Aunque estos días representan a menudo un tiempo festivo lleno de reuniones familiares, pueden traer consigo desafíos muy particulares. Las dinámicas de familia y las relaciones entre muchos miembros traen gozo y dolor. Las familias numerosas son una bendición, por eso vale la pena encontrar la forma de honrar a Cristo en medio de ellas. Aun cuando resulte difícil, amamos a las personas porque Dios nos amó primero; nuestro amor por otros fluye del amor que hemos conocido en Cristo.
Aquí mencionamos cinco actitudes que pueden ayudarnos para que estos días sean tiempos de paz. Ofrezco estas sugerencias considerando que he fracasado muchas veces, ¡pero estoy lista para intentarlo de nuevo!
1. Absorbe los insultos:
Absorber comentarios insensatos o palabras hirientes no surge de nuestro instinto natural. Cuando alguien dice o hace algo que nos hiere, nuestra respuesta intuitiva es defendernos o contraatacar. En ocasiones será correcto y bueno expresarnos o aclarar alguna percepción equivocada que se tenga de nosotros. Pero a menudo, la opción de escoger parecernos a Cristo y exaltarlo, implicará que recibamos el insulto y respondamos con tranquila gracia.
2. Mantén lo primero, primero
Quizás eres liberal o conservadora, y tienes una familia numerosa donde la mayoría prefiere una corriente diferente y todo lo que envuelve. ¿Qué tan a menudo te involucras en un acalorado debate sobre temas políticos? Si a los miembros de tu familia se les pregunta cuáles temas despiertan tus pasiones: ¿Dirán que es la política o Jesús? ¿Eres conocida por tu preferencia partidista o por ser cristiana? Mantén primero, lo primero.
3. Ama a aquellos que te hieren (aun cuando resulte difícil).
Los miembros de nuestra familia son las personas más cercanas y quienes tienen la capacidad de herirnos, así como nosotros a ellos. Donde esté el amor y cercanía de nuestra verdadera familia, existe la capacidad de hacerles daño y de dañarnos a nosotras mismas. Es parte de lo que significa tener una familia y de nuestra naturaleza pecaminosa. La respuesta cristiana para quienes nos hieren es: ¡Amor! Amarnos los unos a los otros. No te limites simplemente a no mostrarte áspera en el trato, ni malhumorada hacia aquél miembro de la familia que te ha herido; decide tomar la iniciativa de amar a esa persona de forma intencional y sacrificial.
Cuando sientas que ya no puedes más y quieras darte por vencida, levanta tus ojos al Único que se encarnó para luego darlo todo por nosotros. Aun cuando resulte difícil, piensa que amamos a los demás, porque Jesús nos amó primero.
4. Mantén buenas relaciones con las personas a pesar de las imperfecciones.
¿Tienes familiares que te molestan o que siempre se las arreglan para irritarte? ¿Sabes qué? En ocasiones, probablemente tú también molestes a otros. Todos somos imperfectos. Incluso cuando no estamos pecando, podemos estar molestos porque tenemos diferentes formas de hacer las cosas. Experimentamos libertad cuando llegamos a un lugar donde estamos bien con las personas que amamos reconociendo que somos menos que perfectas.
5. Trata de ser una bendición.
Algunas veces, durante las temporadas festivas, lo que necesitamos, más que cualquier otra cosa, es una actitud de oración en nuestros corazones que nos mueva a orar, por ejemplo, de la siguiente forma:
“Oh Padre, ayúdame a buscar el bienestar y gozo de los demás por encima de mis propios deseos; ayúdame a ser una fuente de profundo aliento y bendición; ayúdame a preocuparme por los demás, más de lo que me ocupo de mí misma; ayúdame a reflejarte ante quienes me rodean; ayúdame a exhibir Tu gracia y Tu amor de manera tal que quienes me rodean miren más allá de mí y puedan ver la belleza de mi Salvador”.
¿De cuáles otras maneras podemos ser intencionales en mostrar amor y paz en nuestras reuniones familiares?
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