Mi gozo supremo
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos explica por qué puedes estar gozosa, incluso en medio de la tormenta.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dios es mi gozo supremo. No es la presencia o la ausencia de la tormenta lo que determina el nivel de mi gozo, es la presencia de Dios. Él es mi sumo gozo, así que me alegraré en Él.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 7 de noviembre de 2024.
¿Cuál es el desafío más grande y preocupante en tu vida en este momento? Mantén esa situación en mente mientras Nancy te muestra cómo encontrar paz en medio de la tormenta. Este episodio es parte de la serie titulada, «Lidiando con la depresión y la duda».
Nancy: Quisiera leerles el pasaje completo que hemos estado estudiando durante las últimas sesiones, los Salmos 42 y 43, solo para recordarnos …
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos explica por qué puedes estar gozosa, incluso en medio de la tormenta.
Nancy DeMoss Wolgemuth: Dios es mi gozo supremo. No es la presencia o la ausencia de la tormenta lo que determina el nivel de mi gozo, es la presencia de Dios. Él es mi sumo gozo, así que me alegraré en Él.
Débora: Estás escuchando Aviva Nuestros Corazones con Nancy DeMoss Wolgemuth, en la voz de Patricia de Saladín. Hoy, 7 de noviembre de 2024.
¿Cuál es el desafío más grande y preocupante en tu vida en este momento? Mantén esa situación en mente mientras Nancy te muestra cómo encontrar paz en medio de la tormenta. Este episodio es parte de la serie titulada, «Lidiando con la depresión y la duda».
Nancy: Quisiera leerles el pasaje completo que hemos estado estudiando durante las últimas sesiones, los Salmos 42 y 43, solo para recordarnos cómo la fe responde a la vista, cómo contrarrestamos las circunstancias reales de nuestras vidas con fe en los caminos y en la Palabra de Dios.
Hemos visto primeramente que el salmista está pasando por un tiempo de sequía. Luego vimos que sentía como si se estuviera ahogando, y en medio de todo esto, él continúa aconsejando su propio corazón a creer en Dios, y a esperar que haya liberación en Dios.
Así que déjenme leer el pasaje.
Salmo 42
«Como el ciervo anhela las corrientes de agua,
Así suspira por ti, oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente;
¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?
Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche,
Mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo iba yo con la multitud y la guiaba hasta la casa de Dios,
Con voz de alegría y de acción de gracias, con la muchedumbre en fiesta.
¿Por qué te abates, alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez
Por la salvación de su presencia.
Dios mío, mi alma está en mí deprimida;
Por eso me acuerdo de ti desde la tierra del Jordán,
Y desde las cumbres del Hermón, desde el monte Mizar.
Un abismo llama a otro abismo a la voz de tus cascadas;
Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
De día mandará el Señor su misericordia,
Y de noche su cántico estará conmigo;
Elevaré una oración al Dios de mi vida.
A Dios, mi roca, diré: ¿Por qué me has olvidado?
¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo?
Como quien quebranta mis huesos, mis adversarios me afrentan,
Mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
¿Por qué te abates, alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez.
¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!»
Salmo 43
«Hazme justicia, oh Dios, y defiende mi causa contra una nación impía;
Líbrame del hombre engañoso e injusto.
Ya que tú eres el Dios de mi fortaleza, ¿por qué me has rechazado?
¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo?
Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen,
Que me lleven a tu santo monte,
Y a tus moradas.
Entonces llegaré al altar de Dios,
A Dios, mi supremo gozo;
Y al son de la lira te alabaré, oh Dios, Dios mío.
Y luego una vez más el estribillo:
¿Por qué te abates, alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez.
¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios».
Quiero que veamos en la sesión de hoy una expresión final de fe, mientras el salmista camina por fe y no por vista. Él ha visto por fe que la provisión de Dios es suficiente para cubrir sus necesidades, y ahora por fe él anticipa la salvación de Dios. Él anticipa la intervención de Dios.
Quiero enfocarme en esa frase: «pues he de alabarle otra vez. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!» Él está diciendo que el día vendrá, no sé cuándo; no sé cuánto tiempo tardará, pero sé que cuando llegue el momento, cuando Dios venga al rescate, cuando Dios intervenga en mi situación; y mientras tanto, yo esperaré en Dios.
Mientras tanto, voy a confiar plenamente. Voy a descansar en la seguridad de que Dios sabe lo que está haciendo. Dios determina la naturaleza de la prueba. Él determina la duración de la prueba. Él determina el alcance de la prueba, porque ¡Él es soberano! Así que yo espero en Dios porque sé que a Su tiempo Él va a intervenir. A Su tiempo Él nos salvará.
Y me encanta ese pasaje en el Salmo 30, versículo 5, que dice: «Por la noche durará el lloro». Y tu noche puede que no solo dure ocho horas; puede ser una noche de ocho meses o una noche de ocho años, o años y años de oscuridad. Pero el salmista dice: «Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría».
Tú dices: «¡Oh Dios, que llegue la mañana!». Y está bien que lo digas, pero continúa esperando en Dios hasta que la mañana llegue, y descansa segura de que en el tiempo de Dios y a Su manera la mañana llegará. La alegría vendrá. Aun en la noche, sabiendo que la alegría está por venir, puedes tener gozo ahora.
Dios es mi gozo supremo. No es la presencia o la ausencia de la tormenta lo que determina el nivel de mi gozo, es la presencia de Dios. Él es mi sumo gozo, así que me alegraré en Él.
Y eso es exactamente lo que el profeta Habacuc dice en el capítulo 3:
«Aunque la higuera no eche brotes,
Ni haya fruto en las viñas;
Aunque falte el producto del olivo,
Y los campos no produzcan alimento;
Aunque falten las ovejas del aprisco,
Y no haya vacas en los establos…».
Y todo eso viene por vista. Aunque no haya recompensa visible por tu fe; aunque no haya evidencia visible de que Dios está oyendo y respondiendo a tus oraciones…
«Con todo yo me alegraré en el Señor,
Me regocijaré en el Dios de mi salvación» (vv. 17-18).
Cuando no haya medios de apoyo visibles a mí alrededor, cuando no haya medios de alegría visibles, aun así me alegraré porque tengo al Señor.
«Con todo yo me alegraré en el Señor,
Me regocijaré en el Dios de mi salvación.
El Señor Dios es mi fortaleza;
Él ha hecho mis pies como los de las ciervas,
Y por las alturas me hace caminar».
¿Puedes ver aquí la fe que anticipa la salvación de Dios y la intervención de Dios? Así que el salmista repite ese coro una vez más:
«Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez.
¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!».
Amigas, este debe ser el coro de nuestras vidas. Las estrofas contienen toda clase de cosas diversas en ellas. Las estrofas de nuestras vidas tienen problemas matrimoniales, problemas con los hijos, problemas de salud, problemas financieros, problemas internos y externos, mudanzas y pérdidas de empleo. Esas son las estrofas de la vida.
Pero tienes que continuar regresando al coro:
«Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez.
¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios!»
Y esa palabra «espera» es traducida de una palabra hebrea que significa «esperar, quedarse, tener esperanza, aguardar, ser paciente, confiar».
Ahora bien, a nosotras no nos gusta la parte de «esperar» que conlleva el tener esperanza. Por lo menos, a mí no. Quiero ver la respuesta, quiero que el problema se resuelva. Pero déjame decirlo otra vez—así solo pasa en la televisión, no en la vida real.
Esperar es parte de tener esperanza. Algunas de ustedes están esperando que Dios salve ese hijo o esa hija que es esclavo del maligno. Espera en el Señor.
Y quizás tú te preguntes: «¿Y cuánto tiempo tengo que esperar?».
¡No lo sé! ¡Solo sigue esperando!
Pero no estás solo esperando por tu esposo, no estás esperando por tu hijo o hija; estás esperando por Dios. Si estuvieras esperando que tu esposo o tu hijo o hija o que tu situación financiera o tu situación de salud cambien, puede ser que no tengas ninguna esperanza.
Pero tu esperanza está en Dios, y por eso tienes esperanza. Espera en Dios, espera, aférrate a Él, sé paciente, confía en Él mientras estás esperando. «Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez».
Y la palabra «alabar» es traducida de la palabra hebrea que significa «usar las manos, reverenciar o adorar a Dios con las manos extendidas». Es una expresión de gratitud a Dios. Quiere decir, «bendice al Señor».
Y tú dirás: «¿En medio de mi tormenta? ¿En medio de mi depresión? ¿En medio de mis dudas? ¿En medio de mis miedos? ¿En medio de mis problemas? Alabaré al Señor cuando salga de todo esto».
¡No! Alaba al Señor mientras todavía estés en medio de ellos, sabiendo que a la larga lo alabarás, así que alábalo ahora.
«Aún he de alabarle». Levanta tus manos al Señor. Agradécele, bendícele, venérale, adórale. Y di: «Señor, Tú eres grande. Tú eres bueno. Tú eres Dios. Tú no has cambiado. Eres todo lo que necesito. Eres suficiente. Eres soberano. Eres sabio. Eres amoroso. Eres bueno».
Las olas pueden estar golpeando tu barca, pero tú estarás a salvo. Escucha, la tormenta pudiera, pudiera matarte, pero estarás a salvo si eres una hija de Dios. No tienes nada que perder y todo que ganar. Así que, «espera en Dios, pues aún he de alabarle otra vez. Él es la salvación de mi ser y mi Dios».
Y permítanme hablarles de otra palabra que aparece en algunas traducciones en inglés. «Espera en Dios, pues he de alabarle. Él es la ayuda y la salvación mía y Dios mío».
Esa palabra, ayuda, es traducida de la palabra hebrea Yeshua. Yeshua, ¿te suena familiar ese nombre? La palabra Yeshua significa «liberación, salvación, victoria». Dios es el Yeshua de mí ser. Él es el libertador de mi fe. Él es mi salvación.
Y si añades una sílaba a la palabra Yeshua, tendrás el nombre de Josué, el cual significa no solo «salvación», sino también «Jehová salva. Jehová es mi salvación».
¿Cuál es la palabra griega en el Nuevo Testamento para el nombre de Josué? Es JESÚS. Es la transliteración del griego de esa palabra. Jesús es mi salvación. Jesús es mi liberación.
«Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez», el Yeshua, la salvación, la liberación, la victoria de mi fe y mi ser y mi Dios.
Al final, cada lucha en la vida, cada presión, cada problema, tiene la intención de llevarnos de regreso al Salvador.
La salvación, la liberación, no se encuentra en un consejero. No se encuentra en pastillas. No se encuentra en las compras. No se encuentra en la comida. No se encuentra en un buen amigo. No se encuentra en la radio cristiana o en la televisión cristiana o en las novelas cristianas. Esas no son la fuente de la salvación.
¡Yeshua, Jesús salva! Él es mi libertador. Él es mi salvación. La salvación no se encuentra en nosotras, ni en nada, ni en nadie, que no sea el mismo Señor Jesucristo.
Así que dile a tu alma: «¿Por qué te abates? ¿Por qué te turbas?» Y tu alma puede contestarte: «bueno, es por esta razón, y esta razón, y esta otra razón. Tengo muchas razones para estar abatida y turbada».
Entonces háblale en respuesta a tu alma y dile: «Espera en Dios, pues he de alabarle otra vez; la ayuda, el Yeshua, el Salvador, el Libertador, la salvación de mi ser, y mi Dios».
Débora: Nancy DeMoss Wolgemuth nos ha estado mostrando cómo podemos aplicar la verdad de los Salmos 42 y 43 a nuestras vidas. Esta enseñanza es parte de la serie titulada, «Lidiando con la depresión y la duda». Si te perdiste cualquiera de los episodios anteriores o quieres tomar notas de algo que escuchaste, encuentra tanto los audios como las transcripciones en AvivaNuestrosCorazones.com.
A continuación escucharemos de una mujer que sabe lo que es estar en la clase de tormenta emocional de la que hemos escuchado en esta serie. En una ocasión, Carrie Gaul, quien es parte del staff de Revive Our Hearts, habló con Nancy y con un grupo de mujeres sobre su caminar con Dios a través de las tormentas de la vida. Creo que lo que ella tiene para compartir contigo hoy, te animará a vivir según lo que has escuchado en esta serie.
Aquí está Carrie con nosotras.
Carrie Gaul: En junio del 2012, yo fui diagnosticada con cáncer. Yo me encontraba en lo que esperaba que fuera la última fase de una etapa muy oscura en mi propia vida en el área espiritual, emocional y relacional.
El Señor me había apartado por un día para estar con Él y con Su Palabra. Él realmente había ministrado a mi alma. Y entonces fue que dos meses más tarde, fui diagnosticada con cáncer.
Esa noche en casa alrededor de las 10:30 de la noche, recibimos una llamada de nuestro cirujano. Él había prometido llamar ese día, pero había estado ocupado en cirugía hasta esa hora. Así que eran las 10:30 de la noche y él dijo, «señor y señora Gaul, necesito que se sienten. Voy a decirles que Carrie tiene cáncer».
Por supuesto, recibimos la noticia con lágrimas y preguntas y todo eso, lo cual es muy natural para todos nosotros en un momento así. Oramos y lloramos. Durante la próxima hora, mi esposo muy sabiamente me dijo: «Carrie, debemos pensar cómo vamos a decirles esto a las personas».
No oí una voz. No vi un ángel de diez mil libras, pero sentí el Espíritu de Dios decirme: «Carrie, este es un regalo de mi amor por ti, así que tienes que recibirlo».
Así que hemos caminado por este trayecto. De modo que para responder la pregunta, ¿qué ha hecho Dios? ¿Cómo lo conoces hoy de una manera diferente?
Te hubiera dicho en junio del 2012, que Dios fue fiel. Yo conocía Su pacto—eso pensaba. Pero en medio de algunos de los días más oscuros que he conocido en mi vida adulta, perdí la noción de eso. Lo perdí de vista.
Una de las innumerables cosas que Él ha hecho durante esta travesía con el cáncer es mostrarme que Su fidelidad no cambia. No depende de mí. Él es fiel; Él pastorea; Él guía; Él contesta las oraciones; Él escucha.
No sé si Dios me va a curar del cáncer o si será esto lo que Él use para llevarme a Su presencia, pero no importa. No importa porque lo he llegado a conocer a Él en medio de esto, es que Él nunca cambia. ¡Él nunca cambia! ¡Él es inmutable!
Pudiera contarles historias hasta la medianoche de Su fidelidad y de las maneras tiernas en que Él nos ha cuidado. Una de esas maneras ha sido durante el tratamiento para el cáncer. Muchas de ustedes conocen personalmente este recorrido en sus propias vidas. Teníamos tantos doctores y tantas opiniones y tantos reportes y tantos exámenes y teníamos que tomar algunas decisiones para el tratamiento.
Yo no tengo conocimientos médicos, así que hicimos muchas investigaciones y oramos mucho. Una mañana temprano fui a hacerme unos exámenes muy importantes. Me reuní con el doctor y dije, «no estoy segura de qué vamos a hacer…» Saliendo de eso yo dije, «Señor, no estoy segura en quién confiar. Tienes que ayudarme a aterrizar este avión».
Bueno…esa tarde a las 4, recibí en mi teléfono celular una llamada de uno de mis oncólogos. Él me dijo: «Carrie, estoy viendo llegar tus resultados y sé que tienes algunas preguntas». Él contestó algunas de mis preguntas. Me dio un poco más de detalles sobre algunas cosas. Él habló sobre el otro doctor que me estaba viendo. Al final de todo me dijo: «Carrie, puedes confiar en él; yo confío en él». Yo pensé, Eso es lo que necesitaba saber. Es exactamente por lo que oré. Esas tiernas misericordias de simplemente ver las respuestas de Dios cuando clamamos.
Creo que en los primeros días de cualquier tipo de prueba o sufrimiento por el cual estemos atravesando, hay una sensación de Su presencia, pero también hay una sensación abrumadora de no poder pensar con claridad. No poder ver con claridad. No sé cuáles son las respuestas. Me siento como si un chorro de agua de presión estuviera dirigido hacia mí. Siento que necesito tener el control y saber todas las respuestas de todas las preguntas que van a surgir.
Creo que una de las cosas más útiles durante este tiempo, habría sido saber que Él es mi Dios y que Él me está guiando un paso a la vez. No necesito conocer el plan de aquí a diez años. Solo necesito saber el próximo minuto: «Señor, ¿qué hago?» Pienso que esa es una de las cosas que Él me está enseñando.
Me encanta tener el control. Me gusta conocer el plan para diez años. Él me está enseñando, «solo escucha mi voz, Carrie. Solo quédate quieta y escucha». Él nos habla a través de Su Palabra. Él nos habla a través de Su Santo Espíritu, y en nuestro tiempo de oración con Él y a través de su pueblo. Pero mi corazón a menudo no está quieto. Mi mente con certeza no está quieta, porque está yendo en mil direcciones y tratando de entender las cosas.
Él me está enseñando en gran parte de este viaje con el cáncer, solo escúchame, solo permanece quieta.
Tantas veces en nuestras vidas tenemos que aprender a hablarnos a nosotras mismas y a dejar de escucharnos a nosotras mismas. Para mí esto no es natural. No lo hago automáticamente. Una de las cosas en el viaje con el cáncer…por ejemplo, algo muy real fue el día en que íbamos a reunirnos con cinco doctores en un día.
Un querido amigo nuestro vino a nuestra casa temprano en la mañana solo para orar con nosotros y ver si había algo que él pudiera hacer y simplemente nos demostró su amor. Él vino ese día, y hablamos un rato. En ese momento ya había tanta información que no podía procesar más.
Él me preguntó: «Carrie, ¿qué es lo más grande que tienes en tu corazón ahora mismo?».
Recuerdo haberle dicho: «No quiero fallarle a mi Dios. No quiero fallarle. No quiero ser un pobre reflejo de Él. No quiero flaquear en mi fe. Quiero que la gente vea a Dios a través de esto».
Entonces le dije cómo me sentía, que había fallado tantas veces en eso. Quería hacer esto de una forma diferente. Quería que la gente viera a Dios en medio de mi problema. Era evidente que en todo lo que yo estaba compartiendo había mucha culpa, vergüenza y condenación, con los cuales yo viví por muchos años.
Él solo me miró y me dijo: «Carrie, donde está Jesús, no hay culpa, vergüenza, ni condenación. Él te mantendrá fiel. Solo escúchalo».
Esa fue una de las cosas más dulces, simples, y profundas que tuve que comprender día tras día: no tengo que entender todo esto, solo tengo que creer la verdad porque Jesús murió por mí. Él vivió; Él murió y Él resucitó de entre los muertos por mí. Y lo que cambia este panorama es la gran verdad que se deriva de todo esto.
Algunos días era minuto a minuto que tenía que aconsejarme a mí misma con esa verdad. Algunos días lo hice bien, y algunos días no muy bien. Pero eso no cambió quien Él es y no cambió quien yo soy, porque yo estoy en Cristo y le pertenezco a Él.
Débora: Ella es Carrie Gaul, compartiendo sobre su caminar con Dios a través de las tormentas en su vida. Es mi deseo que su testimonio sea de aliento para ti y te anime a poner tus ojos en Cristo sin importar las circunstancias.
Quiero también recordarte que uno de nuestros recursos destacados este mes de noviembre y que queremos recomendarte, es el libro escrito por Nancy titulado «Escoge agradecer». En este libro ella nos recuerda que la gratitud es una elección. Pero si no la escogemos, por defecto hemos escogido la ingratitud. Y una vez admitida en el corazón, la ingratitud no viene sola, sino que trae consigo un montón de compañeros indeseables que nos quitarán el gozo. Aprende más sobre la importancia de vivir en agradecimiento con el libro «Escoge agradecer» de Nancy DeMoss Wolgemuth.
Mañana, asegúrate de acompañarnos para escuchar la historia de una mujer que fue maltratada cuando era una adolescente. Parecía tener todas las razones para deprimirse y dudar de Dios, pero ella encontró libertad en medio de su dolor. Escucha esta poderosa historia en el próximo episodio de Aviva Nuestros Corazones con el cual concluimos la serie «Lidiando con la depresión y la duda».
Trayéndote enseñanza práctica de la Palabra de Dios, Aviva Nuestros Corazones es un ministerio de alcance de Revive Our Hearts.
Todas las Escrituras son tomadas de la Biblia de Las Américas, a menos que se indique lo contrario.
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