Superando la maldición de las palabras

La maldición de las palabras incluye palabras pronunciadas por otros (incluso por usted mismo) y tienen la intención de herir y dañar, menospreciar o desear mal.

Considere el ejemplo de David, a quien Shimei maldijo y menospreció en 2 Samuel 16. Shimei acusó falsamente a David, atribuyéndole hechos y la pérdida de su reino por el juicio de Dios debido a presuntos pecados en contra de la casa de Saúl. Las palabras de Shimei dañaban.

¿Cuáles palabras han dicho en tu contra intentando “maldecirte” o te han herido sin merecerlo? Eres tan torpe. . . Nunca llegarás a nada. . . Nunca vas a cambiar. . . Vas a ser igual que tu madre. . . No encontrarás alguien que te ame. . . Me gustaría que estuvieras muerto. . . Me gustaría que nunca hubieras nacido. . . Siempre. . . nunca. . ". Etc..

El hecho de ser un hijo de Dios no te hace inmune a la maldición de otros. La clave es cómo responder a esas heridas. Existen dos posibles respuestas:

1. Abishai, el guardaespaldas y sobrino de David quería atacar y a su vez maldecir en respuesta a la maldición de Shimei (v. 9).

2. David, en vez de defenderse o reaccionar violentamente, se contuvo. El reconoció la soberanía de Dios, respondió con humildad y recibió la maldición de Shimei como si viniera de Dios (v. 10-12).

¿Cómo responderás?

Cómo superar o liberarte de la maldición de las palabras en tu vida

1.    Recuerda la bendición de Dios.

  • Nadie puede maldecirte sin el permiso de Dios (Num 22:12, 38, 23:8, 20, 23).
  • Si eres un hijo de Dios, estás bendecido, a pesar de (o independientemente de) lo que otros te hagan a ti.
  • La bendición de Dios es más poderosa que cualquier maldición humana.
  • A través de la cruz de Cristo, Dios ha provisto hacernos libre de cualquier maldición. Ninguna maldición de palabra puede controlar tu vida nunca más.
  • Dios protege y reivindica a los justos. Aquellos que viven una vida piadosa no tienen que preocuparse de que una maldición caiga sobre ellos.

2.    Revisa la maldición.

  • ¿Cuál es la fuente de esas palabras?
  • Mientras revisas a la luz de la Palabra de Dios, las palabras que otros te han dicho, pregúntate “¿Es cierto? ¿Está eso de acuerdo con lo que Dios dice? “

3.    Rechaza cualquier palabra que no sea verdad.

  • Las maldiciones solo tienen poder sobre nosotros si nosotros las creemos. Si no son ciertas no tienen poder (Prov 26:2). Cuando las creemos, le damos poder.
  • Decide rechazar las palabras que no están de acuerdo a la Palabra de Dios.

4.    Renueva tu mente.

  • Los niños pueden no saber la verdad, pero los adultos tienen la responsabilidad de aprender la verdad.
  • Satura tu corazón y tu mente con la Verdad en la Palabra de Dios (Filipenses 4:8-9). Reemplaza mentiras con verdad.

5.    Recibe las bendiciones de Dios.

  • Aún cuando no puedas “sentir” la bendición de Dios, puedes recibirla por Fé.
  • Luego de haber recibido la bendición de Dios, estás libre para bendecir a otros (el ejemplo de Jacob en Génesis 48-49).

6.    Libera a quienes han proferido maldiciones contra ti.

  • Liberamos a los demás a través del perdón.
  • Perdonar a otros nos libera para vivir victoriosamente en las bendiciones de Dios.

7.    Arrepiéntete de cualquier maldición que hayas pronunciado contra otros.

  • Las palabras del cristiano solo debe ser una fuente de bendición (Santiago 3:8-11; 4:11).
  • Hablar mal de otros creyentes es una característica de los no creyentes (1 Pedro 2:12 ; 3:16).
  • Sé cuidadoso con el impacto de tus palabras como padre o cónyuge.
  • No seas descuidado con las palabras. Debes abstenerte de bromas, burlas, críticas constantes o "evaluaciones" que dejan huella. No haga juicios rápidos o saltes a conclusiones – ser "tardo para hablar" (Santiago 1:19).
  • Sé cuidadoso en cómo  le hablas a tus hijos en público.
  • Sé cuidadoso en cómo le hablas a tus padres (Proverbios 30:11; 20:20), a tus suegros, pastores, jefes, profesores, empleados cristianos y miembros de la iglesia, a tus amigos, a tus vecinos y hasta a tus “enemigos”.

8.    Rechaza devolver maldición por maldición.

  • Solo devuelve bendición por maldición (Romanos 12:14, 17-21).
  • El principio bíblico es, cosecharás lo que siembras (Gálatas 6:7). Si bendices a otros serás bendecido. Si maldices, te maldecirán.

9.    Decide pronunciar bendiciones.

  • Habla bendiciones a los demás. Sé proactivo. Busca oportunidades para bendecir, validar y estimular a otros.
  • Habla bendiciones no solo a los otros sino también de los otros.
  • Regala bendiciones específicas y apropiadas (Génesis 48:1-3, 15-16; 49:28). Imagina lo que Dios puede hacer en otros. Ejerce la Fé en su nombre a través de bendiciones que pueden cambiar su futuro (Hebreos 11:20-21)
  • No lo pienses, pronúncialas ahora! No esperes a su funeral para bendecirlos.
  • Aunque hay muchas oportunidades de bendecir en el día a día, también bendice en ocasiones especiales (cumpleaños, aniversarios, etc.)
  • La bendiciones son especialmente importantes para los que están debajo de tu liderazgo o autoridad (las esposas pueden estimular a sus maridos viendo el valor de bendecir a sus hijos).
  • Las palabras de bendición causan crecimiento, dan esperanza y traen sanación.
  • Las bendiciones vuelcan nuestro corazón hacia el que bendice- nuestro Dios amado, justo y fiel.
  • Las palabras son poderosas, y la muerte y la vida están en el poder de la lengua. Cuando maldecimos, degradamos o minimizamos con nuestras palabras, hablamos mentiras – el lenguaje de Satanás. Cuando hablamos la verdad de Dios a la vida de las personas, las bendecimos.
  • Toma la decisión de ser un “Bendecidor”

 

© Usado con permiso. www.AvivaNuestrosCorazones.com

Escritura: 2 Samuel 16:9-12

Sobre el autor

Nancy DeMoss Wolgemuth

Nancy DeMoss Wolgemuth ha tocado las vidas de millones de mujeres a través del ministerio de Aviva Nuestros Corazones y del Movimiento de Mujer Verdadera, llamando a las mujeres a un avivamiento espiritual y a la feminidad bíblica. Su amor por Cristo y por Su Palabra es contagioso y permea todos sus alcances, desde sus conferencias hasta sus programas de radio.

Ha escrito veintidós libros, incluyendo Mentiras que las mujeres creen y la Verdad que las hace libres, En busca de Dios (junto a Tim Grissom), y Adornadas. Sus libros han vendido más de cuatro millones de copias y están llegando a los corazones de las mujeres alrededor del mundo. Nancy y su esposo, Robert, radican en Michigan.