Cada vez que hablo sobre el tema del perdón, invariablemente alguien me dirá: "Yo nunca he sido capaz de perdonarme por lo que hice." Es interesante que la Biblia nunca habla de la necesidad de perdonarnos a nosotros mismos. Pero creo que lo que muchas de estas mujeres están diciendo en realidad es que nunca han sido capaces de sentir que se les ha perdonado por lo que han hecho. Todavía están llevando un sentimiento de culpa y vergüenza por su fracaso.
A pesar de sabemos que Dios puede perdonarles, en el fondo de su corazón no creen que han sido completamente perdonadas. Les resulta difícil aceptar la misericordia de Dios y el perdón. Sienten que para ser restauradas al favor y la comunión con Dios, hay algo más que ellas deben hacer para expiar sus pecados.
El problema es que una vida de "buenas obras" no es suficiente para lidiar con la culpa de un solo pecado contra un Dios santo. Como una mancha rebelde que ningún tintorero puede quitar, el pecado produce una mancha que no puede ser eliminada por ninguna cantidad de esfuerzo humano. Sólo hay una "solución" que puede lidiar con la culpa que produce nuestro pecado, y es la sangre de Jesús.
La verdad acerca de estas dos mentiras: "Mi pecado no es tan malo" y "Dios no puede perdonar lo que he hecho", se revela en el Calvario. En el Salmo 85:10, encontramos una hermosa descripción del Señor Jesús y lo que Él hizo por nosotros en la cruz: "La misericordia y la verdad se encontraron: La justicia y la paz se besaron." En el Calvario, la misericordia de Dios y el amor por los pecadores y la verdad de Su santo odio por el pecado tuvieron un lugar de encuentro. En el Calvario, Dios amontonó sobre Jesús todo el castigo por todos los pecados del mundo. Al mismo tiempo, ofreció la paz y la reconciliación a los pecadores que se habían distanciado de él.
La cruz nos muestra en los términos más crudos posibles lo que Dios piensa de nuestro pecado, revela el costo increíble que pagó para redimirnos de esas "debilidades" que trivializamos en nuestras mentes. La cruz también muestra en colores brillantes el amor y la misericordia de Dios, incluso para el "primero de los pecadores".
© Moody Press. Adaptado de: Mentiras que las mujeres creen y la verdad que hace libres, por Nancy Leigh DeMoss. Usado con permiso. www.AvivaNuestrosCorazones.com