Si le preguntas a una mujer de hoy: "¿Cómo estás?" es probable que la respuesta sea un suspiro o un gemido, seguido por palabras como "¡Pasan tantas cosas en nuestra familia!" "¡Simplemente no puedo ponerme al día con todo lo que tengo que hacer!” o "¡Estoy agotada!”
Frecuentemente, me parece que las mujeres (y las mujeres cristianas no son una excepción) se sienten abrumadas por las tantas cosas que tienen que hacer y el poco tiempo que tienen para hacerlas. Como resultado, muchas mujeres viven vidas sin aliento, agotadas, y desanimadas.
Hace años, leí que la mujer de hoy pasa un promedio de cincuenta por ciento del tiempo usando modernos dispositivos y equipos para ahorrar tiempo. Esa cifra puede o no ser exacta, pero sin duda tenemos muchas comodidades disponibles hoy que eran desconocidas para las mujeres de las generaciones pasadas: lavaplatos, microondas, lavadoras, secadoras, y muchas más.
Entonces, ¿por qué nuestra vida es más agotadora y apresurada que nunca antes? ¿Por qué estamos tan estresadas? Probablemente hay más de una explicación. Sin embargo, una de las razones es que hemos aceptado la mentira de que no tenemos tiempo para hacer todo lo que se supone que debamos hacer.
El Ejemplo Dado Por Jesús
El hecho es que no tenemos ni más ni menos tiempo que cualquier otro ser humano que haya vivido alguna vez. Nadie, independientemente de su cargo o funciones, ha tenido más de 24 horas en un día, 168 horas en una semana, o 52 semanas en un año.
De hecho, al mismo Señor Jesús se le dio sólo unos pocos años en la tierra para cumplir todo el plan de redención. ¡Hablando de una larga lista de cosas "por hacer"! Sin embargo, al final de Su vida, Jesús fue capaz de levantar los ojos al Padre y decir: "Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese"(Juan 17:4 RV).
Me parece realmente asombroso. Al final del día rara vez puedo decir que he completado el trabajo que me propuse a hacer ese día. Por el contrario, con frecuencia caigo en la cama por la noche, con una larga lista mental de las tareas sin finalizar que tenía la esperanza de haber hecho.
¿Cómo fue posible para Jesús terminar el trabajo de Su vida, sobre todo en un período tan corto de tiempo? En las palabras de Jesús encontramos una pista —una poderosa verdad que nos hace libres de la esclavitud de la prisa y la frustración.
El Secreto Para Tener el Tiempo Suficiente
Nota que la obra de Jesús se completó en los treinta y tres años que estuvo aquí en la tierra: "Yo he acabado la obra que me diste para hacer”. Ese es el secreto. Jesús no terminó todo lo que Sus discípulos querían que Él hiciera. (Algunos de ellos estaban esperando que derrocara el gobierno Romano.) No terminó todo lo que las multitudes querían que Él hiciera. (Aqun quedaban personas enfermas, solitarias y agonizantes.) Pero Él completó la obra que Dios le encomendó hacer.
No habrá nunca el tiempo suficiente en un día de veinticuatro horas para que yo haga todo lo que está en la “lista de cosas por hacer” que los demás tienen para mí. Rara vez hay tiempo para lograr hacer todo lo que está en mi propia lista. ¡Qué alivio es darse cuenta de que no tengo que hacer todas esas cosas!
La verdad es que todo lo que tengo que hacer es el trabajo que Dios me asigno a mí. ¡Qué liberación ha sido el aceptar que hay tiempo para hacer todo lo que está en la lista que Dios tiene para mi día, para mi vida!
La Liberación de la Tiranía del Ajetreo
La frustración viene como resultado de intentar cumplir con responsabilidadades que Dios no ha planeado para nosotras. Contrario a esto, obtenemos libertad, gozo y plenitud cuando perseguimos las prioridades de Dios para cada etapa de la vida, y cuando nos disponemos a cumplir con esas prioridades, en el poder de Su Espíritu, reconociendo que Él ha proporcionado el tiempo y la capacidad necesarias para que hagamos todo lo que Él nos ha llamado a hacer.
Hazlo Personal
¿Sientes que no tienes tiempo para hacerlo todo? Pídele a Dios que te muestre lo que Él quiere que hagas. Luego, dale prioridad y deja ir el resto.
© Revive Our Hearts. Adaptado de Las Mentiras que las Mujeres Creen y la Verdad que las hace Libres, por Nancy Leigh DeMoss. Usado con permiso. www.AvivaNuestrosCorazones.com