Debido a la liberación femenina moderna, el valor de la mujer ha llegado a ser equiparado con su papel en la comunidad y el mercado, asignándosele relativamente, muy poco valor a los roles de la mujer en el hogar.
Hoy, no se regala flores a la mujer en reconocimiento a su actitud reverente, modesta, casta, gentil y callada. Las mujeres raramente son aplaudidas por amar a sus esposos e hijos, por mantener la casa en orden, por cuidar de sus padres envejecientes, por ser hospitalarias o por llevar a cabo actos de bondad, servicio y misericordia. En otras palabras, se presta poca atención a los logros que la Palabra de Dios dice que toda mujer debe aspirar. (1 Timoteo 5:10; Tito 2:3-5)
Se suponía que la liberación femenina le brindaría a las mujeres, un mayor sentido de satisfacción personal y libertad. Pero no puedo evitar sentir una sensación de tristeza por lo que se ha perdido en medio de la agitación —es decir, la belleza, la maravilla y el tesoro del carácter distintivo de la mujer.
No debe sorprendernos que el mundo secular esté tan confundido acerca del llamado de la mujer. Lo que me parece más preocupante, es el grado en que el feminismo se ha infiltrado en el mundo evangélico.
La liberación femenina llega a la Iglesia
Vemos como el feminismo moderno a través del evangelicalismo e incentivado por oradores cristianos y líderes, promueve una agenda que alienta a las mujeres a definir su valor en su lugar de trabajo, en la sociedad o en la iglesia. Estos mismos líderes minimizan el papel de las mujeres en el hogar como hijas, hermanas, esposas y madres. No parecen ver a las mujeres como portadoras y dadoras de vida, como encargadas privilegiadas de dar forma al carácter de la próxima generación.
Vemos el fruto de esta revolución en las vidas de mujeres hundidas en el fango de divorcios, segundos matrimonios e hijos rebeldes. Lo vemos en mujeres exhaustas tratando de equilibrar las demandas de tener más de un trabajo, sus funciones de madres solteras, y la búsqueda de maneras de mantenerse activas en la iglesia. Lo vemos en mujeres desorientadas y confundidas, que carecen de sentido de propósito en sus vidas, y que se sienten constantemente heridas, inseguras, resentidas y culpables.
Sí, la liberación femenina ha llegado a la iglesia. Y cuando sumo todas las ganancias y las pérdidas, en mi mente no hay duda de que las mujeres han sido las perdedoras.
Así como han perdido sus esposos, sus hijos y nietos. Como ha perdido la iglesia. Como ha perdido, nuestra cultura carente de fe.
Una contra-revolución de la feminidad bíblica
Hace algunos años, una nueva misión empezó a agitar mi corazón. Desde entonces, la esperanza y el entusiasmo han sustituido mi sentido de pesimismo, de ser tragada por la liberación femenina.
En un estudio del desarrollo del feminismo moderno (el feminismo, se remonta al Jardín del Edén) me impresionó el hecho, de que esta revolución masiva no comenzó siéndolo. Empezó en los corazones de un puñado de mujeres con una agenda —que se esforzaron determinada e intencionalmente por llevar a cabo.
Empecé a preguntarme qué pasaría en nuestros días si, un pequeño número de mujeres devotas empezara a orar y a confiar en Dios por una revolución de otro tipo— una contra-revolución— dentro del mundo evangélico. ¿Qué pasaría si ese “remanente” de mujeres estuviese dispuesto a someterse a la autoridad de la Palabra de Dios, a abrazar las prioridades de Dios para sus vidas y hogares, y a vivir la belleza y la maravilla de la feminidad como Dios la concibió?
Tu lugar en la nueva revolución
A diferencia de la mayoría de las revoluciones, la contra-revolución que vislumbro no requiere que marchemos en las calles, del envío de cartas al Congreso o de afiliarse a una organización. No requiere que salgamos de nuestras casas. (De hecho, a muchas mujeres, las llama de regreso a sus hogares.) Lo que si requiere es que seamos humildes, que aprendamos, afirmemos y vivamos el patrón bíblico de la feminidad, y que instruyamos en los caminos de Dios a la siguiente generación.
Te invito a ser parte de esta contra-revolución, creyendo que en el tiempo de Dios los cambios que surgirán serán más profundos y de orden superior al de cualquier otro cambio socio-político que nuestro mundo haya experimentado en esta generación.
Hazlo personal
¿El llamado a una contra-revolución a favor de la feminidad bíblica hace eco en tu corazón? Si es así, se ejemplo de santidad para el mundo. Ora para que otras presten atención también a este llamado contra-revolucionario.
© Aviva Nuestros Corazones. Adaptado de “Convirtiéndonos en Verdaderas Mujeres de Dios”, editado por Nancy Leigh DeMoss. Usado con permiso. Info@AvivaNuestrosCorazones.com