¿Es esto avivamiento? Un llamado al discernimiento

Alrededor de treinta años atrás cuando inició el Ministerio Life Action (Life Action Ministries), casi nadie hablaba de avivamiento. El término mismo era incómodo, por no decir extraño, para la mayoría de creyentes –excepto para algunos que equiparaban “avivamiento”  con una semana de reuniones enfocadas en evangelizar a los perdidos.

¡Muchas cosas han cambiado en las últimas tres décadas! Ahora es raro no encontrar una denominación o ministerio que no esté hablando de avivamiento.

Lo que una vez fue considerado como un elemento al margen se ha convertido en un movimiento popular y generalizado. Por lo menos al parecer, todo el mundo está buscando “avivamiento” en estos días.

En cuanto a este tema del avivamiento, hay muchas cosas que están sucediendo que son causa de gran gozo. Nunca antes en nuestra generación ha habido tantos líderes Cristianos, pastores, y laicos con tan grande carga por el avivamiento. En años recientes hemos sido testigos de la proliferación de conferencias, publicaciones y recursos sobre el avivamiento. Se ha escrito mucho sobre el tema, y muchos han crecido en su comprensión de la naturaleza del avivamiento genuino.

Pocos se atreverían a discutir que el movimiento ferviente y unido de oración por avivamiento que existe hoy no tiene precedentes en nuestra época. En un esfuerzo por llevar el evangelio al mundo, denominaciones y ministerios para-eclesiásticos han unido sus corazones, poniendo a disposición sus recursos y combinando sus esfuerzos, con un alcance que hubiera sido inconcebible veinte años atrás.

En medio de este reciente interés en el avivamiento, no debe sorprendernos que Satanás tratará de destruir o sabotear el movimiento genuino del Espíritu de Dios. A veces los objetivos del enemigo son llevados a cabo por aquellos que abiertamente se oponen a la obra de Dios en el avivamiento. La oposición de esa naturaleza no es difícil identificar.

Sin embargo, es mucho más sutil la amenaza que viene de aquellos que promueven el avivamiento activamente pero que no entienden la naturaleza del avivamiento genuino ni cómo Dios trabaja a través de este. Es por eso que necesitamos ejercer cautela y discernimiento en estos asuntos.

A continuación hay una lista de precauciones que debemos considerar a la luz de la actual explosión de interés por el avivamiento.

1.    No todo lo que se denomina como “avivamiento” realmente lo es.

Llamar a un movimiento “avivamiento” no lo hace realmente un avivamiento. Si este no contiene las marcas del avivamiento bíblico,  entonces debemos cuestionar si es realmente avivamiento.

El avivamiento corporativo, en el sentido bíblico e histórico, es un término precioso que merece ser reservado para aquellos “momentos divinos” en que hay un derramamiento sobrenatural del Espíritu de Dios sobre Su pueblo, que no puede ser explicado con ningún término humano. Si somos ligeros en aplicar el término a varios acontecimientos o movimientos religiosos, pronto el mundo perderá su significado, y vamos a dejar de desear y buscar a Dios para un avivamiento genuíno.

2.  Por el simple hecho de que mucha gente esté hablando de “avivamiento” y promoviéndolo, no significa necesariamente que estemos en medio de un avivamiento. 

Muchos y respetados líderes Cristianos afirman que estamos en medio o a las puertas de un gran avivamiento espiritual. Debemos ser cuidadosos al aceptar las valoraciones de los hombres, aun de aquellos que pudieran ser “autoridades” reconocidas en el tema, y deberíamos evaluar continuamente lo que está pasando a través  del filtro de la Palabra de Dios.

Según A. W. Tozer, una de las maldiciones de nuestra era es que asumimos que porque sabemos algo, ya lo tenemos, cuando realmente no podemos estar más lejos de la verdad.

3. Las grandes multitudes, el entusiasmo intenso, las emociones agitadas, la actividad energética, y las “señales y prodigios” no necesariamente evidencian un avivamiento.

Tampoco pueden ser atribuidas al trabajo de Dios en Su pueblo de manera general. Todas estas cosas pueden ser imitadas por el mundo y hasta falsificadas por las religiones falsas, así como los magos del Faraón pudieron falsificar los milagros que Dios hizo a través de Moisés.

Satanás es un maestro del engaño, y una de sus estrategias más efectivas es excitar las pasiones en la gente con programas que sustituyen la presencia de Dios con ruido, aplausos, actividad, y fervor humano.

La fascinación que tiene el evangelicalismo de hoy con las sensaciones no es exclusiva del Siglo 20. En el tiempo de Jesús la gente tenía la tendencia a enamorarse de lo espectacular y grandioso. “Muéstranos una señal”, fue la demanda de los Fariseos a Jesús. Ellos querían ser impresionados, tener sus sentidos excitados, y Jesús respondió recordándoles que “la generación mala y adúltera demanda señal” (Mateo 12:39).

Hoy es relativamente fácil llenar un auditorio con “entusiastas espirituales” aplaudiendo y cantando, si el evento ha sido especialmente promovido, y si el programa consiste en música movida y expositores famosos conocidos por su habilidad de hacer a la gente reír y llorar. La gente paga mucho dinero y hace largas filas para ser entretenida o tener una experiencia que los haga sentir bien acerca de Dios y de ellos mismos.

Pero la prueba verdadera es lo que pasa con esas multitudes cuando el mensaje de la cruz y el arrepentimiento es proclamado. ¿Qué sucede cuando se les pide que saquen sus Biblias y digieran la carne de la enseñanza doctrinal sólida? Desafortunadamente, como sucedía en los días de Jesús, es en ese punto que las masas comienzan a hacerse pequeñas y nos quedamos con aquellos que seriamente desean ser discípulos de Cristo.

4. El avivamiento genuino no será atractivo para todos.

Lo que hoy se conoce como “avivamiento” es un movimiento popular en la iglesia actual. Todo el mundo parece estar deseoso de tenerlo. Pero el avivamiento genuino no será popular para todos. Hasta puede que tenga un efecto divisor, porque va a provocar división entre aquellos que caminan tras la carne y aquellos que caminan en el Espíritu; aquellos que quieren construir su propio reino y aquellos que quieren edificar el Reino de Dios; entre aquellos que están apegados a sus propias ideas y aquellos que están comprometidos con la Palabra de Dios.

En el clima actual, es posible promover un “avivamiento” sin arriesgar nada –nuestra imagen, nuestra reputación, nuestra posición dentro de la denominación o del mundo evangélico, nuestra sofisticación, nuestra agenda, nuestra conveniencia, o el respeto de otros.

Pero cuando Dios derrama Su Espíritu en genuino avivamiento, los participantes y los líderes pueden encontrarse perdiendo encuestas de popularidad aún dentro de la iglesia. Pueden ser mal entendidos, ridiculizados, burlados, ignorados, o desechados por ser “fanáticos”. Sin embargo, aunque les cueste todo, ellos deben estar preparados para hablar la verdad al pueblo de Dios y a nuestro mundo.

5. Debemos cuidarnos de que el “avivamiento” se convierta simplemente en otro programa o énfasis popular en la iglesia.

En su búsqueda de resultados y éxito, la iglesia tiende a gravitar hacia las tendencias del momento y saltar de un nueva iniciativa a la siguiente. Tenemos una obsesión con lo novedoso, muy parecido al mundo.

En los años 70 estábamos en ganar almas; en los 80 nos metimos en discipulado, grupos pequeños y crecimiento de la iglesia; los 90 nos trajeron iglesias celulares y servicios para los que estaban buscando a Dios. Ahora está de moda  el avivamiento.

La iglesia de Jesucristo no necesita una idea nueva o una nueva inicitativa. “La respuesta” no es un programa o un esfuerzo. Lo que necesitamos es la presencia y el poder de Dios, y eso no puede adquirirse iniciando otro énfasis; debemos buscar Su rostro.

6. El Avivamiento no es un fin en sí mismo.

Este enfoque en última instancia nos lleva a ensimismarnos, lo que es una forma de idolatría. El avivamiento no es más que un medio por el cual Dios es glorificado en Su pueblo y Su reino avanza en nuestro mundo.

Nuestra misión no es buscar el avivamiento, sino buscar al Señor. Cuando nos enfoquemos en buscar Su rostro, vamos a  experimentar el avivamiento como resultado.

7. No hay nada que podamos hacer para forzar o manipular a Dios para que envíe un avivamiento.

Todas nuestras oraciones, nuestros ayunos y nuestros esfuerzos para promover el avivamiento no garantizan que Dios querrá enviarlo. Aunque es improbable que Dios envíe avivamiento a personas que no le buscan fervientemente, el avivamiento sigue siendo una obra soberana e independiente de Dios. 

8. El avivamiento corporativo no sustituye el avivamiento personal.

Mas aún, la confesión corporativa no sustituye la confesión personal; y la oración corporativa no sustituye la oración privada.

Nos gozamos por la cantidad de reuniones que se están llevando a cabo con el propósito de arrepentirse y orar por avivamiento. Pero es posible que participemos en muchos de esos eventos sin haber experimentado nunca el avivamiento personal, la confesión de nuestros propios pecados, o tener una vida de oración personal.

Es posible que nos enfoquemos con mucho fervor en la necesidad de un avivamiento corporativo en “la iglesia” y en nuestra nación, mientras pasamos por alto la necesidad de un avivamiento personal justo donde vivimos –en nuestras propias vidas y hogares. Es fácil hablar de que “la iglesia” necesita un avivamiento, pero la iglesia está conformada por individuos. ¿Y qué acerca de mi vida? ¿Necesito yo avivamiento? ¿Necesita mi familia avivamiento? Si nos emocionamos por asistir a conferencias y servicios donde Dios se está moviendo de una manera significativa, y al mismo tiempo no lidiamos con los problemas de orgullo, egoísmo, amargura, avaricia o inmoralidad que están afectando nuestros propios hogares, estamos perdiendo el sentido y la razón del avivamiento.

¿Pudiéramos estar tan preocupados por confesar los pecados de otros, que pasamos por alto nuestros propios pecados no confesados?

¿De qué sirve la reconciliación racial y la unidad entre denominaciones, si tenemos contiendas, disensiones y conflictos sin resolver en nuestros propios hogares e iglesias?

9. No hay atajos para un avivamiento.

Puede que estemos tan ansiosos de experimentar el fruto del avivamiento, que pasemos por alto la condición de Dios para traerlo: humillación, arrepentimiento, dolor por el pecado, oración, y obediencia. No hay tal cosa como un “Pentecostés sin dolor”. El llanto viene antes del gozo. La cruz antes de la resurrección. La muerte antes de la vida. El quebrantamiento antes de la plenitud. Tal como nos lo recuerda Sammy Tippit, ”Cuando Dios envía el avivamiento, habrá mucha menos risa y mucho más llanto.” No podemos llegar a los deseados resultados del avivamiento si no queremos caminar por el proceso que Dios requiere.

En muchas maneras, el evangelio de hoy a abrazado la forma de pensar del mundo de que todo se arregla rápido. Estamos tan inclinados a eliminar nuestros problemas que gravitamos alrededor de las promesas de alivio y liberación inmediatos. En ese clima, la teología del “nómbralo y reclámalo” ha prosperado. Los cristianos con problemas resultantes de años de decisiones carnales quieren a alguien que ponga su mano sobre ellos, o que ate un demonio de lujuria, en vez de caminar por el proceso difícil y menos dramático del arrepentimiento y la renovación de sus mentes con la Palabra de Dios.

Los arreglos rápidos pudieran proveer un alivio temporal. Pero no podrán proveer la transformación duradera en el corazón y la vida que tanto necesitamos, tanto a nivel personal como corporativo.

10. Dios no va a enviar un avivamiento a aquellas personas cuyas motivaciones de corazón sean el construir o afianzar su reputación personal, su ministerio, o buscar bendiciones para sí mismos.

Nosotros debemos hacernos la pregunta ¿por qué queremos ver a Dios enviar un avivamiento? Primariamente el avivamiento no es una forma de deshacernos de nuestros problemas, de que nuestras vidas sean más fáciles, de incrementar la generosidad, de hacer que la gente responda, o de incrementar los frutos de nuestros ministerios. El propósito final del avivamiento es la gloria de Dios –que Su nombre sea conocido y reverenciado en nuestro mundo, que Su Reino gobierne y domine en el corazón de los hombres, y que Su voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo.

A.J. Gordon nos recuerda,  “No para nosotros, ni para que disfrutemos los santos lujos de la comunión con Dios, hemos de buscar los tiempos de refrigerio. En tal caso, difícilmente fallaríamos en encontrarlos; hasta por bendiciones espirituales pediríamos y no las recibiríamos, si sólo pedimos para gastarlas en nosotros mismos.”

11. El hecho de estar de acuerdo de que hay necesidad de arrepentimiento en la iglesia no significa que nos hayamos arrepentido.

Hablar de arrepentimiento es mucho más fácil que realmente arrepentirse. De hecho, nosotros podríamos estar llamando a otros al arrepentimiento, mientras nosotros mismos fallamos al no arrepentirnos de nuestras actitudes, valores, hábitos o acciones pecaminosas. El arrepentimiento significa escoger abandonar completamente nuestro pecado y caminar en absoluta obediencia y santidad.

En años recientes, el mundo cristiano ha presenciado ocasiones de tiempos extensos de confesión pública del pecado. Ciertamente hay una base bíblica para tal cosa. Sin embargo, en medio de esos tiempos existe el peligro de “ventilar” en lugar de realmente “arrepentirse.

La confesión, sea pública o privada, no está dirigida a proveer una catarsis emocional para el pecador; tampoco la culpa del pecador se va a disminuir si en su confesión no llega al arrepentimiento completo. La evidencia de un genuino arrepentimiento no es meramente que un individuo haya confesado su pecado, sino que su vida haya sido transformada y ahora esté caminando en luz.

12. No hay avivamiento donde no exista un profundo quebrantamiento y arrepentimiento acerca de la seriedad de nuestro pecado en contra de un Dios santo.

Dios le dijo a Ezequiel, “¿Es cosa liviana [algo trivial –NVI] para la casa de Judá hacer las abominaciones que hacen aquí?” (Ezequiel 8:17). El quebrantamiento implica lamento y duelo sobre nuestro pecado y rechazo hacia todo aquello que no agrada a Dios.

En algún momento, todos nosotros nos hemos lamentado de las consecuencias de nuestro pecado (ej., el problema en que estamos metidas, los conflictos que experimentamos en nuestras relaciones). Pero ¿cuando fue la última vez que nos lamentamos sobre la naturaleza de nuestro pecado, sobre nuestra rebelión en contra de un Dios santo y amoroso? ¿Entendemos la profundidad y extensión de nuestro pecado personal y corporativo en contra de Dios? ¿Comprendemos cuánto nos hemos extraviado de la Palabra y de los caminos de Dios?

13. No todas las oraciones ni todas las reuniones de oración contribuyen a llevarnos experimentar un avivamiento.

Si estamos orando por avivamiento y al mismo tiempo no lidiamos con aquellas cosas en nuestros corazones, vidas y relaciones que se interponen entre nosotros y el Señor, estamos perdiendo nuestro tiempo. Tozer sugirió que experimentaremos el avivamiento cuando dejemos de utilizar las oraciones como un sustituto de la obediencia. Charles Finney, quien comprendió la importancia y el poder de la oración, dijo en una ocasión que no cruzaría la calle para asistir a una reunión de oración que dure toda la noche, si quienes se reunían allí no estaban comprometidos con obedecer a Dios. Todas las reuniones de oración del mundo no pueden tomar el lugar de la obediencia.

14. No tenemos derecho de esperar disfrutar el fruto del avivamiento si no estamos dispuestos a pagar personalmente el precio.

Gracias a Dios por los hombres y mujeres que en nuestros días están orando fervientemente y buscando Su rostro para un avivamiento. Pero existe la tentación de que queramos acomodarnos con su esfuerzo. ¿Estamos contando con el fervor y las oraciones de otros para que el avivamiento nos alcance a todos?  Muchos creyentes hoy día dicen que quieren ver a Dios enviar un avivamiento –hasta que se dan cuenta del precio a pagar.

Del Fehsenfeld Jr., fundador de Life Action Ministries, solía hacer esta pregunta: “Si el avivamiento en este país dependiera de tus oraciones, de tu fe, de tu obediencia, ¿llegaría alguna vez? ¿Estamos dispuestos a pagar el precio de la oración ferviente e intercesora, del ayuno, de las noches en vela, del clamor a Dios con todo nuestro corazón, “hasta que El venga y derrame justicia sobre nosotros”?

¿Cuál debe ser nuestra respuesta a la actual ola de interés en el avivamiento?

 

Regocijémonos en cada evidencia de que Dios mismo se está manifestando a los corazones de Su pueblo, de que Cristo está siendo exaltado, de que el Espíritu Santo está moviendo al pueblo de Dios a buscar Su rostro, y de que los creyentes están respondiendo en humillación, arrepentimiento, fe, y obediencia.

Al mismo tiempo, discernamos y evaluemos con cuidado cada supuesta evidencia de avivamiento a la luz de la Palabra y los caminos de Dios. No rebajemos el término “avivamiento” aplicándolo prematura o descuidadamente a cada movimiento religioso contemporáneo, sino reservémoslo para lo que ha sido realmente enviado del cielo e iniciado por Dios. Apresurémonos a buscar al Señor con todo nuestro corazón, e invitemos a otros a unírsenos. Anticipemos fervientemente el día cuando Su gloriosa presencia “descenderá como la lluvia sobre la hierba cortada; como el rocío que destila sobre la tierra” (Salmo 72:6).

®Revive Our Hearts/Aviva Nuestros Corazones. Usado con permiso. www.AvivaNuestrosCorazones.com

Sobre el autor

Nancy DeMoss Wolgemuth

Nancy DeMoss Wolgemuth ha tocado las vidas de millones de mujeres a través del ministerio de Aviva Nuestros Corazones y del Movimiento de Mujer Verdadera, llamando a las mujeres a un avivamiento espiritual y a la feminidad bíblica. Su amor por Cristo y por Su Palabra es contagioso y permea todos sus alcances, desde sus conferencias hasta sus programas de radio.

Ha escrito veintidós libros, incluyendo Mentiras que las mujeres creen y la Verdad que las hace libres, En busca de Dios (junto a Tim Grissom), y Adornadas. Sus libros han vendido más de cuatro millones de copias y están llegando a los corazones de las mujeres alrededor del mundo. Nancy y su esposo, Robert, radican en Michigan.