1. Colocar alguna alabanza o música de adoración suave de fondo en el momento de bienvenida y mientras van llegando las integrantes del grupo puede romper el silencio que a veces caracteriza la primera semana de reunión. También es de mucha ayuda estar preparada para facilitar conversaciones informales entre las mujeres. Prepárate para formular preguntas acerca de la vida de las mujeres (ejemplo: familia, trabajo, escuela, desde hace que tiempo forman parte de la iglesia, etc.) Si es que entre las mujeres no surge naturalmente el deseo de hablar las unas con las otras. Esta puede ser una oportunidad para que las mujeres se den cuenta de que tantas cosas tienen en común las unas con las otras.
2. En las sesiones iniciales de estudio puede presentarse un silencio incómodo cuando las integrantes están llamadas a compartir. Como profesora / facilitadora que persigue que las mujeres se puedan abrir, unos pocos segundos de silencio pueden parecer toda una vida. No te atemorices por ese silencio tan incómodo y no sientas la necesidad de saltar con respuestas o informaciones para contrarrestar ese silencio durante los primeros cinco a diez segundos. Muchas mujeres necesitan tiempo para procesar lo que van a decir y necesitan saber que está bien tomar unos minutos para pensar. A medida que te sientes cómoda esperando por ellas (pídele al Señor por esto), luego ellas se sentirán cómodas comunicando sus respuestas. Podrías hasta incluso alentarlas a no dar una respuesta perfectamente estructurada, sino solo abrir su corazón o entendimiento con sus propias palabras.
3. Puede resultar difícil motivar a aquellas mujeres que sean tímidas a que compartan o se expresen mientras que a la vez motivamos a aquellas mujeres que son más comunicativas a que se abstengan de participar frecuentemente y permitan que otras participen. Las mujeres pueden beneficiarse al ser motivadas de forma amable y amorosa a participar de las primeras sesiones (y en futuras ocasiones también), o para que humildemente se abstengan un poco de hablar si son muy conversadoras y también a ser valientes en compartir si son más reservadas. También, una facilitadora puede motivar a las mujeres más reacias a compartir ofreciendo una última oportunidad de hablar antes de pasar a otro tema.
4. Una facilitadora de grupo puede en ocasiones verse enfrentada con una mujer que no escucha el llamado hacia la humildad ante sus frecuentes intervenciones que tienden a dominar la conversación. Si alguna observa este patrón, es una actitud bondadosa y sabia disponer de un momento fuera del tiempo de estudio, de forma apartada con esa mujer y tratar la situación con ella, puntualizando que mientras es bueno para ella el compartir, también estamos llamadas a practicar la humildad considerando a otros mejores que a nosotros mismos (Filipenses 2:3). Puedes dirigirla para que ella misma perciba que el esperar y dejar tiempo para que las demás se expresen es una manera de practicar la humildad. Y esa humildad también le ayuda a reconocer que ella necesita escuchar la opinión de las demás personas. Si luego de esta discusión ella continúa dominando la conversación durante el estudio, estará bien decir: "Hermana X, tienes muchas cosas que el Señor parece estar enseñándote, pero como has participado en varias ocasiones me encantaría darle la oportunidad a otras hermanas".
5. Una manera a través de la cual puedes fomentar un mayor acercamiento entre las integrantes del grupo es "relacionándolas" o creando una "conexión" durante la conversación. En otras palabras, a medida que una mujer comparte acerca de una lucha en particular que este afrontando o alguna victoria en su caminar como creyente, puedes seguir en el mismo tópico y preguntar a las demás integrantes si se identifican con ese testimonio e invitarlas a compartirlo. También, a medida que una mujer comparte acerca de sus luchas, puede ser muy efectivo invitar a las demás mujeres a hablarle con la verdad de las Escrituras y orar por ella durante el tiempo de estudio. Al hacer esto, estás fomentando la oportunidad para que las mujeres cuiden las unas de las otras.
6. Uno de los momentos más difíciles que pueden surgir cuando se dirige un grupo es cuando una mujer comparte una convicción o estimula a algo que no es bíblico. Cuando se presente este momento, es importante corregir en amor y directamente el punto expuesto dentro del grupo por el bien de todas y bajo el entendimiento de la verdad. Formula preguntas tales como: "¿Qué nos dice la Biblia acerca de eso?". Si llegas a encontrarte en una posición de que algo que se exprese no es cierto pero no se sientes segura en ese momento para responder con una verdad bíblica, es prudente redirigir la conversación hacia otro tópico tan pronto como sea posible. Luego de finalizar la reunión, busca consejo de una persona líder de la iglesia para obtener una respuesta bíblica. Después dirígete hacia la mujer que hizo el comentario y busca dirigirla en la verdad. Pronto después también trae la corrección al grupo completo. Esto siempre deberá hacerse con amor hacia la hermana que compartió su punto de vista y con el propósito de que nos permita a todas crecer en la verdad de la Palabra de Dios.