Por Nancy Leigh DeMoss
Más de 3000 días han pasado desde que recibí la llamada telefónica diciéndome que mi padre había tenido un ataque al corazón y había partido a estar con El Señor.
Habíamos estado juntos sólo algunas horas antes, celebrando mi cumpleaños número 21. Él era mi mejor amigo. Nuestros corazones latían al mismo compás de tantas formas. No podía imaginarme la vida sin él.
Se dice que el tiempo sana. Yo sé que el Espíritu Santo ha sanado las heridas de este corazón quebrantado de forma sobrenatural, tierna y llena de gracia.
Pero hay algunas cosas que el tiempo no puede lograr que uno olvide. Las incontables, memorias que atesoro de la vida de mi papá, llenas de gozo, se hacen mas preciosas con cada año que pasa. Dudo que haya pasado un sólo día desde el 1ro de Septiembre de 1979, donde mi vida no haya sido tocada por la vida de este hombre que conoció y caminó con Dios.
A través de los años, me han hecho muchas preguntas sobre mi padre. Cada vez que hablo sobre él, tengo el temor de que personas puedan pensar de que el era algún tipo de ‘superhéroe’ espiritual que vivió una vida que otros no pueden alcanzar.
Pero déjame explicarte que papi no vino de un hogar cristiano; no fue salvo hasta mediados sus veinte años; nunca fue a un colegio bíblico o seminario. Su vida era realmente un testimonio de lo que puede ser verdad para cualquier papá cuyo corazón sea completamente de Dios.
Desde el corazón de una hija, quisiera compartir con ustedes algunos destellos de su vida—algunas de las cosas que mas saltan a mi mente sobre su ministerio como papá.
Amor generoso y ánimo
“Teniendo así un gran afecto por vosotros, nos hemos complacido en impartiros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas, pues llegasteis a sernos muy amados.” (1 Tes. 2:8)
No había duda en ninguna de las mentes de los siete hijos en mi familia de que éramos amados. El amor incondicional era expresado a través de recordatorios frecuentes tanto verbales como físicos. De hecho, después de la muerte de nuestro padre, descubrimos de que cada uno de nosotros se sentía como el ‘favorito de papi”! No sólo nos decía cuánto éramos amados, pero también le decía a otros que tan especiales éramos para él y cuan agradecido estaba por la forma en que Dios estaba madurándonos y usándonos.
Su amor también se expresaba en oración constante a nuestro favor. Él reconocía su dependencia total en el trabajo de Dios en nuestras vidas, y oraba diariamente y de forma específica por nuestras necesidades diversas.
Su amor se revelaba en su constante disponibilidad, demostrándonos la prioridad que nuestra familia tenía para él. Aunque su negocio y ministerio personal requerían muchas horas largas y duras, y viajes frecuentes lejos de casa, sabíamos que él estaría presente en cualquier momento que lo necesitáramos. Sus brazos siempre estuvieron abiertos cuando yo estaba dolida. Ahora que él no está aquí, cuando estoy en dolor, corro confiadamente a los brazos amorosos de mi Padre celestial.
Siempre pensaré de mi padre como un animador y un afirmador. Sin tolerar la vagancia y los esfuerzos mediocres, él animaba cada paso que dábamos en la dirección correcta, creando al mismo tiempo un clima donde éramos motivados a hacer nuestro mejor esfuerzo. Incluso en tiempos de fracaso, inseguridad, o un sentimiento de no encajar, él nos estimulaba a ejercitar la fe en lo que Dios podía hacer a través de la situación. Siempre buscó animarnos con una visión de lo que Dios podía hacer con nuestras vidas si estas eran rendidas completamente a Él.
En mi cumpleaños número 16, como estudiante de primer año en la universidad, recibí una carta de mi papá que siempre atesoraré. Está llena de ánimo y amor, mientras él recordaba algunas de las etapas de ‘crecimiento’ a través de las cuales Dios me había llevado hasta ese punto. El cerró diciendo:
Quiero que sepas, cariño, que en cualquier momento que quieras hablar en el futuro, o si hay algo en lo que pueda ayudarte de alguna manera, prometo estar disponible. Sólo déjame saber.
Me he ido convenciendo de que Dios tiene algo muy maravilloso y especial para ti – lo cual sé que será una realidad, porque tu sólo quieres conocer y hacer la voluntad de Dios para tu vida.
Y créeme, prefiero verte en la voluntad del Señor a que seas rica o famosa o cualquier otra cosa! Después de todo, es una verdad que “Sólo hay una vida, que pronto pasará; sólo lo que se hace para Cristo verdaderamente durará”
Te amo mucho, papá
Vida genuina y ejemplo
“Vosotros sois testigos, y también Dios, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes” (1 Tes. 2:10)
En innumerables áreas, Papá nos dio un ejemplo a seguir de cómo actuaría Cristo. Tal vez el modelo de humildad fue la base. Él nunca se sintió digno o merecedor de la bondad y gracia de Dios. Nunca se sobrepuso al hecho de que Dios lo salvó, frecuentemente derramaba lagrimas con ese pensamiento. Él era rápido para admitir sus faltas y debilidades como papá, y, cuando era necesario, se humillaba y pedía perdón. Hoy lo amo y lo respeto, no porque fuera perfecto, sino porque estaba dispuesto a humillarse.
En su relación con nuestra mamá, fue un ejemplo de amor incondicional y compromiso permanente. Él sabía que para ser un buen padre, primero debía ser un buen compañero. Él veía a nuestra mamá no sólo como su compañera física, sino también como su compañera espiritual. Ellos compartían compromisos comunes, metas, amigos, cargas, valores, prioridades y ministerio.
Su fidelidad en la Palabra y en oración ha sido una motivación constante en mi propia vida. En los 28 años que conoció a Cristo, el nunca falló en darle la primera hora del día al Señor, en la Palabra y en oración. Sin importar las demandas de su agenda, el tiempo que duraba buscando el rostro de Dios siempre fue prioridad.
Su vida nos modeló lo que significaba ser puro e inocente, tanto externa como internamente. Ni en su vida ni en la nuestra el iba a tolerar la objeción, “Pero todo el mundo lo hace!” Frecuentemente nos recordaba de nuestro llamado alto y santo como hijos de Dios, y hacía todo el esfuerzo para cultivar en nosotros un anhelo y compromiso con la pureza absoluta en cada área de nuestras vidas.
Ese compromiso significaba, en parte, protegernos de influencias que él sentía que no nos animaban a una vida santa. Para nuestra familia, eso significaba, por ejemplo, no ir al cine y no televisión. Ni siquiera veíamos el periódico! Para muchos padres hoy, esos estándares son inconcebibles, y pudiera ser incluso considerado ‘legalista’. Déjame apresurarme a decir que el énfasis en la santidad en nuestra casa era uno maravillosamente positivo. No veíamos que esos estándares nos hacían de ninguna manera superiores espiritualmente a otros que tomaban decisiones distintas. La santidad era vista, no como restrictiva, sino como un privilegio verdaderamente liberador.
Mientras muchos criticarían una crianza como esa como sobreprotectora, siempre estaré agradecida por el privilegio de ser protegida de influencias mundanas y no santas en esos años formativos, mientras mis valores y apetitos se desarrollaban.
Luego nos dio un ejemplo piadoso en el área de ‘dar’. Creo que nunca he conocido a un creyente que encontrara mayor gozo en dar, que mi padre!. El se veía a si mismo, no como recipiente de las bendiciones de Dios sino como un canal a través del cual Dios podía fluir sus bendiciones a otros. Su deseo de ser exitoso en sus negocios era motivado por un deseo interno de dar tanto como pudiera a la obra del Señor en su vida.
Él era un hombre de fe, incluso en medio de pérdidas increíbles y presión externa. En el transcurso de un año, perdimos nuestra casa en un incendio, mi mamá enfrentó una cirugía de cerebro que ponía en peligro su vida, y papá sufrió un reverso financiero severo en su exitoso negocio. Lo vi responder a la adversidad con tal calma y confianza en la soberanía de Dios y con tanto agradecimiento por la bondad de Dios, como en los tiempos de prosperidad y abundancia.
De hecho, mi primer pensamiento consciente cuando recibí noticia de la muerte de papi fue la paráfrasis de un verso que había leído en esa misma semana: “Dios es bueno, y todo lo que el hace es bueno.” Esa realidad sustentó mi corazón en los días subsiguientes de lágrimas y dolor. ¿Dónde había aprendido a confiar? A los pies de un papá que sabía como confiar!
Finalmente, toda la vida de papá fue vivida a la luz de la eternidad. La realidad de que el tiempo es corto, la eternidad es larga y que Jesús viene, literalmente se apoderaba de él. Cada decisión, cada actividad, cada compra era evaluada en términos de su valor eterno. Por eso es que tenía tal pasión por ganar personas para Cristo y discipularlas en su fe. Nuestra casa siempre fue una colmena del ministerio. Una de las más grandes evidencias para nosotros de la realidad de la vida Cristiana, era el privilegio que teníamos de ver gente siendo salva y nutrida constantemente en nuestra casa. Negocios, recreación, entretenimiento, educación, vida social—todo era secundario al gozo y la responsabilidad de alcanzar a otros para Cristo. La mayoría de nuestras vacaciones familiares eran “vacaciones ministeriales”, estructuradas alrededor de distintas oportunidades para alcanzar a otros.
Otra carta que recibí de papá, mientras estaba en la universidad, resaltaba cinco situaciones evangelisticas en las que el había estado involucrado en la semana anterior. Él resumía:
“Así que, como puedes ver, la vida es cualquier otra cosa menos aburrida. Mi único problema es conseguir tiempo suficiente para trabajar o hacer cualquier otra cosa! Todas estas historias me ayudan a recordar que realmente no hay nada en esta vida que se compare con el privilegio de testificar para Cristo y servirle”. Ese entusiasmo era infeccioso!
Poco tiempo después de su muerte, mi mamá encontró en el escritorio de mi papá un pedazo de papel donde había escrito las palabras del Salmo 90:12, “Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, reconociendo que son pocos, ayúdanos a usarlos como deberíamos.” (Parafraseado)
Cuando papi fue al cielo, aquellos que mejor lo conocían, sentían que el estaba donde realmente pertenecía. Su corazón había estado allí todo el tiempo.
Liderazgo piadoso y exhortación
“Así como sabéis de que manera os exhortábamos, alentábamos e implorábamos, a cada uno de vosotros, como un padre lo haría con sus propios hijos, para que anduvierais como es digno del Dios que os ha llamado a su reino y a su gloria.” (1 Tes. 2:11-12)
La instrucción de los caminos de Dios era una parte integral y vital del tapiz de nuestra vida familiar. Las ocurrencias del día a día eran atendidas y evaluadas desde una perspectiva espiritual y bíblica. Los “devocionales familiares” no estaban reservados para un tiempo y un lugar. Era una forma de vivir de ‘todo el tiempo’
Cada vez que fuera necesario, esa instrucción incluía reprobación y corrección—no sólo por comportamiento inaceptable, sino por actitudes, respuestas y valores.
Una parte invaluable del ‘curriculum’ era una exposición bien pensada y analizada a hombres piadosos y libros. Cultivamos héroes—héroes piadosos. Mi vida cristiana temprana fue grandemente moldeada e influenciada por la vida de hombres como Hudson Taylor, David Livingstone, George Mueller, y David Brainerd. Luego, fui bendecida y retada al permitírseme escuchar las conversaciones y oraciones de muchos hombres de Dios que todavía viven.
El liderazgo de papá incluía ayudarnos a desarrollar una visión piadosa de nuestras vidas y futuros. Nunca olvidaré la noche en que mi familia se sentó toda junta en un servicio de una iglesia en Haití, donde estábamos pasando nuestras vacaciones navideñas. Yo tenía 18 años. En medio del servicio, Papi se inclinó a mi y me susurró, “Cariño, ¿Cuáles son tus metas para dentro de 50 años?” Para ser honesta, nunca había pensado seriamente en eso! Pero procedí a pensar y poner por escrito las cosas que querían que fueran ciertas en mi vida dentro de 50 años, si El Señor quería. Ese ejercicio fue invaluable para mí en ayudarme a moldear y guiar mi vida y ministerio.
Antes de que naciéramos, fuimos consagrados a Dios—apartados para Su servicio. Una y otra vez, papi imprimió en nuestros corazones que Dios quería usarnos, que nuestras vidas podían ser extraordinarias, para Su gloria.
Durante mis años de universidad, pasamos muchas horas elaborando ideas juntos sobre qué podía hacerse para alcanzar el mundo con el evangelio de Cristo. De hecho, ese fue el último tema que discutimos juntos en nuestro patio trasero la tarde antes de que el fuera llevado al cielo. Su visión, consejo y deseo espiritual continúan proveyendo dirección y motivación para mi vida y ministerio.
Justo después de su muerte, recibí por correo un pedazo de papel que contenía en la letra de mi papá, 3ra de Juan 4: “No tengo mayor gozo que este, oír que mis hijos andan en la verdad”. El deseo de papi era que espiritualmente nosotros fuéramos aún mas lejos de lo el había ido, que pudiéramos pararnos en sus ‘hombros’ espirituales. Esa es mi meta y compromiso, por la gracia de Dios.
El capítulo 11 de Hebreos nos pinta una imagen de “una gran nube de testigos”—hombres y mujeres de fe, quienes, como Jesús, han corrido la carrera y han llegado a la meta final. En muchos momentos de incertidumbre, temor, indecisión o tentación, me he imaginado esa tribuna celestial. Un rostro salta a mi mente. Puedo escucharlo animándome mientras corro la carrera que ya el completó. Puedo escucharlo decir, “No te rindas! Sigue corriendo! Fija tus ojos en Jesús! El estará ahí para encontrarte en la línea final”
Ves, ya he tenido un destello de Jesús. Por 21 años, pude verlo en el rostro de un papá que estaba lleno de Su espíritu. Como resultado, casi no puedo esperar a verlo a Él cara a cara.
®Revive Our Hearts/Aviva Nuestros Corazones. Usado con permiso.
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