Nombre, reconociendo nuestra necesidad de Su gracia.
En Santiago 5:16 se nos llama a confesar nuestros pecados unos a otros para ser sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Muchas veces, nuestra lucha con un pecado específico no termina, porque no lo estoy confesando a otra hermana, pidiéndole su ayuda en esa lucha.
Si lo confesamos a Dios, Él nos perdona pero también Dios muestra Su poder a favor de quienes son honestas y reales en el cuerpo de Cristo, algo que El hace cuando otros oran por nosotros. Cuando confiesas tus luchas, abres la puerta para Su victoria y sanidad.